Daniel estaba parado frente a Ava, sus ojos reflejaban el tormento que lo embargaba. La habitación estaba cargada de tensión y dolor, como una tormenta que se avecina en el horizonte y amenaza con destruirlo todo. A pesar de su firme determinación de luchar por su relación luego de lo ocurrido, sabía que Ava estaba decidida a poner fin a todo, lo podía ver en su mirada.
—Ava, por favor, escúchame. No quiero que terminemos así... Lo nuestro a penas está comenzando —musitó Daniel, con pesar y sin atreverse a acercarse a la joven, que no le dirigía la mirada.
Su voz era un suspiro lastimero, cargado de una profunda tristeza. Sus ojos oscuros, generalmente llenos de confianza, ahora estaban llenos de angustia mientras miraba a esa mujercita con desesperación. Quería encontrar las palabras adecuadas para calmarla, para hacerle ver que la relación que tenían, a pesar de no ser real del todo, era más fuerte que cualquier obstáculo.
—Daniel, esto... esto es demasiado para mí —dijo Ava, con la voz entrecortada— Tu madre, su actitud... No sé cómo puedo lidiar con todo esto —bufó y le dio la espalda a Daniel y fijó su mirada en la ventana—. He visto cómo me miran tus empleados, y siento cómo tu madre me desprecia cada vez más... y cómo esta relación solo me ha traído más problemas que antes. No quiero vivir así, Daniel, no estoy dispuesta a pagar ese precio.
Daniel se quedó en silencio por un momento, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para responder. La tensión en la habitación era palpable, y el suspenso aumentaba con cada segundo que pasaba.
Ava parecía al borde de las lágrimas, sus ojos revelando su sufrimiento interior. Daniel se acercó lentamente a ella, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba encontrar la manera de reconfortarla.
—Lo sé, lo sé, cariño... —musitó Daniel, con suavidad—. Comprendo que esto sea abrumador. Pero no estás sola en esto. Estoy aquí contigo, yo también padezco esto contigo y te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte de cualquier daño.
Daniel aprovechó que la joven se había volteado para verlo con expectación y extendió una mano hacia Ava, acariciando su mejilla con ternura mientras buscaba su mirada. Quería que ella viera la sinceridad en sus ojos, que entendiera cuánto la valoraba y cuánto significaba para él lo que tenían, más después de lo bien que lo habían pasado la noche anterior.
—¿Pero cómo, Daniel? Tu madre... es tan obstinada, tan... intolerante que ya no puedo más —Ava agachó la mirada, no quería mostrarle todo su dolor a Daniel, aunque sabía que estaba fallando en eso.
—Mi amor... —Aquella palabra había enviado una punzada electrizante al vientre de Ava—. Haré lo que sea necesario... Hablaré con ella o de cualquier otra manera, trataré de encontrar una solución. No permitiré que esto se vuelva a repetir, ella ya se ha ganado mi desprecio desde hace mucho. No quiero que nada ni nadie se interponga entre nosotros.
La habitación estaba cargada de emociones intensas mientras Daniel y Ava se enfrentaban a sus propios conflictos. Ambos sabían que el camino por delante sería difícil si decidían continuar con esa locura de relación falsa; las cosas podrían mejorar, pero también empeorar, todo era tan arriesgado.
La tensión y el dolor se mezclaban en el aire, creando un momento de profunda vulnerabilidad entre ellos. Daniel no pudo resistirlo más y rodeó con sus fuertes brazos a Ava, quien abrió los ojos, porque en verdad no se lo esperaba. Sus manos por inercia se elevaron hacia la espalda de él y al fin correspondió. Daniel al sentirla, estrechó más sus brazos para que aquel abrazo fuera más íntimo.
Después de ese abrazo reconfortante, Ava y Daniel se separaron un poco, pero sus miradas seguían conectadas, como si estuvieran comunicándose sin necesidad de palabras. Con gentileza, Daniel retiró las lágrimas que se acumulaban en los ojos de Ava, y su sonrisa tranquila hizo que la joven se sintiera más calmada, aunque también un poco nerviosa por la intensidad de las sensaciones que él le provocaba con sus acciones tan cariñosas.
—No sé cuánto más puedo soportar, Daniel. La situación es insostenible, en serio y encima me gané un gran problema con mi madre, debe estar furiosa conmigo... y contigo —susurró Ava, estremeciéndose con la cercanía de él.
Su voz temblorosa revelaba la preocupación y la angustia que sentía por enfrentarse a su madre y a las complicaciones que rodeaban su relación.
—Ava, entiendo tus miedos y tu agotamiento, pero quiero que sepas que estoy muy comprometido contigo —dijo Daniel con firmeza—. Ni mi madre, ni la tuya se interpondrán entre nosotros, lo prometo.
Las palabras de Daniel resonaron en el corazón de Ava, quien lo miró con incredulidad y curiosidad, preguntándose cómo planeaba enfrentar a su madre.
—¿Qué tienes en mente, Daniel Busch? —inquirió Ava, con la ceja alzada.
Daniel besó la frente de Ava y le sonrió.
—Yo mismo enfrentaré a doña Rosaura, yo respondo por eso no te preocupes —afirmó Daniel y Ava no podía creer que él estuviera dispuesto a todo por una relación falsa—. Voy a hablar con ella ahora mismo... Pero, por favor, no rompamos todavía. Démonos una oportunidad más.
Ava asintió, más convencida por las palabras y la determinación de su prometido. Sin más preámbulos, sus labios se encontraron, como si se trataran de magnetos, fundiéndose en un tierno beso que selló su compromiso de enfrentar juntos los desafíos que tenían por delante.
«No puedo creer que me convenciera... Dios, presiento algo malo», se dijo Ava, pero ya no pudo seguir pensando, cuando sintió la tibia lengua de Daniel acariciando la suya.
Una correntada electrizante invadió a Ava y reconoció que los besos de él la encendían como nunca. Solo con ese beso lleno de pasión, ya su cuerpo se encontraba pidiendo más, reclamando que eso no se limitara a un solo beso.
Aquella sensación la hizo llevar sus manos a la nuca de Daniel, para profundizar más lo que él había comenzado, pero los besos se detuvieron abruptamente y él corrió a cerrar la puerta con llave y ella cerró la cortina para crear el ambiente de privacidad necesario.
Cuando volvieron al beso que había quedado a medias, Daniel apretaba la fina cintura de la joven, con frenesí y sacaba la blusa del pliegue del pantalón de Ava para comenzar a desabotonarla, tal y como había hecho la noche anterior. Ava no se quedó atrás y en seguida sus manos desabotonaban el saco oscuro de él, sentía la necesidad de sentirlo otra vez, se desconocía por completo.
La punzada de deseo se hizo presente una vez más en el vientre y entrepierna de Ava, mientras las prendas de ropa caían al suelo una a una y el sonido de los besos resonaban por toda la habitación.
«Dios... lo estoy deseando a niveles inimaginables. Mi cuerpo lo reclama aquí y ahora... quiere que me haga suya de nuevo. Lo peor es que no hay alcohol de por medio», pensó Ava, para levantar su mentón y recibir los lascivos y húmedos besos de su prometido.
-_-_-_-_-_-_-_-_-
Hola, vengo con un nuevo capítulo y Daniel ha dado su palabra, ¿Las cumplirá? Ava tiene muchas expectativas y está descubriendo una nueva etapa en su relación con Daniel, al fin está dejándose llevar por sus sensaciones ¿Funcionará seguir con el plan? Estaré ansiosa por leer tus opiniones. Saludos!
ESTÁS LEYENDO
Amor en números rojos
RomanceDaniel Busch, un exitoso hombre de negocios, tiene una importante reunión con su antigua amante y rival de negocios en el restaurante donde trabaja la jovencita Ava López. Daniel le propone un acuerdo conveniente: él la ayudará a pagar las deudas a...