Catorce

64 8 0
                                    

—¡Lárgate!—Jungkook le ordenó a Ryuwook.

Él simplemente no entendía razones.

—Jungkook por favor cálmate. Ni siquiera has querido escucharnos.—Hyerim trató de persuadirlo, pero ya era demasiado tarde.

Jungkook tomó a Hyerim de los hombros completamente exaltado y en sus ojos se podía apreciar la ira que lo invadió, cegándolo por completo.

Esta era la primera vez que Jungkook se comportaba así de coléricamente con ella, sintiéndose desprotegida entre sus brazos e incluso Ryuwook temió por la mujer.

—Prométeme que no vas a traicionarme.—aquello que Jungkook pronunció se escuchó más como una advertencia que a una pregunta.

Hyerim no supo que decir, pues implicaba de una sabia respuesta para hacerle frente a un hombre que había perdido el control de sus acciones por primera vez, e incluso para Jungkook fue una sensación foránea de amenaza cuando escuchó a Ryuwook dirigirse a su esposa como 'Presidenta', que su furia tan vesánica sembró el miedo en Hyerim, al grado de hacerla llorar, pero ya era demasiado tarde porque el daño estaba más que hecho para pedir perdón.

Jungkook de repente reaccionó cuando sintió sus manos ejerciendo su fuerza sobre el frágil cuerpo de Hyerim y en los ojos de ella había un terror que alarmó todos sus sentidos.

¿De qué podía llegar a ser capaz?

No estaba seguro de eso, pero lo cierto es que nunca estaría en sus planes lastimarla, sin embargo, lo había hecho y la vergüenza era inevitable.

—Hye...

La mujer una vez que se rompió el contacto, salió a toda marcha del radar de Jungkook completamente asustada, y él sin poder quedarse quieto corrió detrás de ella, cuando de pronto la pacífica residencia se inundó de gritos y llantos que alarmaron a la señora Choi y a Hoseok.

—Hye...por favor perdóname.—Jungkook suplicó con voz miedosa.

Pero la disculpa nunca llegó hasta los oídos de Hyerim, porque la mujer ya se había perdido entre los pasillos de la residencia, entonces, Jungkook se revoloteó los cabellos con frustración y no tuvo más remedio que salir a toda prisa de su hogar, que por primera vez le parecía sofocante.

[••••]

Jimin no había podido conciliar el sueño pensando en Hyerim, las horas se le hicieron eternas a medida que las noticias sobre ella eran escasas, e incluso Namjoon trató de persuadirlo pero no tuvo mejores resultados, pues al contrario, aquello provocó que Jimin burlara la seguridad de su propia casa escapándose al territorio del enemigo.

¿Exactamente qué diablos se encontraba haciendo?

Jimin a veces podía perder la paciencia y hacer cosas de las que más tarde se arrepentiría.

Después de esperar impaciente en su coche sobre algún indicio de Hyerim, miraba cada detalle de la residencia presidencial de Jungkook y para ser una, la seguridad era muy poca e inexplicablemente conseguía ser un ambiente demasiado tranquilo para que habitase ahí el mandatario del país. Cuando logró divisar la salida de Jungkook en uno de sus deportivos a toda velocidad ¿Le había ocurrido algo a Hyerim?

No. Más bien algo caótico ocurrió entre los dos, porque minutos después Hyerim salió de la residencia caminando como una pequeña alma en pena.

—Esto ni siquiera debería estar pasando.—dijo en voz baja cuando bajó de su coche y con mucho cuidado siguió cada paso que Hyerim daba por el andador, y por su apariencia tan despreocupada, al parecer le era indiferente el resto de los vecinos que pasaban por ahí mirándola como bicho raro. Unos sencillamente la miraban con lastima y otros con morbo al preguntarse como es que después de los eventos ocurridos la primera dama caminaba pacíficamente por la zona residencial sin miedo a morir, o es que ella de verdad buscaba desesperadamente hacerlo.

Por si fuera poco, los medios de comunicación también se encontraban acechando la zona intentando sacar la nota del día y vaya que lo harían si seguían persiguiendo a Hyerim para fotografiarla en esas condiciones.

La chica comenzaba a creer que fue un error salir así de precipitadamente y no escuchar a Hoseok o a la señora Choi.

Lamentándose, se cubrió con la gorra de su chaqueta, pero no había poder humano que detuviera a los paparazzis o tal vez si.

—¡Oye!

Hyerim logró escuchar una voz masculina y por inercia volteó en busca del origen, encontrándose con el hombre de aquel día en el restaurante tomando por los hombros a uno de los paparazzis que la acosaban.

—Ella se siente incómoda, detente.

Con una mirada severa, Jimin detuvo a uno de los masculinos, ocasionando que frunciera el ceño por la repentina intromisión de Jimin.

—Estoy haciendo mi trabajo, muévete.

—¿Fotografiando a mujeres en la calle?—Jimin replicó desconfiado.—Piérdete ahora mismo o yo me encargo de enterrar tu carrera periodística.

—¿Ah si? Y quien era tú para impedírmelo.—preguntó en tono burlón.

Jimin torció una sonrisa para nada amigable infundiendo temor en el periodista.

—No querrás saberlo.

Bastó poco para que el reportero doblara las manos y huyera con la poca dignidad que le quedaba, porque estaba claro que ese otro tipo no era alguien común, de pies a cabeza podías saber que olía a dinero y que estuviera dentro de una de las zonas más exclusivas para vivir, significaba que era uno de esos hombres ricos que solo necesita chasquear los dedos para quitarte de en medio.

Además, se trataba de Kim Hyerim, si era demandado por acoso, era probable que ganaría enemigos como él mismísimo presidente o aún peor, a toda la familia Kim, entre ellos Kim Taehyung y Na Hyeseong.

Por otro lado, Hyerim se encontraba absorta viviendo unos de los momentos más sorprendentes de toda su vida, no era para nada una mera casualidad volverse a encontrar con aquel sofisticado masculino que la penetraba con esos profundos ojos color marrón.

—¿Estás bien?—Jimin preguntó más bien por los hechos que él mismo provocó la noche anterior. Pero Hyerim lo relacionó con lo ocurrido hace pocos minutos.

La mujer únicamente se limitó a asentir, apaciguando la angustia de Jimin. En ese momento el hombre deseaba estrecharla en sus brazos y no dejarla escapar nunca más, pero era imposible que un acercamiento así ocurriera, por esa razón tendría que conformarse con solo contemplarla a través de los rayos del sol que aperlaban su precioso rostro, que hoy parecía extrañamente infeliz.

Así que en un acto de irracionalidad, Jimin sujetó la mandíbula de Hyerim ladeando su rostro de un lado a otro buscando cualquier excusa para acabar a Jungkook.

—Has llorado.—el masculino aseguró.

Jimin minutos antes había sido testigo de la abrupta salida de Jungkook y la manera tan desorientada de Hyerim al caminar por las avenidas. Pasó algo, o quizá, pasó mucho.

Jimin respiró profundo para contenerse y no arremeter en contra de Jungkook, si es que éste era el causante de la infelicidad de su preciosa mujer.

La cercanía le permitió a Hyerim apreciar el rostro de Jimin, el cual tenía una mandíbula bien definida, unos labios bonitos y nariz pequeña que le daba un toque angelical, muy diferente a su personalidad áspera y burda que ha mostrado en sus apenas dos encuentros.

Él era tan hermoso, como si estuviese tocando el cielo y un sentimiento familiar la invadió, porque en el pasado se sintió de la misma forma con una persona muy querida para ella.

¿Por qué le recodaba tanto a Jimin? Era extraño.

En otras circunstancias se hubiese disculpado por las molestias y dado la media vuelta para perderse por las calles fingiendo que todo estaba bien, pero extraordinariamente sentía la necesidad de desahogarse con alguien y las lágrimas le salieron por sí solas, provocando que Jimin se llevara una grata sorpresa abriendo los ojos llenos de expectación.

Somebody else Donde viven las historias. Descúbrelo ahora