Capítulo 25

89 6 0
                                    


La única luz que iluminaba el salón y el rostro de Ella provenía de la pantalla del televisor. Su dedo índice presionó el botón del VCR para rebobinar la cinta hasta el comienzo. Habían pasado tantos meses y aún no podía aceptar el sentimiento que esas imágenes causaban; era ella, su rostro, su sonrisa, pero sentía como si estuviera viendo a otra persona.

Su hermana le había dicho que ver las cintas sería bueno para familiarizarse y conocer un poco más sobre los años que había perdido. Bueno, no, los años no habían sido perdidos, y ver cómo sus hijos habían crecido tanto era un recordatorio constante de ese hecho. Pero su hermana había tenido razón: todos aquellos álbumes y cintas de videos habían ayudado a llenar un poco el vacío. Se había sorprendido cuando Elena se apareció con una caja de álbumes de fotos y, después de unos meses, también se encontró varias cámaras desechables que aún tenía que relevar.

De sus hijos tenía miles de fotos y estaba muy agradecida. Le tomó días revisar todo.

En el suelo, frente al televisor, tenía abierto un álbum que en lugar de fotos contenía recortes de artículos relacionados con Ciao; copias de la carta de la editora Constance y fotografías de la mujer, había deducido que las había recortado de los periódicos y revistas. Cuando encontró el álbum en una caja debajo de su cama, le pareció lo suficientemente extraño como para no mencionárselo a su hermana. No tenía idea de por qué tenía aquellos recortes, pero sí se dio cuenta que, por las fechas, parecía haber empezado a coleccionarlos desde que comenzó a salir con Constance y los niños.

Las fotos que estaba mirando en ese momento habían sido capturada por un periodista en Milán, cuando ella acompañó a Constance a un evento de moda. En una de las fotos, Constance lucía un hermoso vestido rojo diseñado por Valentino. Estaba rodeada de cámaras y periodistas, mientras Ella se encontraba a dos pasos detrás, siguiéndola, y la morena la miraba por encima del hombro con una leve sonrisa. La foto había capturado un momento perfecto. Y como esa, había muchas más desde varios ángulos.

Todo lo que tenía y lo que su hermana le había mostrado tenía sentido: el motivo por el que se había mudado a Nueva York, los momentos y las fechas de las fotos e incluso por qué había comenzado a trabajar en un lugar como Ciao.

Lo que no le hacía sentido era el papel que había tenido esa mujer en su vida.

Comprendía que había sido su jefa, pero una vez que revisó las fotos y los videos, no entendió la repentina aparición de Constance con los niños y con ella en lugares que claramente no estaban relacionados con Ciao o su trabajo, ni siquiera el cambio en el tono de sus mensajes (aunque estos eran muy escasos).

Ella se mordió el labio al notar que el vídeo llegó a una parte que reconocía perfectamente.

La cámara se movió torpemente hasta que la imagen se estabilizó por completo. Constance miraba hacia abajo y en su regazo tenía un león de peluche, y con los dedos peinaba con delicadeza la melena.

-¿Qué estás haciendo? -Preguntó la persona grabando (y Ella se reconoció a sí misma) con un tono divertido.

-¿Qué parece que hago, Eliana? -Constance alzó la cabeza para mirarla y puso los ojos en blanco al darse cuenta de que estaba siendo grabada.

Ella pausó el video cuando los labios de la morena se curvaron en una sonrisa que parecía intentar disimular. "Eliana" así le llamaba Constance en varios videos y mensajes de voz. Lo que más le sorprendía era la entonación que usaba para pronunciar su nombre, que de alguna forma lo hacía sonar elegante. También fue así como Constance la había llamado varias horas antes en el museo, y luego se corrigió rápidamente susurrando un "Ella".

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora