Latidos de incertidumbre I

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A medida que el sol comenzaba a filtrarse por las cortinas, Ava se despertó lentamente, con una sensación reconfortante en su pecho. Debía reconocer que había dormido plácidamente, aun no sabía el por qué, si su mente se sentía tan abrumada al comenzar a conciliar el sueño.Parpadeó con pesadez y se restregó los ojos, disfrutando la suavidad de las olorosas sábanas y de la cama que la rodeaba. Un delicioso aroma a rosas llenaba el aire, y cuando giró la cabeza hacia su mesa de noche, quedó asombrada por lo que divisó.

Ante sus ojos un enorme jarrón adornado con rosas de todos los colores imaginables se alzaba frente a ella. Las flores parecían brillar bajo la luz de la mañana, y el vibrante espectáculo de colores y aromas llenó la habitación. Ava no podía creer lo que estaba viendo, y una mezcla de sorpresa y gratitud la invadió por completo.

«No puedo creerlo...», murmuró para sí misma, su voz apenas un susurro mientras contemplaba las flores con asombro.

Se sentó en la cama, sin poder apartar la vista de las hermosas rosas que adornaban el jarrón. Era un gesto tan inesperado y conmovedor que le llegó al corazón. Aunque había rechazado las pasiones de Daniel la noche anterior, él todavía había encontrado una manera de expresar sus sentimientos de una manera que la conmovió profundamente.

Las dudas y las incertidumbres que habían estado rondando su mente parecían desvanecerse en ese momento. Mientras seguía admirando las flores, una oleada de emociones la recorrió. Se sintió agradada, apreciada y comprendida por Daniel de una manera que nunca antes había experimentado, debía aceptarlo. Nadie más había sido así de detallista, eso era sorpresivamente nuevo para Ava.

«¿Cómo supo que esto es exactamente lo que necesitaba?", se preguntó en silencio, su mente girando mientras intentaba comprender cómo Daniel había acertado con un gesto tan hermoso.

Se acercó al jarrón y extendió su mano para acariciar los pétalos suaves y delicados, que sobre su textura tenían un fresco rocío. Cerró los ojos por un momento, permitiéndose sumergirse en la belleza y la fragancia de las flores. A medida que lo hacía, sintió que una parte de sus preocupaciones se disipaba, reemplazada por un sentimiento de gratitud y conexión con él.

«Quizás... no debería haber rechazado sus avances tan rápidamente», pensó, recordando la noche anterior; la pasión que Daniel le había mostrado y cómo ella había optado por alejarse.

Ahora se daba cuenta de que había algo genuino y sincero en los sentimientos de Daniel hacia ella. Por un momento volvió a tener la sensación de las rústicas y varoniles manos recorriendo su vientre, su espalda y tocándola en zonas realmente sensibles para ella. Un escalofrío la invadió desde la entrepierna y por toda su espalda.

Ava sacudió su cabeza para quitar aquella sensación, no era el momento para eso. Pronto se sentó en el borde de la cama, sus pensamientos estaban girando en círculos mientras sostenía una de las rosas en su mano. Se sentía enredada en una maraña de emociones, pero una cosa estaba clara: Daniel había encontrado una manera de tocar su corazón de una manera que no esperaba.

Con una sonrisa suave en los labios, decidió que era hora de enfrentar el día y hablar con Daniel sobre las conversaciones pendientes.

Después de admirar las hermosas rosas por un momento más, Ava se dirigió hacia el baño, deseando relajarse bajo la cálida cascada de agua. Cerró la puerta detrás de sí y dejó que las gotas de agua acariciaran su piel, tratando de apartar de su mente cualquier pensamiento indebido sobre Daniel, aun estaba muy confundida con su sentir.

El agua tibia la envolvía, relajando sus músculos y aliviando la tensión acumulada. Cerró los ojos y permitió que la sensación de tranquilidad la invadiera, concentrándose en cada gota que recorría su cuerpo. Intentó alejar los pensamientos tumultuosos que habían estado rondando su mente y encontrar un momento de paz en medio de la confusión.

Después de un tiempo, finalmente apagó la ducha y salió envuelta en una suave bata de baño. Se miró al espejo, su cabello estaba empapado goteando sobre el suelo. Cuando sus ojos se posaron en el tocador, notó la presencia de una mucama que estaba ocupada organizando algunas cosas.

La mujer era alta, morena y llevaba el pelo rubio recogido en un moño bastante apretado. Aparte de eso, iba uniformada con el típico traje de ama de llaves que solo había visto en las películas o telenovelas.

—Buenos días —saludó Ava con una sonrisa, pero la mucama solo respondió con un frío y corto "buenos días" sin mostrar mucho interés.

Ava se sintió un poco incómoda por aquella falta de amabilidad en el saludo, pero decidió no darle importancia y centrarse en lo que estaba sucediendo. Observó cómo la mucama extendía un conjunto primaveral sobre la cama. Una blusa floreada de colores vivos y un jean de cintura alta estaban dispuestos con delicadeza, junto con unas elegantes sandalias de tacón corrido que parecían lujosas y caras.

—Uh, y esto... ¿Es para mí? —preguntó Ava, un poco sorprendida por el gesto inesperado y también para intentar entablar conversación con la mujer.

La mucama asintió con un gesto distraído mientras seguía ordenando algunas cosas en la habitación.

—Sí, el señor Busch pidió que se lo trajera al no más despertar —respondió en tono neutro.

Ava se sintió un poco abrumada por la generosidad de Daniel y, al mismo tiempo, se preguntó por qué le había elegido esa ropa en particular y lo más alarmante... ¿Acaso la mujer estaba vigilando desde hacía quién sabe cuándo, solo para verificarlo? No quiso darle rienda a ese pensamiento, en lugar de eso se sintió agradecida, pero también intranquila por las implicaciones detrás del gesto.

La mucama se retiró con premura, antes de que Ava pudiera formular alguna pregunta o comentario adicional. Ella se quedó sola en la habitación, mirando el conjunto de ropa con curiosidad y una ligera sensación de nerviosismo. Aunque no estaba segura de qué esperar, decidió que no tenía nada que perder al probárselo.

Sin embargo, mientras se cambiaba en la ropa que Daniel había elegido, los diálogos internos de Ava continuaban girando en torno a sus sentimientos y dudas. Se sentía agradecida por la atención y el cuidado que Daniel le mostraba, pero también se preguntaba qué significaba todo esto para su relación. ¿Era solo un gesto amable o había algo más detrás de ello?

Con el conjunto primaveral puesto y las sandalias ajustadas en sus pies, Ava se miró en el espejo, evaluando la imagen que veía reflejada. Se sintió un poco fuera de su zona de confort con la ropa elegante y costosa, pero también apreció la belleza de las prendas y cómo resaltaban su figura.

A pesar de sus dudas, una sensación de gratitud y curiosidad se abrió paso en su corazón. Estaba decidida a enfrentar el día con la mente abierta y a hablar con Daniel sobre todo lo que estaba pasando en su mente y en su corazón.

Con una determinación renovada, salió de la habitación y se dirigió hacia el próximo paso de su día, lista para descubrir qué revelaría la conversación con Daniel.

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Continuará

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Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora