Cuarenta y cinco

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Cinco años después

—Las encuestas posicionan al empresario Min Yoongi como el próximo presidente del país. Mientras Jeon Jungkook toma el segundo lugar.

Hyerim y Jimin tomaban su desayuno en silencio mientras la televisión de la cocina recitaba las últimas noticias de las próximas elecciones presidenciales.

Hyerim recordaba vívidamente ese episodio de su vida en el que toda su familia apoyó a Jungkook a ganar la contienda electoral, solo que la ecuación fue diferente esta vez.

Taehyung apostó por Min Yoongi, y eso tenía a Jungkook en un aprieto. Porque Taehyung escaló todos los peldaños del poder que existían; posicionándolo en la cabeza de la pirámide, y capaz de colocar a los suyos en todos los espacios gubernamentales.

—Quien demonios es el asesor de campaña de Jungkook. Literalmente está a nada de besar el trasero de Min Yoongi.—Jimin declaró mientras devoraba molesto su desayuno.

—Los demócratas son demasiado conservadores, es obvio que necesitan a una persona como Min Yoongi porque él representa a todos los miembros de su partido. Es un hombre que cada domingo asiste a misa de la mano de su devota esposa, y el bebé que apenas nació hace meses.

—Dices que Jungkook necesita..."Jugar a la familia feliz" para ganar simpatizantes.—Jimin hizo un gesto de comillas con sus dedos.

—Si le preguntas eso a un político de antaño te dirá que sí. Pero considero que Jungkook necesita darle la vuelta a estas elecciones tan aburridas con algo más que mostrar una familia.

—Qué sugieres.

—Sugeriría demasiadas cosas. Pero dado que Jungkook aún no acepta la colaboración con nosotros, me sentaré pacientemente a que venga a nosotros. Mira que ya tiene la soga al cuello.

Hyerim y Jimin habían ganado mucha popularidad en el mundo de los negocios, eran algo más que un matrimonio ordinario, porque hombro a hombro lograron alzar todo un negocio petrolero del que bien sacaron ventaja.

Además, se volvieron personajes activos en la política, por lo que muchos hombres y mujeres del gremio buscaban desesperadamente que la pareja financiara futuros proyectos políticos. Pero ambos estaban detrás de un objetivo: Jeon Jungkook.

—Estoy demasiado cansada para gestionar la carrera política de alguien.

Hyerim dijo mientras frotaba su abultado vientre a medida que una brillante sonrisa se formaba en su rostro.

Jimin no podía contenerse cada vez que Hyerim hacía ese tipo de gestos desde que ambos supieron que inesperadamente serían padres.

Había sido hace apenas unos meses durante la última navidad cuando los primeros síntomas se asomaron para advertirle a Hyerim que estaba por ser madre. Por lo que faltaban unos cuántos días para que la pequeña Jiah naciera, como el resultado del hermoso amor que brotó de la pareja.

—Hoy es la última cita de rutina. Mamá dice que debo estar preparada, muchas veces los médicos sugieren que se induzca un parto.

El rostro de Jimin palideció cuando Hyerim comentó aquello con tanta naturalidad. Esperaba ansioso por la llegada de su hija, pero aún le recorría el miedo de equivocarse en el intento por velar de otro ser humano como todo padre primerizo.

—Oh...entonces, si es el caso le pediré a Hoseok que cancele todos mis compromisos, y tendré que retomar la partida de dominó con Seokjin para otro día. No quiero que mi hija llegue cuando yo no esté ahí.

—Por un momento olvidé que te has convertido en todo un hombrecito de negocios.

Jimin rodó los ojos escuchó a Hyerim bromear de la misma forma en que Na Hyeseong lo hacía con él. No era para menos que se tratara de madre e hija.

—Además, le he avisado a mamá. Ella quiere mucho estar en el nacimiento de Jiah.

Jimin se levantó de la silla del comedor para tomar asiento sobre el filo de la mesa, y besar con mucho cariño la frente de su esposa.

—Es curioso pensar en todas las cosas que han pasado. Pero creo que poco a poco todo se amolda al lugar donde siempre debió estar.

—Podrías abrazarme.

Hyerim estiró sus brazos esperando por el confortante pecho de Jimin. Porque había una pizca de miedo acechándola desde días atrás, no sabía si era por la llegada de Jiah, o de los futuros eventos que se avecinaban a pesar de que el panorama había cambiado drásticamente.

Jimin sucumbió a cada uno de las solicitudes de Hyerim, abrazarla y preparar una maleta ante la posibilidad de que Jiah llegara hoy.

Y después de los detalles, la pareja escuchó pacientemente al ginecólogo de Hyerim, el cual confirmó que era un buen momento para inducir el parto de la mujer. Jimin al escucharlo atentamente empezó a temblar de los nervios, se encontraba en peor estado que su esposa, la misma que lo tomó con cierta calma, o al menos era lo que aparentó en esos minutos.

Tan pronto, el hombre comenzó a gestionar todos los tramites hospitalarios, y llamar a la madre de Hyerim, y a su hermano Seokjin. Mismos que arribaron a la brevedad posible para unirse a la llegada de la segunda nieta de la familia Kim.

—Estaba demasiado tranquila. Yo-yo no podría.—Jimin se refirió a los dos adultos que lo acompañaban totalmente extasiado.

—Es normal. Cuando Bada nació yo era el más preocupado que Jinah.

—Ni siquiera hemos terminado la recámara de Jiah.—Jimin dijo aturdido, a lo que Seokjin arqueó una ceja, y preguntó inocentemente.

—¿Aún no está lista? La última vez que los visité la recámara escupía muebles, y juguetes por cada esquina.

—Además, la bebé pasará sus primeros meses durmiendo con ustedes.—Na Hyseong terció.

—Familiares de Park Hyerim.

El ginecólogo de Hyerim salió del quirófano acompañada de una enfermera, a lo que toda la familia de la chica acudió al llamado ansiosos por escuchar las noticias que tendrían.

—Su esposo.—Jimin se adelantó.

—Todo ha salido bien. La señora Park, y la pequeña se encuentran perfectamente sanas. En unos minutos serán trasladas a su dormitorio donde podrán estar con ellas. Felicidades.

Jimin sintió que el alma le volvió al cuerpo después del letargo que le hizo pasar el nacimiento de su primera hija. Todo había sucedido tan rápido que le resultaba casi irreal que ese pequeño ser humano sea de él y de Hyerim.

Cuando la enfermera le entregó a la bebé para conocerla mientras Hyerim se encontraba todavía bajo los efectos de la anestesia, lloró en silencio admirando cada tramo de ese pequeño y delicado rostro, como una auténtica réplica de su madre, pero también heredó de él su temple pacifico.

Existían pocos momentos donde había sido realmente feliz, y hoy era uno de esos.

Bienvenida, Park Jiah. Papá cuidará de ti, y de mamá.

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