𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐢. 𝑩𝒊𝒆𝒏𝒗𝒆𝒏𝒊𝒅𝒐 𝒂𝒍 𝑴𝒖𝒏𝒅𝒐

Rocadragón, la imponente fortaleza ancestral de los Targaryen desde su éxodo de la antigua Valyria, conocida como la residencia tradicional del heredero al Trono de Hierro. Durante los últimos seis años, ha sido el hogar de la princesa Rhaenyra y su familia. Sin embargo, nadie podría haber anticipado que poco después del funeral de Lady Laena Velaryon, su amado hermano y esposo de la princesa heredera, Ser Leanor, sería asesinado por su amante, Ser Qarl Correy, quien desapareció sin dejar rastro a pesar de la cuantiosa recompensa ofrecida por su captura.

El sufrimiento de la princesa Rhaenys y del Lord de las Mareas ha sido inmensa, sus únicos hijos habían partido de este mundo antes que ellos y para añadir mayor sorpresa. La reciente viuda se volvió a casar rápidamente con su tío, el príncipe Daemon, en una ceremonia conforme al rito del Feudo Franco Valyrio.

"Demasiada casualidad" murmuraron muchos, incluso aquellos cercanos a ellos no pudieron negar la inquietud que generaba la situación. Sin embargo, como ocurre con tantos eventos en la historia, los detalles permanecieron envueltos en misterio y silencio absoluto, permitiendo a cada individuo construir su propia versión de los hechos.

Para Lord Corlys Velaryon, la mejor manera de enfrentar su duelo fue dar marcha a la guerra contra la Triarquía para asegurar nuevamente los Peldaños de Piedra. Seis años llevaba en aquella lucha, mientras su esposa se había quedado sola en Marcaderiva, junto a sus demás familiares políticos y también su más grande consuelo. Su nieta mayor, Lady Baela, que crecía bajo su tutela con la aprobación de Daemon.

Durante estos seis años, muchas cosas han ocurrido. La princesa Kassaia Martell ha sufrido tres pérdidas gestacionales en ese periodo. El primero ocurrió un año verano desde los eventos en Marcaderiva; sin siquiera darse cuenta de su embarazo, despertó con un dolor punzante en el vientre y las sábanas manchadas de sangre. El siguiente ocurrió tres veranos posteriores, cuando llevaba apenas dos lunas de gestación. El último sucedió un verano después, con solo una luna de embarazo. Ahora, los dioses parecen haberle sonreído de nuevo, ya que llevaba nueve lunas de gestación y su vientre se encontraba hinchado, a punto de dar a luz una nueva vida.

La expectación entre el príncipe Aegon y sus hijas, Lady Daemma y Lady Meria, era palpable. Cuando la princesa Rhaenyra ofreció un huevo de dragón de Syrax, recientemente incubado, para colocarlo bajo la cuna del recién nacido, todos se llenaron de alegría.

El príncipe Daemon y Rhaenyra habían dado a luz a su primer hijo en común poco tiempo atrás. El pequeño fue llamado Aegon, lo cual tomó por sorpresa a muchos, pues no esperaban que ese nombre fuera a repetirse en la familia. Sin embargo, al final fue bien recibido, o al menos aceptado a regañadientes.

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El viento en Rocadragón era tan violento como en Marcaderiva, o incluso más. Los alrededores rocosos y las cavernas volcánicas que antaño fueron la cuna de dragones se alzaban imponentes desde los cimientos, formando acantilados peligrosos junto a la costa que casi nadie osaba acercarse si valoraba su vida; era una aventura reservada para los más audaces.

Mientras algunos guardianes de dragón y la princesa Rhaenyra se encontraban a varios metros de distancia con su bebé y sus otros hijos, los príncipes Daemon y Aegon, junto con Lady Meria, se aventuraron bajo el acantilado para alcanzar el huevo. Afortunadamente, Syrax estaba libre volando por los cielos, permitiendo a los intrépidos acercarse a su objetivo. Los tres, cubiertos de polvo, se aproximaron a la nidada, mientras los hermanos observaban a Meria con diversión.

—¿Quieren que escoja?... ­—preguntó la chica inclinándose cada vez más a la nidada, observaba con mucha atención los huevos de textura escamosa y volvió a hablar con aburrimiento—. Los cuatro huevos me parecen exactamente iguales.