Verdades desbloqueadas

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Ava y Natalia se sumían en la incertidumbre, no perdieron más tiempo y comenzaron a explorar los alrededores. Dentro de toda esa pila de folders y carpetas, vieron archivos muertos de la empresa. Facturas, comprobantes de pagos con sumas grandes de dinero de muchos años atrás.

—Dios... esto no debería estar aquí, ¿no lo crees, Natalia? —inquirió Ava, observando con detenimiento aquellos documentos para luego dejarlos en su lugar.

—Tienes razón, todo esto es el historial de la empresa... Solo mira esto, es de los inicios de la compañía, no, no, no, Ava, necesitamos reorganizar este lugar —espetó Natalia con el ceño fruncido.

—¿Qué esperamos, Natalia? Hoy nos centraremos en todo este espacio —comentó Ava, empuñando su mano y levantándola al nivel de su cara cubierta por la mascarilla—. Pero, creo que necesitamos refuerzos, solas no podremos.

—Estás en lo correcto, querida Ava, en seguida voy a llamar al equipo de limpieza para que nos ayude —dijo Natalia, mientras salía presurosa del lugar.

Ava sonrió al sentirse tan apoyada con Natalia, en poco tiempo la había considerado una amiga verdadera. Luego despabiló y se apresuró a seguir revisando en lo que el equipo llegaba y el cual tardó un buen rato en aparecer a pesar de que la cuñada de Ava había presionado para que dejaran sus demás quehaceres. Para mientras ella se dedicó a clasificar cuales carpetas y folders eran de prioridad para revisar.

—Perdone la espera, señorita Ava Spencer, solo dejamos la última área despejada en el pasillo principal —se disculparon las cinco mujeres del equipo de limpieza.

—No se preocupen, pasen y ayúdenme a llevar esto a la oficina de presidencia —Ava les señaló lo que ya había elegido para revisar.

Entre tanto jaleo y movimiento, Ava siguió en su búsqueda de algo interesante o importante. Algo le decía que debía indagar más para poder ayudar a la empresa de la bancarrota que se avecinaba.

Allí entre las cosas que parecían escombros, en una de las esquinas traseras de la oficina, Ava divisó una caja y un gavetero polvorientos. Frunció el ceño y se acercó con dificultad, abriéndose paso entre los objetos viejos. Al abrir la caja se dio cuenta de que había un computador de un modelo reciente, era extraño porque estaba allí entre todas las cosas antiguas en su mayoría.

Luego se inclinó hacia el frente para ver los cajones, los cuales estaban cerrados con llave. Ava no quiso perder más tiempo

—Señorita Ava... ¿le puedo ayudar en algo? —Ava escuchó una voz entrecortada justo detrás de ella.

Volteó a ver y se dio cuenta que se trataba de Alicia, que tenía las manos entrelazadas. Ava se retiró el sudor de la frente y negó con la cabeza, a lo que la mujer asintió y con paso torpe se fue alejando de ella.

«Alicia... ¿qué hace aquí? —pensó Ava, porque ella era de otro departamento, no tenía nada que ver con la limpieza. Con la misma se encogió de hombros—. Quizá Natalia le pidió que viniera a ayudar, a veces ella mezcla las cosas».

Ava no quiso darle más vuelta al asunto, conocía perfectamente como eran las cosas con Natalia, ya que vio que Alicia y ella estaban conversando, eso la tranquilizó y siguió pensando en el contenido de ese computador y del gavetero. Sin pensarlo dos veces, Ava llamó por celular a Emily, quien atendió el llamado, después de todo, si Natalia podía llamar a quien quisiera que no fuera del equipo de limpieza, ella se sentía con la libertad de hacer lo mismo, ya que nadie la cuestionaría de más por esa decisión.

—Por favor ayúdame a llevar este computador a mi oficina, ¿sí? Eres en quien más confío —inquirió Ava, con sus manos juntas al nivel del pecho y esbozando un leve puchero.

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora