𝐱𝐱𝐱𝐢𝐢𝐢. 𝑷𝒓𝒐𝒕𝒆𝒄𝒕𝒐𝒓 𝑱𝒖𝒓𝒂𝒅𝒐

557 54 31
                                    

Cuando terminó el torneo y la multitud comenzó a dispersarse entre el bullicio y el desorden, Daemma encontró una excusa para apartarse de la compañía de su familia, excusándose con necesitar un baño pronto. Sin embargo, Aemond quien sostenía a su sobrino Jaehaerys en sus piernas, había notado que su prometida actuaba de manera extraña cuando el campeón del torneo se quitó el yelmo y él detestaba los secretos con su futura esposa, por lo que sabía que tendrían una conversación reveladora una vez que se reunieran de nuevo.

Eso Podía asegurarlo.

Daemma descendió rápidamente por los escalones de piedra del coliseo, antes de que pudiera perder de vista a su objetivo. La destreza en combate del capa dorada quien la había salvo una vez y que ahora se proclamaba como el gran vencedor de estas justas, resultaba sorprendente. Un hombre de casi dos pies de alto con un cuerpo fuerte y una habilidad excepcional para manipular armas reservadas para los guerreros más avezados. Era una oportunidad que no podía dejar pasar.

Sin duda muchos Lores competirían por tenerlo bajo su mando como era la costumbre, pero Daemma se había decidido a contratarlo, una persona casual y sensata lo alejaría inmediatamente por sus insultos anteriores, pero para la chica eso quedo en un segundo plano. De hecho, le parecía incluso divertido enfrentarse al desafío de convencerlo para que la sirviera y ya tenía varias ideas trabajando en su cerebro para lograrlo.

Un Protector Jurado no solo era sinónimo de poder y prestigio, era mantener a su lado un aliado que podía escudarla en los momentos que lo necesitara. Muchos miembros de la realeza habían contado a través de la historia con Protectores Jurados y conocía su derecho como pariente de la Casa Targaryen para solicitar uno, solo necesitaría de la aprobación del rey Viserys y de eso se ocuparía después.

Convencer a su tío con quien había desarrollado un vínculo afectivo muy agradable en este tiempo, no debería ser un problema.

Daemma atravesó la multitud de gente que se movía en todas las direcciones posibles, fue empujada y arrastrada en varias oportunidades hasta que finalmente logro salir de allí y dirigirse hasta donde se encontraban los triunfadores del torneo, al ver tanta gente arremolinada formando una especie de circulo donde Ser Tymon Lannister y Rowan Broom estaban prácticamente atrapados, la chica se subió sobre un muro de piedra que escalo con facilidad sosteniéndose la falda para que no le estorbara, cuando puso sus pies en la superficie se elevó y pudo ver a los hombres rodeados de un mar de gente, todos halagándolos y palmando con fuerza sus espaldas.

El Lannister parecía disfrutar la exagerada atención que recibía, en contraste con Ser Rowan que miraba como si deseara desollar vivos a todos quienes lo estaban acosando en ese momento.

Daemma inflo las mejillas como una niña y se dejó caer de vuelta al suelo de tierra y hierva maltratada sin importarle los ojos de los presentes, se llevó las manos a sus caderas dándose cuenta de que no había posibilidad de acercarse al Ser, al menos no en ese momento y se giró para darse cuenta del gran conjunto de tiendas donde los caballeros de habían preparado para este momento.

Daemma echó otra rápida mirada a la multitud antes de tomar la decisión de pasear por las tiendas que bordeaban el coliseo. Buscando una forma de pasar el tiempo mientras esperaba la oportunidad de acercarse a Ser Rowan sin interrupciones y eso claramente tardaría.

La joven comenzó a caminar relajadamente por el lugar observando de reojo a los criados atendiendo a sus amos, los centenares de curanderos y sanadores que corrían de un lado a otro con vasijas de agua y trapos para curar a los caballeros que resultaron heridos. Solo las Grandes Casas contaban con maestres más experimentados en la medicina y sobre eso Daemma notó la enorme diferencia entre estas y las Casas Inferiores por la opulencia y magnitud de las tiendas.

𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora