𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐢𝐢. 𝑪𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔 𝒂 𝑨𝒆𝒎𝒐𝒏𝒅

Tal como Daemma lo predijo los días posteriores al nacimiento de Daelor Targaryen, la mansión se volvió un caos, miles de cartas de todos los lores y ladys de las grandes Casas llegaban sin cesar, también llegaron emisarios y visitas tanto deseables como indeseables.

Meria intentaba mantenerse lo más alejada posible de todo aquel gentío volando en su dragón, dirigiéndose al viñedo de su padre para conversar con los campesinos, que era mucho más divertido, buscaba también la instancia de entrenarse con ser Morros sin ser vista o buscando la forma de torturar a su sirvienta, Melissa.

En cambio, Daemma permanecía mayormente en su habitación organizando su correspondencia, muchas cartas tenia acumuladas desde su onomástico que no había leído, su habitación siempre era ordenada pero sus cartas le resultaban imposible de organizar, aunque Sarai la ayudara.

Siempre mantenía contacto con todos; los príncipes Jacaerys, Lucerys, Joffrey, Baela, Rhaena, la misma Rhaenyra, su tío Daemon muy de vez en cuando, la Reina Alicent, la princesa Helaena con quien se escribía seguidamente para saber de sus hijos, los pequeños mellizos Jaehaerys y Jaehaera, de hecho, no viajaba a Desembarco del Rey desde que aquellos niños habían cumplido su segundo onomástico y actualmente, la princesa Helaena se encontraba embarazada.

Con quien casi nunca se escribía era con su primo Aegon, tal como lo predijeron en su niñez era un esposo terrible para alguien tan genial como Helaena, solo se lo pasaba ebrio y ni siquiera posaba su atención en su esposa ni en sus pequeños hijos, quizás era por ello que Daemma intentaba acercarse a ella para otorgarle el apoyo que necesitaba. Sabía que Aemond y sus padres, los reyes también la querían, pero... solo digamos que no es su especialidad brindar consuelo tan abiertamente.

Solo de pensar que hubo una época donde creyó que sería comprometida con Aegon se le revolvía el estómago, sentía mucha lastima por Helaena, demasiada sin duda, también recibía cartas de varios lores y ladys quienes la mayoría de las veces deseaban presentarla a sus hijos solteros, así es, Daemma ya estaba en edad de buscar un prometido.

Era un fastidio pero comprendía el orden de las cosas, por supuesto ella intentaba eludirlo lo más posible, siempre se negaba con suavidad, afortunadamente sus padres la apoyaban en ello, ya que consideraban que no había ninguna prisa para pensar en matrimonio.

Con respecto a Aemond, tras el incidente en Marcaderiva hubo un tiempo donde prácticamente no se vieron, en el funeral de Laenor Velaryon que ocurrió al poco tiempo, Aemond no asistió debido a que aun requería de cuidados del maestre, esa fue la excusa que los soberanos dieron.

Después de eso, solo permanecieron escribiéndose cartas cada cierto periodo de tiempo, pero sus líneas siempre eran pocas y Daemma no sabía si era porque le fastidiaba escribirle y lo hacía solo por obligación o si era porque estaba adaptándose a la ausencia de su ojo y aquello le hacía difícil escribir, no lo sabía en verdad, pero la próxima vez que se vieron fue en el matrimonio de Aegon y Helaena.

Fue una celebración bastante amena, pese a que todos aún seguían tensos reviviendo los sucesos de Marcaderiva, incluso el príncipe Daeron apareció, el cuarto y último hijo de la Reina y el Rey, quien casi nunca se reunía con la familia salvo en ocasiones muy especiales, ya que permanecía en Antigua, viviendo y siendo el copero y escudero de su pariente materno, Lord Hightower.

Aemond en aquella fiesta no lucia nada feliz y se mantuvo alejado de todos, incluso de Daemma, sin duda su presencia solo fue porque era su deber, nada más, era obvio que no estaba alegre por sus hermanos ni quería mirar la cara de todos, aquellos con los que peleo casi a muerte, aquellos que lo observaban como si fuera un animal de circo, se podía percibir su necesidad de salir corriendo de allí, pese a que como siempre se mantenía estoico y había aprendido desde joven a ocultar sus emociones.