𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐱𝐯𝐢𝐢. 𝑽𝒉𝒂𝒈𝒂𝒓

Después de que la tumba de Laena Velaryon fuera arrojada al mar todos los presentes se dirigieron a una gran terraza como recepción, el ambiente era increíblemente melancólico y lioso, las pequeñas Baela y Rhaena permanecían sentadas en una banca con ojos llenos de tristeza.

Daemon estaba afirmado en un semimuro de piedra con una faceta estoica hasta que observo a la princesa Rhaenyra entrar a la recepción, pero el decidió ignorar la mirada y ella camino hasta su hijo Jacaerys, muchas personas observaban a la princesa heredera con desdén, especialmente la Reina Alicent y Ser Criston Cole que se encontraba a su lado como guardián, sus miradas eran enjuiciadoras fijándose en el mínimo detalle que realizara Rhaenyra y esto obviamente la molesto.

El príncipe Daemon permanecía en silencio mientras intercambio una ligera mirada con su hermano mayor, el Rey Viserys por su condición debilitada estaba sentado en una elegante silla y su semblante reflejaba una necesidad de conversar con su hermano, pero no sabía exactamente qué decir, la personalidad de Daemon no era fácil de llevar así que ambos apartaron sus miradas al cabo de un momento con una sensación de aflicción.

De pronto noto que alguien se estaba acercando a él y cuando elevo su mirada se encontró con su hermano menor, el príncipe Aegon que estaba acompañado de su familia, los ojos de Daemon parecieron suavizarse, pero aun intentaba mantener su postura inmutable y cuando vio a la pequeña Meria no pudo evitar sonreír, Aegon se acercó con confianza y lo rodeo con sus brazos en un abrazo fraternal, Daemon palmeo con algo de fuerza su espalda mientras devolvía el abrazo.

— Hermano.— Pronunciaron ambos casi al mismo tiempo y cuando se separaron, Aegon hablo en un tono agradable pero modesto.

— Sé que no te agradan las condolencias, pero en verdad lamento lo sucedido, por ti y tus hijas.

Daemon no contesto absolutamente nada, solo asintió con su cabeza con una media sonrisa y luego miro a Kassaia con expresión desinteresada, ella sonrió ligeramente y comento con respeto.

— No tuve el honor de conocer lo suficiente a Lady Laena, pero sé que era una buena mujer.

Nuevamente hubo silencio de parte de Daemon pero no parecía estar del todo incomodo, sus ojos barrieron con las dos pequeñas niñas y este volvió a sonreír ligeramente con diversión, Aegon se percató de esto y se apresuró para decir.

— Finalmente podemos presentar a nuestras hijas, hermano... ella es Daemma y ella es...

— Lady Meria.— Interrumpió el príncipe mayor con una sonrisa sin apartar su vista de Meria quien también sonrió, Aegon abrió un poco los ojos con sorpresa al igual que Daemma y no pudo evitar preguntar.

— ¿Ustedes ya se conocen?

— Ayer lo conocí, padre... estaba dando un paseo nocturno y nos encontramos afuera.

Aegon enarco una ceja con algo de diversión y Kassaia interrumpió para preguntar a su hija.

—¿Cómo que un paseo nocturno?

— ­Sonambulismo.

— Sonambulismo.

Meria y Daemon respondieron al unísono y luego todos sonrieron, excepto la princesa dorniense que observaba sin comprender, aun así, forzó una risa y sus ojos se encontraron con las niñas que estaban en la banca, Daemon lo noto y comento con una expresión despreocupada.

— Ellas son mis hijas, Baela y Rhaena, aunque estaban ayer en el salón.

— Las saludé, pero no tuve tiempo de conversar más tiempo con ellas... ¿vamos a pasar un tiempo con nuestras sobrinas, cariño? — La voz de Aegon era agradable y Kassaia asintió con una sonrisa, ambos se acercaron a las niñas para intentar consolarlas y de paso conocerlas, mientras que Daemma observo a Daemon y este al cabo de un instante le devolvió la mirada sin decir nada.