Diecisiete

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—¡Abuela!

Una adolescente y un niño de apenas siete años corrieron a recibir a la impoluta y sofisticada mujer que los crió desde que la madre de estos falleció.

—¡Mis niños! Cuánto han crecido.—Hyeseong pronuncia con orgullo.

—Por favor abuela, solo pasaron tres meses desde que te fuiste a la capital, por cierto, he sido aceptada en la Universidad Nacional de Seúl.

—Bada, eso quiere decir que por fin tu padre y ustedes dejarán este maldito pueblo.

—Madre, no te expreses así de la tierra que nos acogió cuando peor la pasamos.

Kim Seokjin

Un hombre de al menos metro ochenta se acercó para saludar a su madre. Y a pesar de que Seokjin ya era un hombre maduro, no dejaba de ser un activo visual para las femeninas, y ni hablar de su aura tan imponente, que Na Hyeseong lo consideraba su gran obra maestra. Sin duda, la fallecida Im Jinah, fue una mujer con suerte.

—Oh, de verdad este es mi hijo.—Hyeseong acunó el rostro de Seokjin apretando sus mejillas con ternura.

—Madre, por favor, me estás avergonzando enfrente de los niños.

—¡Papá, ya no soy una niña! Este año ingreso a la universidad.—Bada colocó los brazos en jarra y sacó su pecho orgullosa de sí misma.

—Lo que tú digas.—Seokjin estiró su brazo para que Hyeseong se colgara de él y entraran a la finca.—Mamá, cada día qué pasa esta niña se parece mucho a Hyerim ¿Acabas de verla? hasta creo que es más hija de ella que mía.

—Es normal, Hye no se apartó de Bada, ni de Hyunki cuando su madre falleció. Esos niños la aman. Y apuesto a que Hye se emocionará en cuanto sepa de su regresó. Le hará muy bien pasar tiempo con ustedes.

—¿Ese imbécil sigue siendo un problema?

—Tiene un problema con las mujeres, por mucho que le diga a tu hermana cuanto la ama, ella definitivamente ha llegado a su límite. Por cierto, hay algo que necesito preguntarte.

Ambos adultos dejaron que los niños se adelantaran, entonces, Hyeseong abrió su bolso y sacó un par de fotografías donde se le podía ver a Hyerim disfrutar de un almuerzo a lado de Jimin y otras de aquella vez escogiendo una casa para el mismo.

—¿Acaso tú tienes algo que ver con esto?

Seokjin tomó una de las fotografías y apretó los labios para evitar que se le escapara una carcajada.—No, pero esto definitivamente le agradará mucho a Jungkook.—Seokjin se burló.—¿Le has hecho ya la propuesta?

—Hace unos días tuvimos una charla. Al parecer perdió la razón cuando se enteró de que su partido le ha dado la espalda para apoyar a Hye. Ellos de verdad la quieren para presidenta.

—¿Qué le hizo ese imbécil a mi Hye?

Seokjin se detuvo abruptamente permitiendo que su madre notara su rostro enrojecido, producto de su aparente molestia.

—Al parecer la amedrentó, y he querido comunicarme con tu hermana pero parece que últimamente se la ha pasado tonteando con el tipo de las fotografías, por eso intuí que tú podrías tener algo que ver.

—No. Te lo aseguro.

—Bueno, da igual si Hye conoce a otros hombres, es una revancha justa. Así que le he propuesto a Jungkook el treinta por ciento de mis acciones, con la condición de que permita que Hye sea elegida como candidata.

—Entonces ha mordido el anzuelo. Eso quiere decir que muy pronto Hye será libre.

—También le he prohibido embarazarla. Sé que Taehyung no piensa lo mismo, y está siendo egoísta con su hermana, pero Hye es quien peor la ha pasado desde el incidente de hace quince años.

—Entonces, dejémosla que se siga encontrando con ese hombre. Mientras tanto, investigaré sobre él.

—Por lo poco que he visto, es alguien bien parecido y a kilómetros se nota que si hay algo que le falte, definitivamente no es el dinero.

[••••]

—¿Qué opinas de estas cortinas?

Jimin se encontraba recargado sobre una de las credenzas con los brazos cruzados mientras observaba la paciencia de Hyerim para mostrarle cada una de las cosas que había comprado para su casa.

—Te he dicho que puedes hacer con mi casa lo que quieras.

—Es que es muy raro que las personas me dejen hacer lo que yo quiera.—Hyerim fue sincera, pero tan pronto como se dio cuenta de su error, se cubrió los labios.

—¿Eso es por que...?—Jimin preguntó algo confundido.

—No es lo que traté de decir, es...

Hyerim se había puesto muy nerviosa, que no pudo formular otra respuesta que dejara de evidenciarla más.

—Cuando dije que quería verte más seguido, no lo hacía únicamente para ver tu bonito rostro, lo que en realidad espero es conocerte mejor. Quiero saber quien está detrás de la mujer que gusta.

Hyerim no esperó una respuesta tan inesperada como esa. Y tan pronto, su rostro se encendió de la vergüenza sintiéndose un poco tímida. Por supuesto Jimin no es un hombre fácil de manejar, era espontáneo y directo, entonces, porqué debería callárselo más.

—Vale, parece que no hemos dejado claro algunas cosas.—volvió a decir Jimin.—Hye, me pareces una mujer muy guapa e interesante ¿Acaso está mal que me gustes? Porque parece que he dicho blasfemias cuando lo escuchaste.

—Sí, si estás mal, soy una mujer casada. Creo qué hay muchas mujeres que morirían por estar contigo y mereces que al final te enamores de una de ellas.

—Y yo muero porque seas esa mujer. Solo tienes que darme una oportunidad, si en seis meses no logras sentir nada por mi, prometo que no volveré a insistir.

—No entiendo como es que terminamos hablando de esto. Yo solo vine para enseñarte tus nuevas cortinas.—Hyerim hizo un puchero que la hacía ver muy tierna, dejando desarmado a Jimin, era inevitable no sentir nada por ella, cuando Hyerim literalmente lo tenía comiendo de la palma de su mano.

Entonces, Jimin acortó la distancia entre ellos acunando el pequeño rostro de la mujercita.

—En serio necesitas dejar de pedirme que conozca a otras mujeres con esa carita tan linda que tienes, porque no, no lo haré si no eres tú.

—Por favor basta. O haré una locura.—Hyerim le regala una sonrisa nerviosa y luego se cubre el rostro.

—Como qué.—la reta Jimin.

—Ya cállate.

En su peor momento de inlucidez, Hyerim terminó por estampar sus labios sobre los Jimin sorprendiéndolo no solo a él, sino a ella misma de lo que acaba de hacer, y tan pronto se dio cuenta de sus acciones, se apartó de Jimin, pero su reacción fue muy lenta como para evadir el agarre de Jimin sobre sus caderas.

De un tirón el masculino la acorraló sobre la credenza donde anteriormente él se encontraba recargado; de modo que, con una de sus manos sostuvo la mandíbula de Hyerim, y con la otra su cintura, entonces, sin apartar sus ojos de esos labios dulces que lo habían rozado antes, terminó aquello que Hyerim empezó.

Somebody else Donde viven las historias. Descúbrelo ahora