𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐱𝐱𝐢𝐯. 𝑳𝒆 𝑻𝒆𝒎𝒐 𝒂 𝒍𝒂𝒔 𝑻𝒐𝒓𝒎𝒆𝒏𝒕𝒂𝒔

{Se advierte que este capítulo contiene Obscenidades, léelo bajo tu propio riesgo }

Aquel encuentro con Rhaenyra quedo en el absoluto secreto, solo las damas de Daemma estaban al tanto de todo lo sucedido y aunque intentaron brindar consuelo fue en vano y no era algo que la joven Lady estuviese buscando de todas formas, decidió que era un asunto que debía cerrarse sin dar más vueltas, al menos por el momento.

Al cabo de unos días Daemma recibió correspondencia de su familia en AltoJardín y su corazón latió con fuerza ya que anticipaba perfectamente de que se trataba, conocer la razón del porque se ausento en el onomástico de Joffrey Velaryon cuando había confirmado su asistencia. Mientras leía la carta no pudo evitar sentir una enorme tristeza recorrerla, Joffrey había preguntado por ella, se sintió triste y decepcionado al no verla en su día especial.

Daemma trago algo de saliva y sus ojos se cristalizaron al pensar en su pequeño amigo, desilusionado por una promesa rota, una que no pudo cumplir no porque lo deseara sino porque Rhaenyra le impidió asistir, la chica apretó con fuerza los bordes de la carta luchando por no romperla. Su único consuelo fue saber que Meria y sus primos lograron buscar la manera de alegrarlo y hacer que pudiera disfrutar como lo merecía en su día del nombre.

La chica apretó sus labios formando una línea fina con disgusto, lo más probable es que Joffrey pensara que no lo acompaño por razones banales cuando no era la verdad, Daemma siempre cumplía sus promesas y tenía toda la intención de volar con él sobre Auryon como se lo había pedido.

Inmediatamente se fue al escritorio de su habitación donde tomo papel y tinta para escribirle a su querida hermana, pese a que se había convencido a sí misma de no decir nada al respecto no era justo que pensaran mal de ella por algo que jamás provoco, simplemente no lo permitirá y sabía que Meria era lo suficientemente astuta como para sospechar que había algo raro en ello, así que se adelantó y la cito para reunirse dentro de algunos días, debía ser honesta con ella porque era de las personas que más confiaba, de hecho... necesitaría el apoyo de su hermana para lo que tenía planeado.

No perdería la amistad honesta con esos chicos tan fácilmente.

Para todo había una solución y de eso Daemma estaba convencida.

⚫⚫⚫

Cuando la reina Alicent había encontrado una amistad honesta en la princesa Kassaia Martell creyó que de alguna manera se le haría más sencillo dejar a atrás aquel vinculo especial que compartió con Rhaenyra durante toda su infancia, Alicent nació en la Fortaleza Roja, su padre fue la última Mano que tuvo el Rey Jaehaerys hasta su muerte e inmediatamente asumió el mismo cargo cuando el rey Viserys subió al trono.

Pese a ser una Hightower apenas conocía El Faro, el asentamiento de su poderosa familia de origen en Antigua, la capital era donde siempre perteneció y se crio. Mientras su padre trabajaba incansablemente y siempre permanecía mayormente ausente era su madre quien se encargó de su cuidado y pese a no tener muchos recuerdos con ella porque la perdió siendo muy pequeña, Alicent simplemente siempre estuvo convencida que la amaba con todo su corazón, su hermano Ser Gwayne también era apreciado por ella, pero desde pequeño se dedicó a la esgrima y una vez hiso sus votos como caballero apenas tenía tiempo para compartir con él.

Durante todo ese tiempo solo una niña la acompaño, Rhaenyra, cada vez que la reina pensaba en su niñez la princesa estaba presente, era su mejor amiga, una hermana, un ser muy amado para ella hasta que todo inevitablemente acabo.

Y ni siquiera la llegada de Kassaia y su apoyo sincero ha socavado por completo las heridas pasadas. El tiempo la ha convertido en una esclava del deber y de sus propias normas, sin importar que posea el mayor poder que cualquier mujer en Poniente podría desear, ser la reina, la madre de príncipes, nada parecía ser suficiente para ella.