Na Hyeseong aceptó cenar en la nueva casa de Hyerim y Jimin, porque de cierta manera estaban agradecidos porque al menos aprobó su relación, bajo ciertas condiciones que Jimin debía cumplir.
Entre ellas, tomar el trabajo que Hyeseong le ofrecía en las oficinas del gobierno. Sería una mejor paga, aún sin saber lo que realmente les deparaba a los chicos. Pero más adelante, se tomarían la molestia de explicar la situación.
Además, de abstenerse de traer bebés por el momento, al menos hasta que Hyerim y Jimin culminen sus estudios universitarios.
—Hyerim tenía seis años cuando me enteré acerca de los negocios de Jaesang. Al principio me dio mucho miedo, y me faltó carácter para enfrentarlo. Luego se volvió una constante, y terminé siendo partícipe de ello.
—Entonces ¿Cubriste todos sus negocios?—Hyerim preguntó consternada, porque siempre supuso que los negocios marchaban únicamente con el intelecto de su padre.
—Dejé de hacerlo cuando asumí el cargo de ministra. A raíz de eso comenzó una guerra interna en casa, él por seguir su legado a través de ustedes, y yo por alejarlos. Por esa razón, terminé por resignarme cuando te fuiste de casa, firmando la venta de tus acciones, y cuanto más lejos estés de tu padre, mejor.
—Quiero que me hables de Eul.—Hyerim era demasiado tozuda cuando una idea se le metía en la cabeza, y sobre todo, sentía mucha curiosidad por aquella organización creada por su padre, la cual era uno de sus tantos objetivos.
Na Hyeseong respiró profundo antes de beber un sorbo de su copa.
—La estructura de Eul es un tanto compleja, ni yo terminé de estudiarla aún si pasé muchos años cubriendo sus operaciones. Lo cierto es que como cualquier gran corporación tiene un consejo de socios. Tu padre es quien lo preside, seguido de otros dos fundadores. Min Euntaek.—enlistó.—Si tu padre fallece, él querrá tomar el control, junto con Kang Jonghyun. Porque esos tres son la causa de que el país esté marcado por la corrupción.
Sus principales negocios son el lavado de dinero, y el uso de favores sexuales con una larga lista de prostíbulos donde se distribuyen grandes cantidades de sustancias de dudosa procedencia.
—Es increíble como todos creíamos hasta hace un tiempo que Eul no era nada menos que una organización de beneficencia.
—De hecho hay más.—Na Hyeseong se aclaró la garganta.
—¿Más?—preguntaron Jimin y Hyerim al unísono.
—No estoy completamente segura de que hacen todos sus miembros cuando se reúnen en el templo, pero te aseguro que no es nada bueno. Por eso me preocupa que Taehyung se encuentre tan cegado con la idea de ser uno de ellos.
—Y por qué apuestas.—Hyerim inquirió para sacarle más verdades a su madre.
—Esos bastardos están cerca de ser una secta, o si es que ya lo son. No lo sé con certeza porque tu padre jamás me dejó entrar al famoso templo. Los únicos que pueden hacerlo, son quienes lleven la famosa rosa de las virtudes.
Hyerim conocía muy bien esa marca. Su padre la tenía en la muñeca izquierda, Taehyung en unos años más posiblemente la adquiera en su espalda, y también recuerda habérsela visto a Jungkook en una de sus costillas.
Tenerla significaba ser parte del infierno que Kim Jaesang creó, de eso no existía menor duda.
—Y tú padre es tan jodidamente machista que solo los hombres pueden ganarse esa famosa rosa de las virtudes. Y hay otras dos reglas para ser acreedor, uno: poder adquisitivo, dos: poder político.
De hecho, el presidente Jeon planea ser uno de ellos, y sacar desde adentro toda la basura.
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Somebody else
FanfictionHyerim y Jungkook eran la pareja perfecta, unidos por un lazo que ambos construyeron desde que eran unos niños y creían que ese amor era para toda la vida, pero la llegada de un hombre puso en duda todo aquello que se juraron alguna vez.