𝐢. 𝑳𝒂 𝑳𝒂𝒅𝒚 𝑹𝒐𝒋𝒂

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Cuando el primer siglo de la dinastía Targaryen llegaba a su fin. La salud del viejo rey, Jaehaerys, menguaba... en aquellos días, la Casa Targaryen se erguía en la plenitud de su fuerza... — La voz cansada y ronca del rey Viserys se detuvo un momento, interrumpida por una tos seca que hizo que se cubriera la boca con el puño. Respiró profundamente, forzando una débil risa mientras observaba a sus nietos sentados a los pies de su cama, ansiosos por escuchar más de la historia que les contaba.

Los mellizos Jaehaerys y Jaehaera, que ya contaban con seis años de edad, se hallaban en su asiento envueltos en prendas color verde menta. Ambos sonreían de oreja a oreja, sus ojos brillando de emoción mientras cada uno sostenía a un niño más pequeño. Jaehaerys cuidaba de su hermano menor Maelor, quien estaba a punto de cumplir los cuatro años y Jaehaera abrazaba en sus piernas a su primita Alyseria, que con tres años era la más pequeña del grupo. La niña pequeña sin embargo, no compartía el mismo color de vestimenta, sino que llevaba un vestido de seda roja, bordado con finos hilos dorados.

—Bien... continuaré—dijo Viserys con una sonrisa débil, carraspeando antes de proseguir—. Con diez dragones adultos bajo su yugo.

—Ahora tenemos muchos más dragones—interrumpió Jaehaerys, con una sonrisa traviesa.

Antes de que pudiera decir más, su hermana melliza le dio un suave golpe en el brazo, frunciendo el ceño.

—No interrumpas, ya sabes que al abuelo le cuesta mucho retomar la lectura—le regañó. 

Jaehaerys que rara vez respondía a los enojos de su hermana, hizo una mueca y sacó la lengua, lo que provocó que Maelor y Alyseria estallaran en risas. Viserys sonrió con ternura, levantando la mano en un gesto para calmar la algarabía antes de que Jaehaera decidiera darle otro golpe a su hermano.

—No se preocupen, si es necesario, me tomaré todo el día, pero no me cansaré de leerles...—les dijo Viserys con una voz suave y con un suspiro, retomó su relato—. Aquí vamos... Ningún poder en el mundo podía oponer resistencia. El rey Jaehaerys había reinado cerca de sesenta años, en paz y prosperidad. Pero la tragedia había cobrado la vida de sus hijos, dejando la sucesión en duda. Así que, en el año101, el viejo rey convocó a su Gran Consejo para elegir a su heredero. Más de mil lores viajaron hasta Harrenhal... 

—¿Por qué en Harrenhal y no en Desembarco del Rey?—interrumpió Jaehaera, mirando curiosa a su abuelo. Todos la miraron y su hermano mellizo puso los ojos en blanco.

—Porque Harrenhal es el castillo más grande, tonta.—respondió el chico, con un toque de burla en la voz.

—No te hagas el listo, tonto.—Jaehaera le lanzó una mirada fulminante, que hizo que el niño frunciera el ceño. Viserys sonriendo levemente, levantó otra vez la mano en un gesto apaciguador.

—Ninguno de ustedes es un tonto. Todos mis nietos son muy inteligentes.—El rey con la mirada fatigada de un hombre ya consumido por los años y la enfermedad, se volvió hacia su nieta mayor, quien lo observaba con expectación. —Efectivamente, Harrenhal es el castillo más grande, mucho más grande que la Fortaleza Roja y era el lugar adecuado para albergar a tal cantidad de gente, querida.

—¡Wooow!—exclamaron Maelor y Alyseria al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo, lo que hizo reír a los mayores.

Viserys, satisfecho por haber aclarado la duda, retomó el hilo de la historia.

—Se presentaron catorce reclamos a la sucesión, pero solo dos se consideraron con seriedad. La princesa Rhaenys Targaryen, la descendiente mayor del rey, y su joven primo, el príncipe Viserys Targaryen.—El rey no pudo evitar soltar una pequeña risa, seguida de una tos profunda.

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⏰ Última actualización: 7 days ago ⏰

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𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora