Daniel notó de inmediato los nervios de Ava e intentó calmarla, pero ella no pudo, no después de todas las arbitrariedades que había pasado por su culpa y lo que provocaba con sus acciones.
El ya no pudo decirle nada a Ava sobre eso que sabía muy bien, pero tampoco pudo elaborar una frase más porque a tiempo entró en el salón Natalia, con sus característicos pasos apresurados y estilosos, aunque parecía que caminaba más rápido de lo normal.
—¡Hola, Daniel, Ava! Es muy grato verlos a los dos ¿Cómo están? —saludó con un fuerte abrazo a su hermano Daniel y luego a Ava, quien sin poder evitarlo se sintió reconfortada
—Hola, Natalia, qué gusto, todo está... bien —dijo Ava, con un dejo de timidez, porque era obvio que las cosas estaban muy mal.
Daniel sonrió e intervino, diciendo:
—La sorpresa es nuestra, hermana ¿Cómo se les ocurre tomar la avioneta privada para venir hasta aquí? Es como si alguien se hubiera muerto o algo por el estilo —bufó Daniel, con ironía.
Natalia se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza, para acercarse a susurrar a su hermano y a su prometida.
—Calla, hermano, ¿no ves que a mi mamá se le ha zafado un tornillo y quiso venir a traerlos ella misma? Está que se muere porque esa cena se lleve a cabo —terminó de decir Natalia.
«Sea por Dios... Si ese tornillo se le zafó hace mucho a esa mujer, querida Natalia, aunque tú lo has de saber más que nadie», Ava apretó los labios para que aquel pensamiento no se convirtiera en palabras y solo se atrevió a juntar sus manos para apaciguar su ansiedad.
—Pero, ¿cuáles son sus motivos? Anda, dime, Natalia, yo se que tu sabes ¿Qué se trae entre manos, eh? —insistió Daniel, tirando de la manga tres cuartos del elegante vestido de ella.
Natalia entreabrió los labios para comenzar a hablar, pero pronto apareció doña Daniela en la sala, con su característico semblante indescifrable y al instante el estómago de Ava se revolvió. Miró de reojo a Daniel y pudo notar que su rostro denotaba molestia, incluso enojo.
—Buenas noches a todos, en vista de que la conversación iba para largo, me he atrevido a venir por ustedes expresamente ¿No me van a dejar con la cena hecha para ustedes, verdad? —inquirió doña Daniela y Natalia se colocó justo a su lado.
—Madre, ya deja tanto misterio y dinos ya de que quieres hablar. No necesitamos hacer ese protocolo, ahorrémonos esa incomodidad —respondió Daniel, con el ceño fruncido.
—Pero es que, no habrá mas incomodidad, hijo —dijo doña Daniela—. Vengo a hablar en son de paz.
Ava enarcó una ceja, por supuesto que no iba a creer tales palabras salidas de la boca de esa mujer. Sus pensamientos negativos se vieron interrumpidos cuando la mirada de doña Daniela se posó en ella.
—Hay un par de cosas que deseo aclarar a mi futura nuera. No me hagan ese desaire, verán como la pasaremos delicioso —finalizó doña Daniela y se dio la vuelta para comenzar a caminar, seguida de Natalia.
Ava se sentía como en otra dimensión ¿Ese era su intento de amabilidad para lograr algo? ¿Pero si así era... qué era lo que deseaba lograr? La cálida mano de Daniel se aferró a la de ella y la sorpresa la hizo voltear a verlo.
—Dime que deseas hacer. Te comprenderé si te niegas —dijo Daniel, a la expectativa de su decisión.
Ava bajó la mirada, el miedo la carcomía. Realmente no sabía que esperar de todo eso, pero su intuición le dictaba que podría ser algo malo, como ya ella se había mostrado ¿Por qué tenían que ser tan conflictivos? ¿No podían simplemente vivir en paz y armonía?
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Amor en números rojos
RomanceDaniel Busch, un exitoso hombre de negocios, tiene una importante reunión con su antigua amante y rival de negocios en el restaurante donde trabaja la jovencita Ava López. Daniel le propone un acuerdo conveniente: él la ayudará a pagar las deudas a...