Capítulo 17

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-Todavía no puedo creerlo. ¿Estás segura de que no quieres que te espere? Te puedo llevar a tu departamento. Puedo esperar.

Ella sonrió apenada, girando el cuerpo para agarrar su mochila del asiento trasero.

-No es necesario, Jess. En serio.

-¿Nos vemos mañana?

-Temprano para el café, como siempre -aseguró con una sonrisa de oreja a oreja, y si notó una pizca de decepción en el rostro de la pelirroja, decidió descartarlo.

-¿Por qué demoraste tanto? -Exigió saber Constance, formando una fina línea con sus labios cuando su mirada se encontró con la pelirroja, quien seguía mirándolas con el ceño fruncido-. ¿Qué diablos estás usando?

-Es domingo, Constance. Esto es un uniforme de softbol -Refunfuñó Ella, girándose cuando Jess hizo sonar el claxon, despidiéndose con la mano antes de poner el auto en marcha.

-Quién lo diría... el romance juvenil de corazones dibujados en un vaso de cartón dio fruto. - Comentó Constance con un tono sarcástico.

-¿Qué? ¿Romance? De qué... oh. No, eso... -Intentó explicar Ella, sintiendo una mezcla de incomodidad y sorpresa por el comentario de Constance.

-No me importa cómo decides pasar tu tiempo libre o con quién tienes tus aventuras -dijo Constance con indiferencia, provocando otro refunfuño de Ella.

-Se nota. Estoy aquí un domingo. -Contestó Ella, frustrada.

-Vaaaaaleee. -Dijo Rafael que había observado y escuchado todo el intercambio, y decidió intervenir aclarándose la garganta para que aquel intercambio raro no llegara a más.

Para sorpresa de los dos, Constance pareció ignorar la interrupción y las palabras de Eliana.

-¿Trajiste lo que te pedí? -Preguntó con impaciencia.

Ella giró la mochila sobre su torso y buscó la carpeta, entregándosela a Constance que dio media vuelta sobre los talones y se alejó de los dos.

-¿Y ahora qué pasó? -Se preguntó la rubia en voz baja.

-Pues no sé. Estaba muy bien, me atrevo a decir que hasta alegre... hasta que llegaste.

-Vaya... gracias por decirme eso. No tienes idea de cuánto me sube el ánimo.

El hombre se abstuvo de responder de inmediato y tomó varios segundos para procesar el sarcasmo en aquellas palabras y cómo las dos habían actuado. Algo estaba pasando y estaba decidido a averiguar exactamente qué.

-¿Ya tienes que irte? -Ella negó con la cabeza y Rafael le hizo una seña para que lo siguiera-. No puedo creer que no me hayas dicho nada sobre Jessica. Sarah no se lo va a creer.

-¿De qué hablas? -Preguntó Ella, confundida.

-¿No están juntas?

Ella abrió los ojos escandalosamente y negó rápidamente, sintiendo cómo el rubor subía a sus mejillas.

-¡No! Solo somos amigas. Estamos en el mismo equipo de softbol. Soy la lanzadora.

-Eso explica los brazos -murmuró Rafael, riendo suavemente.

-¿Qué?

-Nada, Santorini.

Ella suspiró y su mirada paseó por la zona de la sesión de fotos, hasta posarse en la espalda de Constance que movía los brazos con gracia y autoridad, indicando y señalando varios lugares al fotógrafo.

-Rectifico -dijo Rafael con un suspiro y Ella sonrió de oreja a oreja; sabía que no se podría aguantar-. ¿Qué fue lo que pasó con Jessica, entonces?

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora