𝐒𝐨𝐥 𝐲 𝐅𝐮𝐞𝐠𝐨 | 𝓐𝓮𝓶𝓸𝓷𝓭 𝓣𝓪𝓻𝓰𝓪𝓻𝔂𝓮𝓷

𝐱𝐱𝐢𝐱. 𝑳𝒂 𝑪𝒂𝒄𝒆𝒓í𝒂 (𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 1)

Los días de caza en celebración por la pronta boda de Daemma y Aemond finalmente llegaron y las gigantescas tiendas de campaña de la familia real y de los grandes señores del reino se alzaron por el Bosque del Rey.

— ¿Puedes creerlo? La vieja Redwyne sigue viva aun, ya debe haber cumplido un siglo — Meria se encontraba al aire libre junto a su hermana con los ojos fijos en el interior del enorme pabellón de la reina Alicent donde estaba sentada junto a varias damas de la corte con su nieto Maelor en su regazo. Desde que las niñas nacieron Lady Joselyn Redwyne ya era una mujer anciana y reconocida por tener una lengua espinosa y mordaz. A su lado estaba su hija mayor, Lady Cassana Redwyne quien traía un gato blanco muy peludo en su pierna, al parecer había heredado el gusto por las mascotas domesticas tal como su madre que siempre estaba acompañada de perros hasta que los perdió a todos. La lengua de serpiente también la heredo.

— Mientras existan los chismes ella será eterna — Se burló Daemma notando que Lady Erya, lady Hedda y lady Karina también estaban presentes, las mujeres con quienes había compartido en una ocasión bordando con Helaena, mujeres tan desagradables como las Redwyne, a excepción de Lady Karina quien era la más armoniosa de ese trio.

— De solo verlas ya me siento como en una nidada de serpientes, hermana. Morir por un jabalí es preferible — Meria sonreía maliciosa con sus ojos bailando en cada mujer de la tienda. Todas ellas halagando a Maelor — Pobre niño, deberías recomendarle a Helaena santiguar a su hijo contra el mal de ojo después de la cacería. Con todas esas mujeres rondándolo no me extrañaría que quede cargado de mala energía.

— Tienes toda la razón — Daemma se quedó observando la escena antes de retroceder para que no la vieran, no quería que la invitaran a ser parte de sus estúpidas y aburridas platicas. Seguramente le preguntarían por su ataque en Lecho de Pulgas y no estaba de ánimo para ello.

Ambas hermanas a diferencia de las demás mujeres que vestían de terciopelo y vestidos elegantes llevaban trajes de cuero oscuro, Meria había sido más osada al traer pantalones y botas mientras que Daemma traía una falda gruesa, no para lucir bella sino para dejar claro que participarían de la cacería. Algo extraño en mujeres.

Notaban como muchos hombres y mujeres las observaban burlistas y extrañados, pero ambas chicas no daban la menor importancia, los balbuceos de un bebé comenzaron a sonar con fuerza y Meria sonrió y extendió sus manos cuando noto a su hermanito avanzar hasta ella gateando por la tierra.

— ¡Mi amor! ¡ven con tu hermana mi cielo! — La chica de cabello oscuro reía y animaba junto a Daemma para que Daelor avanzara y cuando el bebé logro llegar cerca de ellas se inclinó a los pies de Meria quien lo sostuvo y lo alzo al cielo provocando carcajadas — Bien hecho, mi dulce niño... ¿Quién es la mejor hermana? ¿Quién es?

— Oww, eso no es justo ¿Por qué se inclinó hacia ti? — Daemma hiso un puchero como si fuera una niña enojada, mientras Meria reía y daba vueltas con su hermanito.

— Porque sabe que soy la mejor... y tú lo abandonaste por casarte con el tuerto.

— No digas eso... yo no he abandonado a nadie — Daemma abrió la boca con humor y dio golpes suaves a su hermana por lo que dijo.

Meria quedo abrazando a su hermano en su pecho mientras sus ojos se dirigieron al rey Viserys que ya estaba mejor de salud, se había levantado de la cama hace varios días y aunque el Gran Maestre intento retenerlo en el castillo él se negó y de todas formas vino para ver la cacería. No podía participar como tal, pero aun así estaba presente. Se encontraba charlando con algunos lores y Jaehaera y Jaehaerys estaban a cada lado de él afirmados a sus piernas. Una sonrisa se posó en Daemma al verlo, los mellizos se habían acercado más a su abuelo desde que comenzaron a visitarse y el rey había adquirido la costumbre de leerles cuentos casi todas las noches.