-¿Con mucha prisa hoy? -preguntó la pelirroja, inclinando la cabeza hacia el auto negro que esperaba por Ella.
-Sí, y con esta lluvia estoy más que agradecida -sonrió, recordando cómo Constance le había pedido a Aldo que la llevara a Happy Beans porque "necesitaba un café de inmediato". En el fondo sabía que lo había hecho para que no tuviera que caminar bajo la tormenta... o al menos eso le gustaría pensar.
-Al menos parece que el mal tiempo no ha afectado tu buen humor. Aquí tienes -colocó los dos cafés frente a ella-. ¿Algún dulce para hoy?
-Lo de siempre, por favor -dijo mientras preparaba el café con azúcar y le añadía un poco de crema con sabor a caramelo a su vaso-. ¿Necesitan una lanzadora? -preguntó al leer el cartel detrás de la barista.
-¡Ah! Sí, ese es mi equipo de sóftbol... Todavía no hemos encontrado un reemplazo. Nuestra lanzadora se lastimó el hombro, así que decidí poner el anuncio aquí y parece que ha funcionado; eres la tercera persona que pregunta.
-¿Tienen alguna prueba?
-¿Estás interesada? Este sábado tendremos las pruebas con el equipo.
-Sí, claro -dijo, aunque no estaba segura de si tendría suficiente tiempo para un pasatiempo-. Fui lanzadora en mi equipo de la universidad.
-¿¡En serio!? -Jessica se limpió las manos en el delantal y se giró para agarrar un papel de un montón, entregándoselo-. Ahí tienes toda la información.
-Bien, perfecto. -Dobló el papel y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta antes de tomar la bolsa de papel y el portavasos-. Mejor me apuro.
-¡Espero verte el sábado, Ella!
Ella la miró y asintió con una sonrisa.
Ella llegó justo a tiempo y se apresuró a quitarse la chaqueta y dejar el bolso sobre su silla antes de agarrar el café de Constance y llevarlo para dejarlo sobre el escritorio junto con la bolsa de papel. Constance alzó la cabeza al ver la bolsa de papel y siguió con la mirada a la asistente que salió rápidamente para buscar los papeles que le había pedido al llegar a la oficina.
Ninguna de las dos mencionó nada sobre el pastel. Se había convertido en una rutina, un acuerdo tácito por así decirlo: Eliana aparecía de vez en cuando con algún tipo de dulce para acompañar el café, y Constance no cuestionaba por qué lo hacía.
Constance se enderezó en la silla al apartar el periódico que había estado leyendo, acercó la carpeta con las fotografías y, con la otra mano, agarró el café para dar un sorbo.
Algo era diferente. Tomó otro sorbo y luego otro, saboreándolo, intentando determinar qué era lo que tenía diferente. ¿Acaso esto era otro "riesgo" de su asistente? Tenía agallas para atreverse a cambiar su pedido de café.
Desde su asiento, con las persianas abiertas, tenía una vista casi completa del piso, así que alzó la mirada y se fijó en el escritorio de su asistente. Eliana no estaba allí, pero en pocos segundos apareció con unos papeles en la mano y un paquete amarillo. La asistente se sentó, soltó un largo suspiro y luego agarró el café para beberlo.
Constance se cubrió disimuladamente la boca con una mano, intentando ocultar la sonrisa cuando vio la mueca que hizo Eliana al probar el café y, aún más divertido, cuando giró la cabeza hacia ella con una expresión de pánico.
Tal vez no tenga tantas agallas -pensó Constance cuando quedó claro que Eliana se había equivocado con el café.
Eliana entró en la oficina con una expresión alarmada.
-Constance, lo siento, yo—
-¿Por qué te disculpas? ¿Me trajiste los papeles? -Fingió confusión. ¿Por qué tenía que jugar así con ella?
-¿Qué?
Ah, sí, por esa expresión sin precio.
-¿Entonces?
-No, no es nada. Olvídalo.
Constance ladeó la cabeza y luego su mirada descendió al paquete amarillo que Eliana sostenía en las manos.
-Es para ti -explicó y sacó algo con forma rectangular, envuelto en papel de regalo-. De mi parte.
La morena se mordió el interior de la mejilla para no preguntar por qué le estaba regalando algo. No era su cumpleaños y dudaba mucho que siquiera supiera la fecha. Aceptó el paquete y lo empezó a desenvolver con tal lentitud que hizo que Eliana comenzara a alternar su peso de un pie a otro, y en menos de un segundo comenzó a explicarse.
-Me tomó semanas completarlo... Y quería hacerlo todo a mano, incluyendo el marco. Espero que sea de tu agra—
Eliana se quedó boquiabierta al ver la reacción de Constance, quien se llevó la mano a la boca y contuvo el aliento.
-Eliana esto... -Constance se cubrió la boca, estudiando cada centímetro de la fotografía enmarcada. Seguramente había sido tomada durante el vuelo de regreso desde Milán: Constance estaba dormida, reclinada en el asiento del jet privado, con Maura sobre su regazo, escondiendo el rostro en su cuello, y los brazos de Constance rodeaban a los mellizos que se habían acomodado a sus costados, todos ellos acurrucados y cubiertos por una manta gris.
-No pude resistirme a capturar ese momento... Era perfecto y quería que lo tuvieras.
-Es hermoso, Eliana. Gracias...
Las dos permanecieron mirándose a los ojos por varios segundos hasta que Constance apartó la mirada para hacer espacio en su escritorio y colocar la foto.
-Lo... ¿Lo pondrás ahí? -Preguntó sin pensarlo. Constance había quitado el marco plateado (el portarretrato de la foto de Constance y Arthur), y no sabía si estaba más sorprendida de que lo estuviera reemplazando con este o porque lo consideró digno de permanecer sobre su escritorio, donde solo tenía dos marcos de fotos personales: una foto de Maura y la que acababa de ser reemplazada.
-Es lo que acabo de hacer -dijo en voz baja, poniéndose de pie para colocar el marco plateado en la estantería junto con el resto de las fotos de personas importantes que había conocido durante su trayectoria en Ciao-. Ha sido un gesto muy... especial, Eliana. Es el regalo más personal que alguien me ha hecho en mucho tiempo. Te lo repagaré de alguna manera.
-¿Qué? ¡No! Es... no espero nada a cambio, solo quería que lo tuvieras. Mis hijos... -Se mordió el labio inferior y apartó la mirada por un instante-... te aprecian mucho, Constance, especialmente Izzy que te adora. -Ella hizo una pausa al notar la leve sonrisa en los labios de su jefa y tragó saliva antes de continuar-. Traeré los papeles de inmediato.
Constance se volvió a sentar, siguiendo con la mirada a la rubia que ni siquiera le dio tiempo para responder antes de dar media vuelta y salir a buscar los papeles. Constance miró de reojo la foto y sonrió abiertamente antes de volver a ponerse seria al escuchar los tacones resonando cuando su asistente regresó a la oficina.
-¿Algo más, Constance?
-Quiero el mismo café después de la reunión con Marcs.
La boca de Eliana se abrió y cerró varias veces sin decir una palabra.
-Claro.
-Eso es todo.
ESTÁS LEYENDO
Extrañas por Naturaleza
FanfictionPrecuela de Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad (Tú y Yo): La historia de cómo Constance y Ella se conocieron. Extrañas por Naturaleza sigue la vida de Ella Quinn (un personaje original) y Constance Isles. La historia está dividida en tres actos. El...