Aclaraciones amargas

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Ava se encontraba completamente intrigada por el mensaje que Daniel le había enviado ¿Qué podía significar esa cadena de pistas? Mientras observaba su entorno en la oficina, se preguntaba qué podría estar oculto detrás de esas palabras enigmáticas.

Se llevó una mano a la boca mientras reflexionaba sobre las posibles pistas que Daniel había dejado. Comenzó a dar pasos por la oficina, examinando cada rincón en busca de alguna señal o indicio. Incluso se aventuró a entrar en la oficina de Daniel, escudriñando su escritorio en busca de alguna pista que arrojara luz sobre el misterio.

Mientras revisaba los documentos y papeles dispersos en el escritorio de Daniel, no lograba encontrar nada que pareciera relacionado con el mensaje. Los papeles importantes de la empresa estaban allí, pero no había ninguna pista evidente que le indicara qué debía hacer a continuación.

La frustración empezaba a apoderarse de Ava, pero al mismo tiempo, sentía una creciente curiosidad y emoción por descubrir el significado detrás de esas palabras escritas con su puño y letra; tenía una caligrafía admirable.

Se preguntaba si debía buscar en otros lugares de la oficina o si necesitaba más información para resolver este misterio. Sus pensamientos giraban en círculos mientras trataba de descifrar el enigma.

Ava observó atentamente el suelo de su oficina en busca de pistas y, para su sorpresa, pronto notó algo inusual: un pétalo de rosa roja que descansaba en el suelo.

Se acercó cuidadosamente y examinó el pétalo, notando que tenía una flecha dibujada en él. Una sonrisa de emoción se formó en su rostro, sintiendo que esta pista era clara y directa, lo cual agradeció profundamente, ya que le ahorraba la búsqueda incansable.

«Esto es tan emocionante. ¿Qué estará tramando Daniel? ¿Por qué dejó estas pistas para mí? ¿Será alguna especie de sorpresa o regalo?», pensó Ava, entretenida con aquel juego.

Decidió tomar el pétalo y lo sostuvo entre sus dedos mientras tomaba su bolso y dejaba su oficina. Cerró con llave la puerta de la oficina principal y comenzó su búsqueda siguiendo las pistas.

El primer pétalo la condujo hacia el corredor de la derecha, donde encontró el siguiente pétalo reposando sobre un escritorio de recepción vacío.

Siguió rastreando los pétalos, uno tras otro, mientras recorría diferentes áreas de la empresa. Encontró otro cerca de los baños del personal y siguió su camino, emocionada por resolver la incógnita. Cada pétalo que recogía la acercaba más a la solución del misterio.

«Me pregunto si Emily se ha dado cuenta de que me fui en busca de esto en lugar de regresar a almorzar con ella —pensó Ava, un tanto divertida—. Pero no puedo ignorar estas pistas, ¿verdad? Espero que me disculpe, pero debo descubrir a dónde me llevan».

Finalmente, uno de los pétalos la llevó al elevador, indicando que debía dirigirse al sótano. Mientras esperaba el ascensor, saludó cordialmente a algunos compañeros que salían de él, quienes la miraron con curiosidad al verla sosteniendo varios pétalos en la palma de su mano.

Ava se mantuvo en silencio, ignorando aquellas miradas enrarecidas de esas personas y siguió el camino trazado por las pistas, ansiosa por descubrir lo que le aguardaba en el sótano. Sus pensamientos se llenaron de intriga mientras el elevador descendía.

Al bajar a aquel oscuro lugar, que no era nada más que el parqueo exclusivo para los ejecutivos de alto rango, un camino de pétalos la condujo hasta un auto conocido, era uno de los autos deportivos de Daniel, lo reconoció al instante y allí frente al auto estaba él, parado, tan elegante con ese traje y además estaba afeitado, eso lo hacía lucir mas joven y atractivo, estaba sosteniendo en sus manos un gran ramo de rosas rojas, tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola, Ava... termina de seguir el camino de pétalos —saludó y sus palabras, su voz resonante que hizo eco en todo ese lugar le aceleró el corazón.

El encuentro en el sótano con Daniel llenó a Ava de una mezcla de emociones. Sus pensamientos se agitaron mientras se acercaba a él siguiendo el rastro de pétalos de rosa. Las palabras y gestos de Daniel despertaron una oleada de sentimientos encontrados en su interior.

«¡Dios mío, ahí está! ¿Pero, por qué está aquí y no se apareció en la oficina? —pensó Ava, contemplando el impecable rostro que aquella barba descuidada no dejaba lucir—. Se ve tan guapo... y tan... ¿contento?<<

Ella no pudo evitar sonreír y en cuanto se acercó a tomar el ramo de rosas, él sin previo aviso le estampó un beso en la mejilla, acto que la dejó paralizada.

>>«Eso es... inesperado. Pero se ve feliz, y eso me hace feliz. Este último mes ha sido una locura, y no puedo creer que ya haya pasado un mes desde que acepté esta farsa ¿Qué significa esto para nosotros ahora? Temo hacer esa pregunta»

La sonrisa de Ava se volvió más amplia mientras aceptaba el ramo de rosas rojas y se arrojó a los abrazos de Daniel. A pesar de las preguntas que seguían rondando en su mente, el momento era cálido y reconfortante.

Ava y Daniel, entraron al auto para tener más privacidad para compartir ese momento íntimo y emocional. Las palabras fluyeron entre ellos mientras intentaban entender las razones detrás de su falta de comunicación durante esa última noche.

—¿Por qué no me has contactado, Daniel? Entiendo que mi madre es peleonera y que es obvio que no te aprobó, pero esperaba que te manifestaras —dijo curiosa, con un ligero puchero.

Daniel respondió con una sonrisa y se atrevió a responder:

—¿Y por qué no me llamaste tú, Ava? —Daniel arqueó una ceja y la vio expectante.

—Pues, verás... tuve miedo de que estuvieras enfadado conmigo y me pareció un tanto injusto, porque en teoría ahora soy el hazmerreír de la colonia gracias a mamá —admitió con sinceridad.

—Mi amor, no estoy enfadado contigo —se acercó para acariciar su mejilla con el pulgar—. De hecho, aunque hubieras llamado, no habría podido responderte. Mi madre... bueno, apareció en mi apartamento de la nada, me estaba esperando y tuvo un arranque de furia con respecto al compromiso. Rompió mi teléfono y las sirvientes tuvieron que intervenir para que no me ahorcara literalmente,

Ava sintió una oleada de compasión por Daniel, pero también experimentó un escalofrío al pensar en la madre de Daniel... doña Daniela Busch. La mención de su ira y la intrusión en la vida de Daniel la hizo reflexionar sobre la complejidad de la situación en la que se encontraban.

La preocupación de Ava por el bienestar de Daniel se hizo evidente cuando sus manos se posaron en su cuello

—Por Dios, Daniel ¿No te hirió de gravedad? —inquirió horrorizada.

«¿Acaso estoy... sintiendo preocupación genuina por él?» Ante ese pensamiento tragó grueso y su corazón se aceleró.

Daniel, sintiendo la autenticidad de su preocupación, sonrió y respondió con un beso en la comisura de sus labios, lo que provocó un estremecimiento en Ava. Mientras jugaban con sus manos entrelazadas, Ava decidió abordar un tema que la había estado inquietando.

Ava preguntó con una expresión seria:

—Daniel, yo... agradezco mucho tu ayuda con la hipoteca y todo lo que has hecho por mí. Pero si esta relación te está causando tantos problemas con tu madre, tal vez deberíamos terminarla de manera amistosa antes de que una catástrofe pueda ocurrir. Quiero que ambos estemos seguros.

Daniel frunció el ceño ante la propuesta de Ava y sin más golpeó la compuerta interna del auto con una expresión decidida en su rostro, Ava se sobresaltó ante esa acción.

—No importa lo que piense mi madre, Ava. Nuestra boda se llevará a cabo, les guste o no —exclamó él con determinación.

Ava sintió un temor inexplicable ante la firmeza y obstinación de Daniel y se preguntó en qué tipo de problemas se estaba metiendo al continuar con esta relación.

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Continuará...

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¡Hola! He venido con un nuevo episodio y los misterios siguen sin resolverse ¿Deberían Ava y Daniel seguir su compromiso? Espero que hayan disfrutado la lectura, estoy ansiosa por leer sus opiniones ¡Saludos!

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora