Capítulo 08

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-Un café oscuro sin crema -dijo la barista con una sonrisa divertida- extra caliente.

-Buenos días, Jessica -saludó Ella mientras miraba a su alrededor.

-Sí, eres la primera. ¿Otro comienzo temprano?

No era la primera vez que Ella era su primera cliente del día; en ocasiones, incluso había encontrado a la rubia esperando afuera a que abrieran.

-Extra temprano -confirmó con un suspiro, inclinándose frente a la vitrina mientras decidía si comprar una magdalena-. Uno de arándano, por favor.

-¿Algo para la jefa?

Ella agradeció mentalmente que no se refiriera a Constance como la "Reina de Hielo". Le había pedido amablemente que dejara de llamar así a Constance, al menos cuando hablaba con ella. No había sido tan directa como le hubiera gustado, pero entre su tartamudeo, Jessica logró comprender lo que realmente estaba pidiendo. Desde entonces, solo se refería a Constance como "la jefa".

¿Quería comprarle algo a Constance? Su jefa había sido bien clara hasta ahora: si quería algo lo iba a pedir. Así que eso es lo que Ella ha hecho hasta ahora.

-¿Es tarta de hojaldre? -Preguntó, intentando decidir si comprar la de fresa o la de fresa y arándanos. Ha visto a Constance comer ambas frutas antes, así que ambas serían seguras.

-Sí, relleno de crema de ricotta.

-Uno...no, dos con fresa y arándanos.

Jessica le entregó los cafés en un portavasos y una bolsa de papel con los pasteles.

-Va por mi cuenta.

-¿Qué? No, Jessica. -El café siempre lo pagaba con la tarjeta de Ciao, pero los dulces los quería pagar con su tarjeta personal.

-Tengo el presentimiento de que te espera un día largo. Anda. -Le hizo un guiño antes de dirigirse hacia otra persona que se acercó al mostrador, dejando a Ella boquiabierta y sosteniendo la tarjeta en la mano.

Cuando llegó a Ciao, Constance ya estaba en su oficina, hablando en italiano por teléfono.

¿Cuántos idiomas puede hablar esta mujer? Se preguntó mientras dejaba su café y la magdalena sobre el escritorio, se quitó la chaqueta y esperó a que Constance terminara la llamada, antes de entrar en la oficina. Ella le había preguntado a Rafael y él solo se rio en su cara, cuestionando por qué no le preguntaba directamente a Constance. La razón de su risa estaba más que clara para Ella: porque sabía que no se atrevería a hacerlo. Así que la otra opción era hacer una nota mental siempre que la escuchaba hablar otro idioma.

Mandarín, francés, italiano... Sarah dijo que entendería japonés, pero aún no la he escuchado hablarlo...

Definitivamente, ser políglota era una gran ventaja en el mundo de Constance, especialmente cuando trataba con otros editores internacionales.

-Chiamatemi quando avrete le foto. Non prima. Eliana.

Ella reaccionó al escuchar su nombre y se giró hacia la oficina, notando que Constance se había sentado, colgado el teléfono y la miraba con irritación que no era dirigida a ella, o eso esperaba. Ella dejó el café donde siempre y la bolsa de papel frente a la mujer.

-¿Esto qué es?

Constance miró la bolsa y luego los ojos azules de su asistente, quien tragó en seco mientras observaba en silencio cómo abría la bolsa y sacó una caja plástica transparente con dos pasteles. Constance ladeó ligeramente la cabeza antes de alzar la mirada, pidiendo una explicación en silencio.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora