Capítulo 15

24 2 0
                                    

-Noah, busca a tu hermana -pidió Ella, mirando el reloj otra vez.

-Déjame ver si entiendo.

Ella se quejó al escuchar a su hermana decir lo mismo por segunda vez.

-Constance Isles. LA Constance Isles te pidió que fueras con ella al acuario un sábado, y especificó que no irías como su asistente...

-¿Cuánto falta para que arreglen tu apartamento?

-Pfff. Sabes que te encanta tenerme aquí, y a los niños también. No intentes cambiar el tema.

Ella terminó de tomar el poco café que le quedaba en su taza.

-No estoy evitando nada. Eso es lo que pasó, ya te lo he dicho tres veces. No sé qué más quieres que te diga.

-¿No te lo has preguntado? Si no te quiere como asistente, ¿qué más podría ser?

-No lo sé. Tal vez otra madre, mujer, amiga, quién sabe. -Hizo una mueca, ya que no creía que Constance la viera a ella o a alguna otra asistente como amiga. Ni siquiera Rafael, que era lo más cercano que tenía a un amigo en Ciao-. No quiero pensar en eso.

-Claro que no. Porque si lo hicieras, te darías cuenta de que no tiene sentido alguno. Durante el día actúas como si estuvieras caminando sobre minas alrededor de tu jefa, y por la noche llegas diciéndome que tienes una cita en el acuario.

-¡No es una cita! -objetó rápidamente-. ¿Por qué tiene que ser algo más? Solo lo hace por Maura.

-Aja.

-¡Izzy, Noah!

Los dos niños llegaron corriendo, claramente emocionados; apenas habían podido dormir después de decirles que irían al acuario.

Ella se detuvo frente al espejo de cuerpo completo y se abrochó un botón más de la blusa, luego se arremangó las mangas y recogió varios mechones de cabello, colocándolos detrás de la oreja. Había decidido llevar el cabello recogido en una coleta alta y pensó que sería buena idea llevar una bufanda. Trabajar en Ciao era difícil, pero lo más desafiante era ser la asistente de la mujer que tenía tanta influencia en el mundo de la moda. Constance siempre lucía impecable.

-Desabrochate de nuevo el botón -reprendió su hermana y Ella puso los ojos en blanco.

-Está más fresco hoy.

-Tampoco tienes que asfixiarte.

Ella volvió a desabrochar el botón.

-¿Feliz?

-Creo que Constance lo estará.

-Para ya con eso -se quejó, y se calmó al ver que los niños aparecieron al mismo tiempo que sonaba el teléfono.

-Ya llegan en tres minutos. Noah, ¿dónde dejaste el suéter? Anda a buscarlo. -Lo último que necesitaba era que su hijo se resfriara, porque si eso sucedía, significaba que Izzy también se enfermaría, y eso la dejaría a ella en un aprieto. Y Constance no estaría feliz con una asistente portadora de virus.

El auto era diferente. Si no fuera porque Constance salió del BMW estacionado frente al edificio, Ella se habría quedado esperando y mirando a su alrededor como una tonta. La mirada de Constance la recorrió de arriba abajo, como solía hacer, y Ella se tensó, esperando alguna señal de disgusto, pero no hubo nada. Era todo un talento, realmente, cómo la morena podía mantener una expresión tan neutral.

Lo sabía. Realmente esperaba que Constance no pensara que iba a comprar ropa de diseñadores para cada día, viviendo en Nueva York y con un salario de asistente.

Extrañas por NaturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora