La familia de Daniel II

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Ya hacía unos segundos habían entrado a la gran mansión. La pareja había sido recibida por los mayordomos y amas de llaves y comenzó a caminar por el corredor principal que los llevaría al salón.

Ava intentó esbozar un gesto altivo, aun no sabiendo si lo estaba logrando del todo, aunque por dentro estuviera más que impactada por la opulencia del lugar. Suponía que si lo estuviera haciendo mal, Daniel se lo hubiera hecho saber, así que permaneció con la frente en alto, tratando de ver al frente.

—Escucha, sé que esto puede ser abrumador, pero estoy aquí contigo. Solo sigue mi ejemplo y todo irá bien. Además, déjame decirte que, luego de la prueba de fuego, podrás ver aquí dentro las actividades que son bastante variadas. Seguro que luego de tu presentación podrás disfrutar de algo que te guste.

Ava enarcó una ceja e intentaba leer en los oscuros ojos de Daniel a lo que se refería.

—¿Qué quieres decir? —inquirió Ava.

—Bueno, por ejemplo, mi hermana Natalia es una apasionada de la equitación. Tiene su propio establo y pasa mucho tiempo con sus caballos. Si te interesa, podríamos hacer una visita al establo y así te puedes familiarizar con ese rubro.

—Ahora que mencionas equitación... Nunca he montado a caballo en mi vida, pero podría ser interesante —dijo Ava, un tanto emocionada.

—Además... debes aprender a estar cerca de los caballos, puesto que es de tus "actividades favoritas" —dijo Daniel con convicción y volteó a ver a su prometida, que había cambiado su semblante a uno de preocupación. Él carraspeó e intentó cambiar el tema—. También hay un spa increíble aquí. Toda la familia viene a relajarse y disfrutar de tratamientos de lujo que ofrece la mansión. Mi madre adora todo lo que tiene que ver con belleza.

—Eso suena más como mi estilo —dijo Ava, sonriendo nuevamente—. No estaría nada mal un masaje relajante en medio de todo esto.

—Y por supuesto, no olvidemos el golf. Mi padre es un fanático del golf y tiene su propio campo en la propiedad.

Ava abrió los ojos con sorpresa.

—Ah, el golf. Veo que todo lo que has puesto en la lista de los pasatiempos de mi familia, son exactamente los de tu familia.

Daniel le guiñó el ojo y Ava sintió un cosquilleo en su estómago con ese gesto. Sus expresiones seductoras surtían bastante efecto.

—Pues... ¡Quién sabe! —dijo con ironía divertida—. Como sea, siempre podemos terminar esta jornada y disfrutar de una buena cena en alguno de los restaurantes de alta gama que hay por aquí. Veremos qué desean hacer mis familiares.

Los orbes de Ava se movieron a ambos lados, pensando en todo aquello.

—Supongo que hay muchas opciones para pasar el tiempo. Aunque sigo sintiéndome un poco abrumada, al menos sé que hay actividades que puedo intentar.

—Eso es lo importante, Ava. Solo disfruta del momento y recuerda que estoy aquí para apoyarte en todo momento, aunque ya sabes... en silencio.

—Gracias, Daniel —respondió ella, tomando por iniciativa la mano de Daniel, lo cual lo hizo sentirse muy complacido.

Daniel suspiró y se preparó para hablar de nuevo:

—Bueno... ¿Estás lista para conocer a mi familia?

Ava imitó a su prometido falso y jaló todo el aire que pudo en ese momento para soltarlo de un solo. Daniel sonrió ante aquello.

—Lo estaré. Vamos a hacerlo —dijo, decidida a todo.

La sala principal de la mansión Busch estaba lujosamente decorada, con muebles elegantes y detalles que reflejaban el estatus tan alto de la familia. La iluminación cálida creaba una atmósfera acogedora y sofisticada. En ese entorno, se encontraba la familia Busch, esperando la llegada de Ava.

Daniela Busch, la madre de Daniel, estaba sentada en un sofá de terciopelo rojo, con la espalda recta y las manos cruzadas en su regazo. Manuel Busch, el padre de Daniel, estaba de pie junto a una ventana, contemplando el paisaje exterior, pero pronto, al escuchar los pasos acercarse, volteó su mirada.

Natalia Busch, la hermana de Daniel, estaba sentada en un sillón cercano, con las piernas cruzadas y una mirada curiosa en sus ojos. Sostenía un bebé casi recién nacido en sus brazos, pero siempre mantenía un aire de confianza y sofisticación, también ella se encontraba evaluando a Ava desde el primer momento. Su sonrisa era amigable, pero había un destello de agudeza en ella.

Ava no pudo evitar notar que los padres de Daniel se veían mucho mayores de lo que había imaginado. Sus cabellos grises y las arrugas en sus rostros hablaban de la experiencia de los años. Natalia, por otro lado, tenía una presencia que emanaba seguridad y madurez, sus treinta años se veían reflejados.

Los atuendos de todos eran impecables y lujosos, y Ava hizo un esfuerzo consciente para no demostrar su asombro ante tanta opulencia. Aunque se sentía deslumbrada, sabía que debía mantener su compostura y actuar como la mujer segura y elegante que Daniel esperaba que fuera en ese momento.

Ava de inmediato avanzó con elegancia hacia la familia Busch, manteniendo una postura segura a pesar de sus nervios internos. Con una leve inclinación de cabeza, saludó con educación y sonrió con cortesía.

—Buenas tardes, ha sido un largo viaje hasta aquí, pero ha valido la pena. Es un placer conocerlos —dijo con voz tranquila y serena.

—Buenas tardes. —La respuesta de Daniela fue fría y escueta, un simple asentimiento con un gesto de la cabeza que no revelaba mucho más. Parecía ser una mujer de pocas palabras y una actitud difícil de descifrar.

Manuel, en cambio, se acercó a Ava con una sonrisa cálida y extendió su mano para estrechar la suya.

—Un placer conocerte también, Ava. Bienvenida a la familia Busch —expresó con amabilidad en su tono. Aunque tenía un aire de autoridad, su gesto era mucho más acogedor que el de su esposa.

— Hola, Ava. Bienvenida, ya era hora de que nuestro hermano te presentara con propiedad —comentó Natalia, quien ofreció una sonrisa educada pero distante. Su saludo parecía estar cargado de evaluación y curiosidad al mismo tiempo.

—Oh, por favor, Natalia ¡Si ya les había dado ultimátum de la fecha en que la traería a esta casa! —rezongó Daniel a su hermana menor, quien rodó los ojos, un tanto divertida.

La mirada penetrante de la señora Daniela se clavó en Ava como un rayo de hielo, haciendo que se sintiera incómoda y desprotegida. La joven tragó con dificultad, sintiendo cómo la tensión en el aire se volvía palpable. Las palabras que brotaron de los labios de Daniela fueron como dagas afiladas que se clavaron en el corazón de Ava.

—Es demasiado joven para ti, obviamente has mentido por teléfono, Daniel —espetó Daniela, mirando a los ojos de su hijo, con una voz que apenas contenía su desaprobación.

Cada palabra resonó en el ambiente de la sala principal, y Ava pudo sentir cómo el peso de las acusaciones la abrumaba.

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Continuará

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¡Hola! Les traigo un nuevo capítulo de esta historia ¿Qué les ha parecido la reacción de la familia de Daniel ante la llegada de Ava? ¿Podrá Ava cumplir todas las expectativas y mantener la mentira durante el resto de su estadía en la mansión de los Busch? 

Lo veremos en el próximo episodio. No olvides dejarme tus opiniones ¡Hasta pronto!

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora