Ocho

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El empresario Kim Taehyung nos comparte una entrevista y se sincera sobre sus pensamientos más íntimos.

—Un líder empresarial como usted, debe tener un ejemplo a seguir o alguien a quien admira ¿Será su padre?

Taehyung negó con la cabeza mientras sonreía con gestos nobles, algo que muy pocas veces se permitía hacer enfrente de otros.

—La persona que más admiro, es a la primera dama, porque mi hermana es el ser humano más extraordinario que existe en esta tierra.

Los ojos de Taehyung siempre brillaban cuando hablaba de Hyerim porque en su pequeño mundo, ella era todo lo que a Taehyung le hubiese encantado ser.

Jimin torció una mueca de aversión por Taehyung y rápidamente cambió de canal intentando concentrarse en uno de los realitys de la televisión, pero su mente jamás dejaba de estar ocupada y ciertamente creía que llevaba una avance muy nulo dentro de todos los planes que tenía por ejecutar.

Así que terminó por apagar la televisión y dirigirse a su dormitorio para tratar de conciliar el sueño, así que de un movimiento se quitó la playera únicamente quedando en unos pantalones ligeros y no tuvo más remedio que dejarse caer sobre la extensa cama.

Mañana era el gran concierto benéfico en Las lunas que Hyerim organizó para todos los niños de esa casa hogar, desde luego el número principal lo daría una boy band muy popular y eso atraería focos de atención no solo para ella, sino para Jungkook, a pesar de que ambos estuviesen a un paso de firmar el divorcio.

Jimin ni siquiera pudo conciliar el sueño esa noche, porque después de quince largos años, volvería a encontrarse con sus fantasmas del pasado, volviendo abrir esa herida que pretendió dejar en el olvido, pero el dolor era tan inmenso, que se volvió parte de él.

A la mañana siguiente, Hyerim despertó muy temprano para asegurarse de que los preparativos estuviesen listos, así que bajó alegremente por las escaleras de la residencia que compartía con Jungkook, cuando de pronto el olor a café impregnó sus fosas nasales, curiosa por descubrir la razón por la cual su casa a primera hora del día destilaba un olor exquisito, se dirigió a la cocina.

Así que, evidentemente Jungkook con ropas deportivas se encontraba preparando el desayuno después de regresar de su rutina de ejercicio diaria.

El hombre lucía relajado y aparentemente feliz, mientras tarareaba algunas de las canciones que a él y a Hyerim les gustaba.

La mujer desde el marco de la puerta emitió un ligero carraspeo para llamar la atención de Jungkook, el mismo que volteó a recibirla con una enorme sonrisa.

Jungkook rápidamente se limpió las manos sin quitarle la mirada de encima a Hyerim, la cual se veía preciosa, e incluso combinando unos simples jeans, blazer y tenis cómodos, no dejaba de imponer esa aura tan sofisticada que la caracteriza.

La mujer decidió acortar la distancia entre ellos para echarle un vistazo al desayuno que su esposo había preparado con tanto esmero.

—Qué celebramos.—Hyerim tomó un pan tostado de la mesa y lo mordió mientras evaluaba los demás manjares.

—¿No puedo consentir a mi esposa? Hoy trabajarás casi todo el día para que ese concierto sea inolvidable.—Jungkook rodeó la cintura de Hyerim con cierta posesividad.

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