Capítulo 13

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-¡Oh! Exclamó Ella, poniéndose de pie cuando Constance salió del ascensor con Maura dormida en sus brazos. Constance se detuvo frente al escritorio, mirándola de reojo con curiosidad.

-Amm... -Ella miró el reloj para asegurarse de que no se le hubiera pasado la hora

-Tan elocuente como siempre, Eliana. ¿Qué haces aquí tan temprano? Ya puedes cerrar la boca.

-Amm. Esto... el auto de mi hermana se rompió y tuve que... eso no le importa -dijo sin percatarse del cambio en la expresión de su jefa-. Llegué temprano y aproveché para comenzar con las tareas pendientes. No pensé que fueras a llegar tan temprano, ahora mismo voy por el café.

-Eliana -dijo Constance y Ella dejó de buscar en su cartera y alzó la cabeza para mirarla-. Respira.

La asistente asintió en silencio y sonrió al ver el pingüino de peluche entre el pecho de Constance y la niña. Constance siguió su mirada y la sonrisa fue un reflejo de la de su asistente.

-No lo suelta ni para bañarse -dijo en voz baja, acariciando en círculos la espalda de la niña-. ¿Y los niños?

-¿Eh?

-Tus hijos, Eliana.

-En la guardería.

-No pensé que madrugar te afectara tanto. Por favor, cómpranos café.

Eliana pestañeó, boquiabierta -razones no le faltaban-, para empezar, Constance Isles no pedía, ella exigía. Y Ella lo ha ido notando con el tiempo; cosillas minúsculas para cualquier otra persona 'normal', como un simple "por favor" o "gracias". Y Constance no solo estaba pidiéndole un favor, sino que también quería que se comprara un café. Tuvo que haber escuchado mal. No había otra explicación.

-¿Escuchaste?

-Sí. Claro, enseguida vuelvo con el café, los cafés, Constance.

La otra mujer suspiró al poner los ojos en blanco y entró en la oficina con su hija aún dormida en brazos.

-La llevé a la guardería -dijo sin alzar la cabeza. Aunque no la había visto, podía sentir cómo su asistente miraba alrededor buscándola.

Eliana no tardó más de quince minutos en regresar. Parecía poco tiempo considerando la distancia hasta Happy Bean, pero Constance sabía que era más tiempo del que normalmente le llevaba.

-Aquí tienes. Está muy caliente. Y estas flores llegaron para ti. -Colocó el ramo de rosas rojas sobre el escritorio y puso el sobre al lado del café. Constance miró las flores con desdén y ni se molestó en leer la nota, como si supiera ya su contenido y quién las había enviado.

-Me sorprende. Por un momento pensé que habías ido a Colombia a cosechar los granos de café tú misma -dijo con seriedad.

Ella no pudo contener una risita, y Constance pensó que su asistente estaba demasiado relajada con ella. No le temía -si es que alguna vez lo hizo- como muchas de sus otras asistentes. Incluso con Sarah era diferente; podía ver el miedo en los ojos de su exasistente. El brillo en los ojos de Eliana era completamente distinto, no era un brillo de miedo, sino de ambición y determinación.

Constance se preguntó si debía reconsiderar su trato con ella. Solo habían pasado tres días desde que se quedaron hasta tarde, bebiendo de la botella de whisky que había guardado solo para 'emergencias'. Habían hablado libremente, como si fueran amigas y no jefa y subordinada. Se sintió bien... poder hablar así con alguien. Ambas terminaron un poco borrachas y cuando Aldo las recogió frente al edificio, Constance se disculpó por la poca profesionalidad de la situación, a lo que Eliana le recordó que no estaban en horario laboral.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora