Capítulo 09

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-Esta ciudad es una locura. -Elena se sentó a su lado, agitando un abanico.

-¿De dónde sacaste eso? -Le ofreció un café frío y Elena soltó el abanico de inmediato. Por un momento, Ella pensó que su hermana sería capaz de tirarse el café encima, solo para refrescarse.

-¿Te he dicho que eres la mejor hermana del mundo? Porque lo eres. Y eso me lo dio un extraño. Dios, no puedo esperar a que sea otoño. Estas temperaturas me están matando.

-Solo falta un mes, puedes sobrevivir. ¿Y de qué te quejas? Te pasas el día dentro de un hospital con aire acondicionado.

Elena refunfuñó y cerró los ojos al tomar el primer sorbo de la bebida fría.

-Solo salgo en este calor por ti. Y... -alargó esa "y" con un tono que Ella conocía demasiado bien- porque creo que sabes qué te voy a preguntar. Así que suelta, ¿qué fue todo eso la semana pasada?

-No sé de qué hablas. -Bebió de su propio frappuccino de caramelo, con la mirada perdida en los extraños que caminaban de un lado a otro. No se encontraban a más de una cuadra de Ciao y no pudo evitar mirar en dirección del edificio.

-Ah, claro, cierto que tu memoria falla a veces -dijo con sarcasmo-. Permíteme recordarte: la noche que recogiste a los niños porque tu jefa te invitó a cenar.

-Eso fue todo.

Elena soltó una carcajada.

-No conozco a esa mujer, pero por lo que he me has dicho, no parece ser de las que invita su asistente a cenar en su propia casa. ¿No?

Ella todavía estaba intentando procesar aquello, cuestionando si realmente había sucedido.

-Lo hace por los niños -dijo sin pensar y cerró la boca al caer en cuenta que esa podría ser una posibilidad real. Era cierto que los niños se llevaban muy bien y a Maura le agradaba pasar tiempo con los mellizos. Eso tendría mucho más sentido que todas las otras opciones que se le habían pasado por la cabeza.

"Asumiendo riesgos" ¿Qué significa eso para Constance Isles?

-¿Se puede saber que estás pensando? -preguntó Elena.

-Que tengo que volver al trabajo -anunció poniéndose de pie, sonriendo ante la expresión escandalizada de su hermana.

-¡Pero acabo de llegar!

-Tarde.

-Por mi trabajo.

Ella se encogió de hombros.

-Está bien... te acompañaré hasta el edificio, y no te preocupes, ya no haré más preguntas. Aunque si tengo que decirte que... conocí a alguien.

-¿Qué?

-Un hombre atractivo, doctor -claro- porque quién más puede vivir con mis horarios—

-¿Y dos personas con ese horario es mejor? Supongo que sí, si los dos nunca salen del hospital...

-Supongo que me merezco eso.

Ella sonrió y entrelazó su brazo libre con el de su hermana.

-Cuéntame más sobre ese hombre...

Ella llegó a su escritorio justo a tiempo para recoger su bloc de notas y dirigirse rápidamente al salón donde todos ya se encontraban sentados alrededor de una gran mesa ovalada. Reconoció a algunos presentes: Evan del equipo de editores de artículos y Alva del equipo digital. Rafael sonrió al verla entrar y sentarse al lado de Constance. Sarah, que estaba sentada al lado de Rafael, la miró y le guiñó un ojo, dejándola boquiabierta.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora