Capítulo 40

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Ella volvió a Nueva York desganada, aunque el reencuentro con sus hijos después de varias semanas y escuchar sus anécdotas ayudó a levantarle el ánimo. Durante la primera semana, se mantuvo tan ocupada para evitar pensar, que apenas fue consciente del paso del tiempo. Le costaba conciliar el sueño por las noches. Al principio pensó que se debía al cambio de hora, pero luego se dio cuenta de que era porque extrañaba la presencia de Constance a su lado y despertar junto a ella.

Cuando Rafael se enteró de que había regresado, la llamó de inmediato para cobrar un favor.

Un favor que la llevó a donde se encontraba ahora: saliendo de una limusina, aceptando la mano extendida de Rafael para ayudarla a bajar. Las cámaras casi la ciegan, y estaba segura de que los periódicos de farándula se deleitarían inventando rumores. No será la primera vez que lea especulaciones sobre su supuesta relación amorosa con Rafael. También había varios 'periodistas' que se atrevían a hacer referencia a su tiempo como asistente de Constance y cómo encontraban 'curioso' que ahora estuviera acompañando al nuevo editor en jefe de Ciao.

La alfombra roja en el evento de exposición de moda en el MET fue, por suerte, breve. A Ella no le importaban los rumores ni la atención no deseada. En ese momento, lo único que buscaba era una distracción, y fue justo lo que encontró.

—Parece que necesitas esto.

Ella se giró y sonrió al ver a Sarah ofreciéndole una copa de champán.

—Valentino... el azul real te queda bien —observó.

—Vaya, un halago de Sarah Bell. Es mi noche de suerte.

—Pensé que aún estabas en Francia, haciendo, hmm, quién sabe qué —dijo con una sonrisilla que intentó ocultar detrás de su copa—. Cuando Rafael me dijo que habías regresado hace una semana, no pude evitar pensar que me has estado evitando. —Sarah se apoyó en la pared, con una expresión pensativa—. Y me pregunté, ¿por qué Santorini estará evitándome? Entonces recordé nuestra última conversación.

—Sarah...

Sarah sonrió como una niña traviesa.

—Sabía que no se podría resistir a ese Arsouni —susurró sin dejar de sonreír.

—No sé de qué hablas.

Sarah observó cómo Ella intentó mantener una expresión neutral, pero su pecho y cuello se habían sonrojado notablemente.

—No tienes que decir nada, Ella. ¿Somos amigas, no? Lo único que me importa es que estés bien y feliz. ¿Lo estás? —preguntó con un tono más suave.

Ella solo pudo asentir levemente, intentando mantener bajo control la ola de recuerdos que se le vino encima. No ayudó mucho y comenzó a sentir calor, así que tomó varios sorbos de champán, casi tomándosela toda. Por la mirada que Sarah le lanzó, estaba casi segura de que la mujer había deducido lo que estaba pasando por su cabeza.

—Muy bien.

¿Eso es todo lo que dirá? pensó Ella.

—¿Alguien sabe? ¿Rafael?

—Solo tú... ni siquiera Eli, aunque ha notado que estoy... ¿diferente? No le tomará mucho tiempo en deducirlo.

Sarah estuvo a punto de decir algo, pero el móvil de Ella sonó, y observó cómo sonrió de oreja a oreja al ver el mensaje:

"Azul real comienza a ser mi color favorito. Hermosa. —C"

—Bueno, será demasiado obvio si sonríes así siempre que lees uno de sus mensajes.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora