𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐢𝐢𝐢. 𝑼𝒏𝒂 𝒃𝒐𝒅𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒍𝒊𝒄𝒕𝒊𝒗𝒂

Daemon se acercó al Rey Viserys con una enorme sonrisa adornando su cara. Aunque al principio el rey lo miró con cierto desdén, pronto terminó soltando una pequeña risa y abrazando a su hermano con calidez, Viserys mientras lo mantenía en sus brazos, le susurró al oído.

—Ni siquiera pienses en hacer uno de tus escándalos... Rhaenyra está comprometida con Laenor y esta boda con Dorne debe llevarse a cabo ¿entendido?

—Nunca me atrevería a ir en contra de sus deseos, mi Rey —respondió Daemon con burla.

—Entonces, ¿por qué no estás en el Valle junto a tu esposa, como te ordenó tu Rey?

Viserys ya no parecía divertido; su voz había tomado un tono severo. Alicent también observaba a Daemon como si su sola presencia significara malas noticias, aunque como era su costumbre, mantenía una imperturbable expresión cordial.

—Mi lugar ahora es estar con mi hermanito, ¿no crees? Prometo ir al Valle después de esta boda. Sé que no puedo escapar de esa desagradable mujer para siempre —dijo Daemon, dándole unas palmaditas suaves en el brazo a Viserys, con una sonrisa repleta de sarcasmo. Luego se volvió hacia Aegon—. Si me hubiera enterado antes, te habría acompañado a la Calle de la Seda, aunque aún no es tarde para celebrar el fin de tu soltería.

—Esta noche tengo que estar con mi "esposa" cumpliendo con el deber —respondió Aegon, divertido, mientras su hermano se reía.

—¿Ya la viste? ¿Es bella? Puedo ayudarte a escapar si no lo es; no quiero que sufras lo mismo que yo.

—Es bella... no me quejo, pero... no la conozco de nada.

—Eso se arregla fácil. Si me disculpas, iré a saludar al resto de los invitados.

Daemon comenzó a desplazarse entre la multitud. Todas las Grandes Casas estaban presentes, luciendo sus mejores prendas y galas. Saludó a los Velaryon con amabilidad, aprovechando para felicitar a Laenor por su compromiso con su sobrina.

Justo en ese momento, sus ojos encontraron a quien buscaba, el príncipe Qoren estaba a pocos pasos conversando con Tyland Lannister y su hermano gemelo, Jason. La expresión de Daemon se tornó divertida, intrigante y llena de arrogancia. Era la primera vez que lo veía en persona, pero por sus características físicas y su indumentaria dorada, distinta a la de los demás, pudo deducirlo de inmediato. El gran tamaño y los rasgos intimidantes del príncipe dorniense solo avivaron su deseo de provocarlo.

Corlys al notar la tensión en el ambiente, compartió esa mirada adversaria, ya que los príncipes Martell también habían sido sus enemigos en aquella guerra. La princesa Rhaenys se percató de la situación y dirigió una advertencia silenciosa a su esposo con un leve movimiento de cabeza, lo que llevó a Corlys a contenerse.

Qoren Martell, consciente de las miradas feroces dirigidas hacia él, respondió con la misma aspereza y arrogancia. Sus labios se curvaron en una sonrisa torcida y ambos príncipes se quedaron observándose fijamente por un momento, sin ceder. Finalmente, notaron que la ceremonia estaba a punto de comenzar y debieron trasladarse a sus lugares designados para participar en la tan esperada celebración.

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El septon se colocó al frente, en medio del silencio expectante que envolvía a la multitud reunida. Todos estaban en sus posiciones, listos para escuchar su sermón. Las palabras del septon resonaban con solemnidad en el aire mientras los asistentes se esforzaban por mantener el silencio, a pesar de la gran cantidad de personas que abarrotaban el lugar.

En las primeras filas, la familia real se acomodó con una atención particular. Todos esperaban con gran expectación la llegada de la princesa Kassaia, quien, según la tradición debía ser entregada al altar por su hermano, el príncipe Qoren. Sin embargo, para sorpresa de todos, Kassaia caminaba sola, desafiando las expectativas.