De golpe, el día que Ava había estado temiendo finalmente había llegado. Su corazón latía con una mezcla de emoción y ansiedad mientras pensaba en conocer a la familia de Daniel.
La idea de enfrentarse a sus padres y a su hermana menor, que resultaba ser nueve años mayor que ella, generaba una serie de interrogantes en su mente. ¿Cómo sería su primera impresión? ¿Se llevarían bien? Todas estas preguntas llenaban sus pensamientos, pesando sobre ella como una carga que le estaba costando llevar.
La presión de causar una impresión positiva en la familia de Daniel pesaba sobre sus hombros, y Ava podía sentir cómo la tensión se acumulaba en su cuerpo. Se preguntaba si estaría a la altura de las expectativas y si podría encajar en el mundo en el que Daniel había crecido.
De inmediato, Daniel pareció darse cuenta de la ansiedad que Ava estaba sintiendo. Observó su expresión perpleja y comprendió la lucha interna que estaba teniendo. Carraspeó, terminó de golpe su café que ya se había enfriado tras haberlo bebido sumamente lento, luego decidió intervenir para calmar sus nervios y aliviar sus preocupaciones.
Sin haber comido mucho de la exquisita comida que se les había servido, Daniel se levantó de la mesa y, con una sonrisa tranquilizadora, extendió su mano hacia Ava.
—Vamos al jardín trasero un rato —le propuso con ternura; era tan caballeroso... Su corazón latió con fuerza.
Aunque Ava aún tenía hambre, la curiosidad y la emoción la impulsaron a aceptar la invitación sin ningun comentario de su parte. Apretó la mano de Daniel y se levantó de su asiento con una sonrisa ladeada y la ceja arqueada, dispuesta a seguirlo.
A medida que caminaban por los pasillos lujosamente decorados, Ava sentía la mirada de las sirvientas posándose sobre ella. Sabía que su presencia no pasaba desapercibida y se preguntaba qué estarían pensando de ella. Sin embargo, decidió apartar esas preocupaciones de su mente y concentrarse en el momento presente.
El exterior era impresionante. El jardín trasero estaba lleno de exuberante vegetación, fuentes elegantes y espacios abiertos para disfrutar. El sol brillaba con fuerza, y el aire estaba lleno de una mezcla de fragancias florales.
—¿Quieres saber por qué te traje aquí? —preguntó Daniel con su característica sonrisa juguetona mientras caminaban juntos.
Ava asintió, su mirada curiosa encontrándose con la de él.
—Por supuesto. Estoy intrigada —dijo Ava, como si se tratara de una chiquilla a la que le habrían llevado un regalo.
Daniel la guió hacia un rincón apartado del jardín y la detuvo suavemente. Colocó sus manos sobre los hombros de la chica y suspiró para comenzar a hablar.
—Porque quiero que sepas que estás en un lugar donde puedes ser tú misma. No tienes que preocuparte por impresionar a nadie. Mi familia te va a amar tanto como yo lo hago.
Ava se sintió abrumada por la sinceridad y el cariño en las palabras de Daniel. Un suspiro escapó de sus labios, y una sonrisa suave apareció en su rostro.
—Gracias, Daniel. Eso significa mucho para mí.
Él le dedicó una mirada suave y le acarició la mejilla con el pulgar.
—Eres valiosa, Ava. Y quiero que te sientas cómoda aquí, conmigo y con mi familia. No tienes que ser perfecta, solo sé tú misma.
Las palabras de Daniel la tranquilizaron y la llenaron de calidez, pero pronto se dio cuenta que aquellas palabras que su prometido le habia dedicado estaban solo en su mente. Abruptamente salió de sus pensamientos, Daniel aun la sostenía por los hombros, pero su mirada se veía un tanto... ¿Preocupada?
—Pero, Daniel... No me dejes esperando tanto ¿Qué me quieres decir? —se atrevió a inquirir Ava, con el nerviosismo a flor de piel.
Aunque intentaba mantenerse tranquila, podía sentir el nudo de ansiedad creciendo en su estómago. Apenas habían dado unos pocos pasos cuando Daniel la detuvo, y su expresión seria la hizo sentir intranquila. Aunque esperaba una charla tranquila, las palabras de Daniel fueron más serias de lo que imaginó.
—Mira... Tenemos que hablar seriamente, Ava —dijo Daniel, su tono preocupado resonando en el aire.
Ava asintió, sintiendo su pulso acelerarse. A medida que Daniel de decía una palabra más, su confusión aumentaba. Parecía que había algo más detrás de la invitación al jardín. Las palabras de Daniel resonaron en su mente:
—No pude hablarte en la mesa porque las paredes tienen oídos y hay cosas que no le comento a la servidumbre —dijo Daniel, su voz estaba ronca y parecía hacerle cosquillas en el alma a la joven.
La confusión de Ava se reflejó en su rostro cuando Daniel continuó. Habló de la cena de negocios y de la forma en que Ava se había desenvuelto. Aunque ella había intentado actuar de manera adecuada, claramente algo había salido mal. El semblante preocupado de Daniel no la tranquilizó en absoluto.
—Daniel, yo... entiendo que fui impulsiva y me salí de mis casillas, pero te prometo que esta vez todo será diferente —murmuró Ava, tratando de buscar alguna señal de alivio en sus ojos.
Daniel suspiró, su mirada intensa fija en Ava.
—Entiendo, pero Ava, esta vez no estaremos tratando con simples colegas. Se trata de mi familia, y todo debe parecer real al cien por ciento. Tienen expectativas muy altas, y lo que sea que hagas reflejará en mí y en la empresa, las consecuencias pueden ser fatales.
La opresión en el pecho de Ava se intensificó. No solo la idea de ser juzgada por la familia de Daniel le aterraba más que nunca, sino que también aquella de decepcionar a su prometido le comenzó a consumir a niveles inesperados. La gravedad de la situación comenzó a hundirse en su mente.
—¿Consecuencias? —murmuró Ava, su voz apenas un susurro— Pero, qué tipo de consecuencias? ¿Por qué no me hablaste de eso antes? Del peligro que representaba... No sé, Daniel, pero esto cada vez me parece más extraño.
Daniel exhaló lentamente, su mirada cansada.
—Si esto falla, Ava, si no puedes convencerlos de que eres la adecuada, todo se irá al abismo. Mi posición, la empresa... y tú podrías irte conmigo. No quiero que eso pase por nada del mundo, cuento contigo, mi vida está en tus manos prácticamente.
Las palabras resonaron en el aire, y el corazón de Ava pareció detenerse por un momento. No había anticipado las posibles consecuencias de sus acciones. Había entrado en esta situación pensando que solo se trataba de una farsa temporal, pero ahora se daba cuenta de que había mucho más en juego. Miró a Daniel, sintiendo la preocupación en sus ojos y sintiéndose culpable por la idea de colocarlo en esa posición.
—Daniel, yo... —comenzó a decir Ava, su voz vacilante.
—Por favor... no digas nada ahora —interrumpió Daniel suavemente—. Solo necesito que entiendas la importancia de todo esto. No es solo una cuestión de apariencias, es el futuro de la empresa y mi familia lo que está en juego. Eres quien definirá mi éxito o mi fracaso, quiero que lo comprendas.
Ava asintió, sintiendo un nudo en la garganta. Se dio cuenta de que había entrado en un territorio mucho más complicado de lo que había imaginado. Había asumido que podría mantener su verdadera personalidad oculta, pero ahora veía que eso no sería suficiente.
Mientras Daniel hablaba, Ava luchaba por contener la mezcla de emociones que la embargaba. La confusión, la preocupación y el temor se mezclaban en su interior.
Ahora estaba atrapada en una red de expectativas y responsabilidades que no había previsto. Mientras observaba a Daniel, sintió la realidad de su situación hundiéndose profundamente en su ser.
«Por Dios... ¿En qué embrollo me he metido? Daniel Busch... ¿Quién eres?».
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Continuará...
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Hola, soy yo de nuevo con un nuevo capítulo ¿A qué consecuencias se referirá Daniel? ¿En verdad las acciones de Ava determinarán todo? Dime acá en los comentarios tus opiniones ¡Gracias por leer!
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Amor en números rojos
RomanceDaniel Busch, un exitoso hombre de negocios, tiene una importante reunión con su antigua amante y rival de negocios en el restaurante donde trabaja la jovencita Ava López. Daniel le propone un acuerdo conveniente: él la ayudará a pagar las deudas a...