Capítulo 19

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Constance había olvidado quién era. Tarde o temprano esto pasaría. Fotos de ella con los niños y Eliana aparecieron en las noticias de farándula, cuestionando su relación con la asistente, aparte de otros comentarios de mal gusto sobre su liderazgo en Ciao. Algunos artículos hasta habían incluido fotos del evento en el MET, acompañadas de teorías alucinantes sobre su relación con la mujer. Nunca había prestado atención a los chismes sobre su persona, pero cuando Arthur comenzó a cuestionar sus salidas, enviándole unos recortes de los periódicos, se vio forzada a enfrentar la realidad. Las fotos no eran las mismas que Rafael le había entregado, y él aseguró que no se trataba de su conocido.

Habían tenido demasiada suerte durante meses. Pocas personas la habían reconocido, en parte porque se preocupaba de llevar gafas de sol e intentaba vestir más 'normal' -como Eliana había aconsejado- para sus salidas a los museos y zoológicos. Nada llamaba la atención en un zoológico como una mujer en un vestido de Armani y tacones que costaban más que dos meses de arriendo.

Constance suspiró, cruzando y descruzándolos los brazos de inmediato al ahogar un gemido de dolor. La chaqueta de mangas largas ocultaba el moretón más reciente en su bíceps.

Tenía que tomar una decisión, aunque en el fondo era consciente de que ya había sido tomada por ella.

Cuando Ella volvió de Calvin Klein con los pantalones que Constance había pedido, dos magdalenas esperaban por ella sobre el escritorio. Ella suspiró al ver lo que estaba escrito con glaseado "#4" y en la otra magdalena "DÍAS". Al principio pensó que se trataba de la misma persona que había dejado una magdalena de red velvet sobre su escritorio el día de su cumpleaños, pero no fue así. Esta vez era un obsequio de parte de Rafael y Sarah; una magdalena de cada uno. Al parecer los dos se habían quedado de acuerdo en celebrar sus "últimos" tres meses. El mes anterior había sido una tarta y globos. Constance no había estado muy feliz con los globos, aunque nadie se atrevió a explicarle lo que significaban.

-Eliana.

Ella casi se atora con el pedazo de magdalena de chocolate. Se limpió la comisura de los labios y bebió la mitad de la botella de agua que le quedaba.

-¿Sí, Constance?

-Necesitaré unos collares de Dior. ¿Confirmaste la cita con Jonathan?

-Sí, está programado para en una hora.

-Bien. Aldo te está esperando en el garaje para ir a buscar a Maura. ¿Y la reservación en Le Bernardin?

Ella no contestó.

-¿Eliana?

-¿Tendrás una cita? ¿Con él? -Cómo era posible... después de pedirle que hiciera todo en sus manos para evitarlo y ahora...

Constance frunció el ceño ante la pregunta tan fuera de lugar. La pregunta era innecesaria, eso Constance lo sabía y Eliana también.

-¿Por qué no puede traerla él mismo? -Preguntó y su enojo se hizo notar no tanto en su tono como en su mirada

-Ya hemos tenido esta conversación en el pasado, Eliana. Sabes que no me gusta repetirme.

-No tienes ningún problema para permitir que otras cosas se repitan -espetó entre dientes con frustración. -La expresión en el rostro de Eliana fue indicación suficiente para saber que aquellas palabras fueron una sorpresa para ambas.

Constance se puso de pie de inmediato, con los puños cerrados.

-Reconoce tu lugar -advirtió. ¿Qué era lo que había cambiado para que le estuviera hablando de esa forma? Eliana nunca le había respondido de aquel modo.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora