𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐱𝐢𝐢. 𝑬𝒍 𝑻𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓 𝑹𝒐𝒔𝒂

Mientras los niños se encontraban jugando finalmente había llegado la princesa Rhaenyra junto a Ser Leanor y el pequeño bebé recién nacido, Ser Harwin Strong fue el primero en levantarse cuando la vio y en sus ojos habia un resplandor inusual, la princesa heredera se esforzaba por mantener una sonrisa, pero se notaba agotada, su cuerpo entero estaba empapado en sudor, tanto, que su cabello parecía estar húmeda y pegada a su rostro.

Camino con paso lento y se afirmó del respaldo de una silla como si necesitara sujetarse en algo para no caer, los niños no se percataron, solo Daemma quien la observo preocupada sin entender que había ocurrido.

¿Cómo un parto podía tardar tanto?, sin duda algo mas había pasado y lo que fuera se terminarían enterando tarde o temprano, ya que los susurros y rumores dentro de la Fortaleza se dispersaban como el fuego abrasador en un pastizal seco.

— ¡Madre... mira!—  Comento con emoción Jacaerys mientras corría deprisa junto con Lucerys y Meria para enseñarle el huevo que habían escogido para su hermano. 

Afortunadamente aparte de Daemma, Ser Harwin también se había percatado de la condición de la princesa, quien de inmediato ofreció su brazo para ayudarla a sentarse.

— Oh, ese parece ser uno perfecto.— Comento Rhaenyra mientras se acomodaba en la silla y observaba solo de reojo el huevo de dragón.

— ¿Quiere un poco de agua, princesa? — Le ofreció lady Daemma acercándose de inmediato a la jarra que estaba sobre la mesita.

— Gracias querida, lo necesito.— Respondió con una muestra de alivio y bebió casi toda el agua del vaso de un solo sorbo.

Los niños estaban maravillados con el huevo y ya se imaginaban que pronto un nuevo dragón nacería, Leanor sostenía al pequeño bebé con cuidado, mientras que Meria intentaba observarlo desde abajo y pregunto curiosa.

— ¿Es niña?

Todos se quedaron observando a Leanor quien sonrió suavemente antes de contestar la pregunta.

— Un niño... que será un buen caballero algún día.— Decreto mientras lo abrazaba y acercaba al pequeño a su rostro con ternura.

Meria no parecía muy feliz ya que pensó que sería una niña que se llamara Visenya como le había mencionado Rhaenyra hace solo unas horas, pero al ver que su hermana la estaba advirtiendo con una mirada severa para que no dijera ninguna pesadez, decidió callar, de pronto Ser Harwin se acercó al bebé quien continuaba en los brazos de Leanor y casi algo avergonzado y vacilante pregunto.

— ¿Puedo?

— Ser Harwin quiere ser presentado ante Joffrey.— Comento Rhaenyra al notar que Ser Leanor no había escuchado la petición del Comandante de la guardia de la ciudad por estar muy concentrado en el pequeño.

— Por supuesto.

Las niñas miraron con atención como Ser Harwin sostenía al bebé, sin duda era algo inusual que mostrara tanto interés en sostenerlo, pero la escena era tan conmovedora que simplemente sonrieron con inocencia, en el fondo podían comprender lo que sucedía y las miradas de la princesa Rhaenyra y de Ser Leanor lo afirmaban aún más.

— Joffrey, ¿No es así? — Pregunto el Comandante mientras acunaba al pequeño y Leanor confirmo su nombre.

— Que nombre tan extraño para un valyrio.— Resoplo Meria frunciendo un poco el ceño.

— Tú tienes nombre dorniense, no te quejes.— Contesto su hermana mayor provocando la risa de todos los presentes, ante lo cual la niña no oculto su molestia.