Treinta y ocho

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Hyerim pasaría a la historia como una genuina maestra para hacerse de toda una fortuna en menos de un pestañeo, no solo a ella, a Jimin quien legalmente tiene la posesión de dichos predios donde se realizaron los hallazgos petrolíferos.

Cuando ambos miraron las noticias, sintieron por unos segundos la respiración cortada, para nada esperaban que la prosperidad llegara tan rápido, pero al menos Hyerim logró sentirse satisfecha con su propio trabajo.

Aunque solo era el comienzo de un largo trayecto, por supuesto aún eran un par de chiquillos, pero en su interior muchas cosas sucedían para amañar el destino a su favor.

Hyerim podía ser una hija bonita, correcta y criada como una princesa, pero lo cierto es que Jaesang subestimó al diamante en bruto que tenía en casa. Demasiada astuta para los negocios que ahora bien podría ser un obstáculo para él mismo.

Y que diría Kim Jaesang sobre el hecho de que su hija era la mente detrás del revuelo que hoy despertó al país. Podría ser que se tratara de la líder prometida para derribar a la organización Eul, y ni ella misma lo sabía.

Pero actualmente él miraba al lado equivocado.

Seokjin finalmente le dio la espalda como su potencial heredero, y decidió seguir la suerte de su hermana menor, sólo que éste no fue del todo condescendiente, prefiriendo vender sus acciones sin la opinión favorable de sus padres.

Aquello no solo enfureció a Jaesang, sino llegó a pensar que dos de sus hijos estaban siendo mal agradecidos, y un poco inmaduros, porque cualquiera mataría por ser parte de la dinastía Kim, y todo apuntaba a que Hyerim y Seokjin tenían otras percepciones de eso.

Entonces, Jaesang quien decía haber caído en desgracia a causa de sus dos hijos rebeldes, a lo único que se podía aferrar era a Taehyung.

—Mi querido hijo.—el hombre extendió sus brazos para recibir a Taehyung, luego de que éste abandonara la casa de su madre para ir corriendo al regazo de Jaesang. Este chico no era un tonto, porque conoce mejor que nadie los beneficios que tendría si sus hermanos seguían distanciándose más de su padre.

—Escuché las noticias.—Taehyung pronunció con cautela.—Al parecer se trata de mucho oro negro.

—Siguiendo mi línea de trabajo, muy pronto será nuestro.—sentenció Jaesang.

—Diversas fuentes han mencionado que se trata de una propiedad privada, por eso el sector público no ha podido accionar para dar paso a la expropiación.

—El incompetente de nuestro presidente no ha podido llegarles al precio, te lo aseguro. Así que tienes una tarea importante.

—¿Si?—inquirió Taehyung impaciente, porque eran nada menos que las palabras que necesitaba escuchar de su padre: confiar en él.

—Buscarás al dueño de esas tierras y ofrécele lo que sea con tal de que ese petróleo sea nuestro.

Y para Taehyung no existían imposibles, o al menos era lo que él creía.

[••••]

—La noticia de los yacimientos ya recorrió todo el mundo ¿Puedes creer eso?

Hyerim era la más animada por el petróleo encontrado, no es el mismo caso para Jimin, quien conoce las consecuencias.
Habrían cientos de magnates que pondrían sus ojos en los predios, entre ellos el padre de Hyerim, siendo capaz de apostar lo que sea con tal de llevarle la ventaja a todos los ricos del país.

—Todos querrán saltarnos a la yugular cuando se filtre el nombre de sus legítimos dueños.—Jimin se quejó.

—Lo sé. Pero tú eres un hombre de números, y yo una mujer que empieza a comprender la industria petrolera. Podemos darles guerra.

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