Capítulo 50

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Ella deslizó la tarjeta en la ranura y suspiró cuando la puerta de la habitación del hotel se abrió. Lo primero que hizo fue tirar el bolso sobre la cama, luego se desabrochó el blazer negro, que también tiró, terminando sobre el bolso. El calor de Florida la estaba sofocando.

Finalmente, pensó, agradecida de que el aire acondicionado había mantenido la habitación fresca. Ella se inclinó para abrir la pequeña nevera y agarrar una de las botellas de agua.

Se sentó en la cama, quitándose los tacones mientras revisaba distraídamente el celular, haciéndose una nota mental para ponerlo a cargar pronto. Leer el nombre de Constance casi la hizo olvidar el calor y la humedad asfixiante.

-Por un momento pensé que habías desaparecido con los vientos del huracán -fue el saludo de Constance al responder a su llamada.

Ella sonrió y se dejó caer hacia atrás, enfocándose en el techo.

-Eso no está muy cerca de mí, aunque no ha dejado de llover.

Se imaginó lo que podría estar pensando Constance durante su breve silencio.

-Como vuelvas enferma...

-¡Estoy en perfecto estado! -protestó y cerró los ojos, escuchando el sonido que hizo la mujer, que casi sonó a un gruñido desaprobador. No debió haberle dicho que el día anterior la había sorprendido un torrencial y llegó empapada al hotel-. ¿Cons? -preguntó en un susurro cuando Constance volvió a quedarse callada.

-Has estado allí cinco días, Ella. Sabes que... -Constance se detuvo y se aclaró la garganta-. ¿Tu vuelo sigue siendo a la misma hora?

Espera, pensó Ella, abriendo los ojos de repente cuando Constance le salió con esa pregunta de la nada. ¿Qué querías decir?

-¿Me escuchaste?

-Ajá -respondió automáticamente. Ah...-. Cinco días es mucho tiempo -repitió al recordar las palabras de Constance.

Constance volvió a aclararse la garganta.

-Sé que ha sido necesario. Me alegra que hayas podido cerrar el trato con los inversionistas y las obras de arte que adquiriste son perfectas.

-Sabía que te gustarían. -Ella había estado tan ocupada esa semana, pero había logrado cumplir con cada propósito de su visita a Florida. Incluso se reunió con el agente de bienes raíces a cargo de la propiedad de Elena en Florida. Había sido una semana productiva, pero estaba exhausta... y quería regresar a casa-. Me extrañas.

Constance volvió a hacer otro ruido con su garganta y la sonrisa de Ella se ensanchó.

-No puedes permanecer atada a mí cada segundo de tu vida.

Ella se rio. Eso era lo más cercano que iba a recibir a un "Sí".

-No me quejaría si así fuera.

Constance resopló ante su ocurrencia.

-Solo asegúrate de volver a mí segura.

"Volver a mí" repitió Ella en su cabeza, jugando distraídamente con el botón de su blusa.

-Siempre.

Esta vez, el ruido que Constance hizo fue de satisfacción.

-No vayas a usar el metro. Aldo te estará esperando en el aeropuerto.

-Pero llegaré muy tarde. Puedo usar un taxi.

-Aldo te estará esperando -repitió Constance, y se escuchó una voz de fondo-. Te estaré esperando. Adiós.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora