𝐱𝐢. 𝑬𝒍 𝑮𝒂𝒏𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝑬𝒏𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒓𝒐

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Los ojos de Daemma se abrieron con sorpresa cuando Aemond la atrajo a una habitación que estaba aparentemente desocupada, las cortinas de felpa estaban cerradas por lo que, pese a ser de día el espacio estaba ligeramente oscuro, Aemond sostuvo uno de los bordes de un enorme estante que lucía algo pesado, con algo de fuerza comenzó a arrastrarlo alejándolo de la pared donde estaba pegado y en ese momento, Daemma se dio cuenta que había una pequeña puerta oculta del mismo color del muro.

No pudo evitar soltar una sonrisa entretenida, era la primera puerta secreta de miles que sabía que existían en la Fortaleza Roja, recordó que su padre el príncipe Aegon, le comento sobre los muchos túneles, pasadizos y salones ocultos que a veces utilizaban en casos de infiltraciones o para ocultarse en caso de ataque al castillo en tiempos de guerra, pero por más que le rogo no logro que su padre le diera pistas de alguno en particular.

Como era de esperar, el príncipe abrió la puerta y le murmuro mientras permanecía encorvado preparándose para cruzar aquella pequeña entrada a lo desconocido.

— Te advierto que lo único que veras será oscuridad una vez pases esta puerta, normalmente utilizaría alguna antorcha, pero conozco el camino de memoria... tendrás que confiar en mí.

— Al parecer no tendré alternativa.— Respondió la chica con más entusiasmo que temor, de hecho, solo sentía ansiedad de inspeccionar algo así, cuando Aemond desapareció de su vista Daemma se acercó y se arrodillo para también cruzar el muro, efectivamente noto todo oscuro tal como se lo habían advertido, Aemond la ayudo a elevarse en pie y la empujo suavemente de espaldas a la pared mientras él se disponía a volver a ubicar el enorme estante a su lugar jalándolo con fuerza.

Una vez lo hiso cerro nuevamente la puerta y se sintió como haber entrado dentro de la boca de un lobo, no se podía vislumbrar absolutamente nada, Daemma sintió algo de inquietud por un momento mientras continuaba apoyada a la pared, por más que movía sus ojos en todas las direcciones posibles de arriba abajo, de un lado a otro, no podía distinguir absolutamente nada.

Solo sentía la fría brisa que acariciaba su cuerpo en aquel lugar, solo podía oír las respiraciones de Aemond y la propia, parecía como si se hubieran transportado a un mundo totalmente lejano donde no había más almas presentes que las de ellos, la quietud llego a ser aplastante y de pronto los pensamientos de la chica se vieron interrumpidos cuando sintió un leve toque en su estómago, sintió como Aemond había apretado ligeramente su carne en esa zona y la retiro inmediatamente.

Daemma comprendió que su primo estaba intentando buscar su mano o su brazo para comenzar a caminar por el lugar, así que la chica aleteo ligeramente su brazo para que pudiera encontrarlo, el príncipe la sostuvo nuevamente esta vez de su muñeca izquierda y sin decir nada ni esperar comenzó a caminar rápidamente.

Una ligera queja salió de ella mientras sentía como la llevaban casi corriendo por el lugar, como siempre Aemond caminaba demasiado rápido, la sensación era totalmente incomoda, pensó que tropezaría y caería en cualquier momento, no pudo evitar sorprenderse de que su primo fuera capaz de caminar con tal seguridad y que pudiera conocer el camino sin verlo.

— ¿Seguro que sabes hacia dónde vas?

— Solo camina rápido.

Era como caminar por una oscura cueva, se podía escuchar el sonido de sus pisadas chasqueando el suelo que seguramente estaba construido de piedra como casi todo el lugar, Daemma sentía el frio viento revoloteando por su falda y piel expuesta, por más que caminaba seguía sin notar nada, lo único que podía ver era un color negro intenso donde sea que mirara.

Aemond en cambio iba con total seguridad, una mano guiaba con algo de brusquedad a su prima sosteniendo su muñeca y con la otra se sostenía de la pared a lo largo de su caminar, de pronto cambio la dirección girando con velocidad a la derecha y Daemma por poco cae de frente, cuando pudo volver a estabilizarse sin dejar de caminar tan rápido como podía, elevo la voz con algo de molestia.

𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora