𝐱𝐯𝐢. 𝑫𝒆𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒊𝒂𝒏𝒐

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Los ojos de Daemma se abrieron al nuevo día entre los muros de la Fortaleza Roja, su inmensa habitación estaba helada por lo que de inmediato algunas criadas entraron para encender la chimenea mientras abrían las enormes cortinas de felpa de par en par. La mañana estaba tan nublada que apenas asomaba la luz dorada del sol y en ese momento la joven lady tomo la decisión de saltarse el entrenamiento para centrarse en otras actividades que no pensaba posponer.

Mientras se sentaba en su cama observando con calma a las sirvientas haciendo el trabajo se desato su cabello que estaba trenzado para liberarlo, su pelo cayendo por sus hombros en perfectos rizos, de por sí Daemma lo tenía ondulado como su madre y hermana, pero gracias a las trenzas ahora se lucían mucho más.

Tras pedir el desayuno en su habitación se vistió con un vestido color naranja con algunos bordados en rojo, bastante Martell para la opinión de muchos, pero hacía tiempo que Daemma no utilizaba el naranjo y decidió usarlo como un recordatorio de su sangre dorniense de la cual siempre se había sentido bastante orgullosa.

Cuando sus dos damas llegaron a su habitación Daemma las invito a sentarse en el sillón que estaba ubicado al lado de la chimenea para instaurar una conversación sobre los últimos acontecimientos, la chica se paseaba por la sala de un lado a otro mientras observaba tanto a Rysee como a Sarai, quienes le prestaban mucha atención.

—No quiero que ninguna de ustedes se acerque al príncipe Aegon. Es un degenerado que por poco se sobrepasa con Sarai sino hubiera intervenido a tiempo, afortunadamente no debemos lamentar algo peor... pero no siempre podre estar presente. Ya lo saben... deben mantener la distancia incluso si él les da una orden. 

Anuncio la chica barriendo a sus damas con sus ojos cargados de seriedad para que comprendieran la gravedad del asunto. Su semblante se suavizo cuando noto a Sarai tensarse por el recordatorio de Aegon acosándola, Rysee también le dirigió a su compañera una mirada cargada con compasión y le sostuvo la mano en señal de apoyo mientras murmuro observando a un punto distante.

—Cuando me fui del castillo hace tantos años el príncipe Aegon era apenas un niño... no puedo creer que se haya convertido en un depredador.

—Pero lo es, Rysee, se volvió un alcohólico, asqueroso y despreciable que incluso abandono a sus hijos —elevo la voz Daemma con firmeza, la lastima por Aegon estaba totalmente descartada por ella, solo podía sentir repulsión por su primo tras enterarse de todas sus acciones y el daño que ha provocado a personas inocentes.

Tras unos segundos de silencio, Rysee elevo su mirada para nuevamente encontrar la de Daemma, se inclinó más adelante en su asiento y pregunto con cuidado.

—Mi Lady, sobre los bastardos del príncipe... ¿está segura de querer insistir en acercarse?

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunto Daemma permaneciendo de pie, mirando a su dama con la misma seriedad que ella, Rysee apretó un poco su mandíbula, pero aun así no guardo silencio y volvió a comentar ignorando los ojos preocupados de Sarai sentada a su lado.

—Lo que intenta hacer por esos niños es bastante gentil de su parte... pero podría traerle problemas... —ante sus palabras una suave risa incrédula apareció en los labios de Daemma, pero Rysee permaneció firme a su creencia y continuo con sus palabras—. Usted no tiene ningún vínculo con ellos, además ni siquiera sabe dónde viven.

—En Lecho de Pulgas —interrumpió tranquilamente Sarai recibiendo una mirada dura de parte de su compañera que la obligo a mirar hacia abajo guardando silencio, pero Daemma le sonrió con aprobación mientras volvía a escuchar la voz de Rysee alzarse.

—Mi Lady, Lecho de Pulgas es un barrio gigantesco, la gente más pobre y miserable habita allí es un lugar prácticamente sin ley. Además, si usted busca a esos niños las noticias se esparcirán por todas partes.

𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora