Capítulo 38

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Nota: La clasificación de esta historia cambia oficialmente a 'madura' con este capítulo. Disfruten y Feliz Año Nuevo ~ 

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En retrospectiva, haber tomado un vuelo de ida y vuelta de solo cuarenta y ocho horas había sido una de las peores decisiones que había tomado en su vida. Constance le había preguntado si podía cancelar el vuelo de regreso o cambiarlo para quedarse unos días más, pero no fue posible.

En el momento en que Ella se encontró sin sus hijos durante tantas semanas, aprovechó la ocasión para ocuparse de todo lo pendiente y cerrar algunos cabos sueltos de los asuntos de "Claude". Cuando regresó a Nueva York, estuvo toda esa semana de un lado a otro y apenas terminaba en casa para dormir. El contacto diario con Constance era lo único que la mantenía conectada a la realidad. Los mellizos aún tenían dos semanas más de vacaciones con su padre, y Ella tendría que viajar a Italia y luego regresar a Francia para cubrir un evento en el museo Louvre y escribir un artículo para su trabajo como freelance.

El viaje en tren de Milán a Francia la dejó exhausta y no pudo dormir en absoluto. Estaba segura de que no era nerviosismo por el evento, ya que con los años había ganado mucha experiencia y se había hecho un nombre por sí misma con su escritura, lo suficiente como para que la contrataran internacionalmente. Así que solo quedaba otra explicación para la ansiedad que sentía: Constance. Las dos habían quedado en encontrarse en el museo.

La risa de Sarah resonó en la habitación del hotel.

—Es encantador que estés nerviosa. No puedes fallar con el vestido de Arsouni. Recuerda tomar fotos, ¿aún llevas una cámara a todos lados?

—No sacaré una cámara desechable en pleno evento en el Louvre, Sarah —protestó mientras se ponía el vestido.

—No me sorprendería que lo hicieras.

Ella pausó sus movimientos solo para poner los ojos en blanco, mirando el teléfono como si la mujer pudiera ver la mirada que le estaba lanzando. No era necesario ver a Sarah para saber que portaba la misma sonrisilla que siempre tenía cuando se reía a costa suya.

—¿Te decidiste por los zapatos?

—Sí. Los rojos.

—Ah, cierto, que el tema del evento es rojo de pasión —Esta vez no pudo contener la risa burlona al remarcar esa palabra.

—Ni se te ocurra... —advirtió.

—No es mi culpa que hayas salido tan... mojigata. ¡Quién lo diría!

—¿¡Mojigata!?

—¿Qué otro adjetivo prefieres que use cuando has esperado a confesarte por más de cinco años y cuando lo hiciste y fuiste fogosamente correspondida ni a segunda base llegaste? —El tono divertido de Sarah no hacía nada para aligerar la vergüenza de Ella. Sabía que había cometido un error al abrir la boca y contarle lo ocurrido a la mujer.

—Por Dios... no tendré esta conversación contigo. No otra vez.

—Yo solo digo que... no puedo creer que vaya a decir esto sobre Constance porque la mujer sigue siendo una diosa para mí, pero si no te devora viva al verte en ese vestido, entonces ninguna de las dos tiene remedio.

—¡Sarah!

—Hasta Eli opina lo mismo.

Ella se pellizcó el puente de la nariz. Su hermana se había hecho tan buena amiga de Rafael y Sarah, incluso Alba, que ahora Sarah le llama "Eli".

—Si seguirán haciendo sus pequeñas 'conferencias' sobre mi vida sexual—

—O falta de —interrumpió Sarah y Ella soltó un gruñido que hizo que Sarah se riera—. Lo siento, lo siento, es demasiado fácil... continua.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora