Cuarenta y nueve

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—Espero que estés disfrutando ver como tú candidato saca ventaja de este lío que tu misma armaste.

Fue lo primero que Taehyung le escupió a Hyerim en cuanto ella cogió la llamada.

Así que ella respondió cortésmente.

—El diablo está en los detalles, y yo fui muy observadora porque todos buscamos que nuestros candidatos resulten vencedores.

Hablemos esta noche.—propuso Taehyung un poco agitado.—Y terminemos esto de una buena vez.

—Sin trucos.—advirtió Hyerim.

Aún así, a Hyerim le parecía una locura que su encuentro con Taehyung no terminara en tragedia, cualquiera lo deduciría, hasta el mismísimo Jimin por lo que prefería mantener en secrecía el llamado de su hermano.

Justo hoy, Jimin y Jungkook se estarían encargando de la última recta de la campaña, y Jiah pasaría tiempo de calidad con la abuela.

No era como si deliberadamente intentara deshacerse de Taehyung de una manera extremista, pero nadie de sus cercanos la dejarían ir a ese lugar sin tomar sus precauciones.

Hyerim tomó las llaves de su camioneta y salió de casa con mucha cautela para no llamar la atención de las personas que colaboraban con ella. Prendió el GPS y condujo hasta el sitio alrededor de cuarenta minutos.

Definitivamente, Taehyung había escogido el lugar perfecto para deshacerse de cualquier evidencia. La chica no mentía si dijera que no estaba nerviosa, porque muchas cosas pueden resultar de ese encuentro.

Cuando llegó hasta la vieja cabaña de campo que utilizaba su familia en navidad, logró divisar dos automóviles aparcados y con las intermitentes encendidas. Mientras Yoongi y Taehyung charlaban a medida que los cigarrillos se consumían con el pasar de los minutos.

—Planeas decirme que abandone la candidatura de Jungkook, o qué hace él aquí.—Hyerim apuntó a Yoongi, el cual torció una risilla de fastidio.

—Puede ser.—respondió Taehyung ofreciéndole un cigarrillo a Hyerim.

—No fumo.—rechazó inmediatamente.

—Pero realmente no están aquí para que tomemos el té como grandes amigos, eso es seguro.

Taehyung pisó el cigarrillo que se encontraba fumando como si se tratara de un insecto. Logrando llamar la atención de los otros dos, porque evidentemente les estaba enviando un mensaje.

Y si iban a morir, Hyerim no estaba dispuesta a ser una víctima más.

Fugazmente se le vino un recuerdo de su padre cuando pasaban sus vacaciones en esa modesta choza cada vez que Seokjin y Taehyung comenzaban una pelea.

"Hyerim, solo tienes que observar como esos dos Leones se destrozan"

Como una buena niña se sentaba en las piernas de su padre mientras observaba la luna desde el corredizo. Y los gritos de Seokjin y Taehyung cesaban a medida en que ambos se quedaban sin fuerzas para pelear.

Pero detrás de una pelea siempre existía una causa. La discordia.

Kim Jaesang adoraba poner a prueba a sus dos hijos con el único propósito de medir su fuerza. Y en cada una de las discusiones Seokjin resultaba vencedor utilizando únicamente su brillante estilo viperino de hablar.

Taehyung en cambio, era amante de la fuerza bruta lanzándose a la guerra prácticamente con los ojos cerrados.

Cuando Hyerim creció, entendió que Jaesang únicamente se encargó de enseñarles a sus hijos el arte de la manipulación. Una que Seokjin logró perfeccionar con el paso de los años, y era lo que hoy lo hizo un hombre exitoso de negocios, se podría decir que su hermano mayor supo utilizarlo para bien, y Taehyung terminó por salírsele de las manos.

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