Cuarenta y uno

66 8 3
                                    

PJM

Cuando dije que necesitaba aprender de Na Hyeseong no supe lo complejo que sería, porque era una mujer con vastas funciones y responsabilidades.

Al llegar hasta su oficina fui recibido por otra de sus particulares, una mujer de mediana edad, y con unas gafas más grandes que el ego de Kim Jaesang.

—¿Tú debes ser el jovencito que la ministra nos mencionó?

Inmediatamente todo el equipo de Na Hyseong se giró a verme con interés, pensaría que es porque se trata de su yerno, pero fue clara cuando dijo que no mencionáramos mi ahora parentesco familiar con ella, no solo por el bien de Hyerim, sino por los ataques de Jaesang que se avecinan.

—Oh...éste debe ser el nuevo contador.—otra mujer de al menos unos cuarenta años se abalanzó a recibirme.—¿Cómo has conocido a nuestra ministra?

Tenía un aprieto ahora mismo, porque esa parte no la acordamos en ninguna línea de nuestra conversación.

—Lo conocí el día en que asistí a dar una conferencia a la Universidad Nacional de Seúl.

Atrás de nosotros se escucharon los tacones de Na Hyeseong repiqueteando el suelo.

Este chico es todo un diamante en bruto.

Por primer vez me sentía honrado. A lo largo de mi vida fui visto como un cero a la izquierda, pero poco a poco la justicia comienza a alcanzarnos a todos, yo he conseguido no solo superar varios obstáculos, sino que en el camino he ganado una familia. A Hyerim, y probablemente a esta mujer que me ha tendido la mano.

Hyeseong me escoltó hasta su oficina para imponerme de sus actividades, y de las que ahora yo asumiría, con la intención de contrarrestar las absurdas cargas de trabajo.

—Iremos por un traje.—me observó mientras tomaba su abrigo.—¿Sabes manejar?

Respondí de inmediato con un insípido si. Aunque, me tomó desprevenido el que necesitara un traje para mi.

—En unas horas asistiré a una cumbre de líderes mundiales junto con el presidente. Es nuestra oportunidad de oro para que empieces a familiarizarte con este ambiente.

Es claro que lo sé, en mi vida pasada yo osaba de asistir a esos eventos donde toda la clase política y social se reunía con el propósito de establecer alianzas. Pero luego recordé maravillosamente cómo Hyerim casi domina el mundo tomando ventaja de lo que ya sabía acerca del futuro. Entonces, yo podría hacer lo mío.

Caminé en silencio detrás de Na Hyeseong quien estaba más que dispuesta a escoger un buen traje Armani para mi. Pero ninguna de sus propuestas me parecían acertadas, y no es que careciera de buen gusto, sino que no era lo que yo usualmente utilizaba cuando fui Miles.

La esencia de Miles aún seguía dentro de mi, desde su correcta manera de hablar y comportarse, hasta su increíble y talentoso gusto por los trajes, y colonias francesas.

Ante mi negativa, Na Hyeseong dejó todo en mis manos, notándose lo muy nerviosa que estaba, y preparándose para decime que no, solo que sus ojos terminaron por abrirse más cuando aparecí delante de ella.

Porque incluso yo sentía que el mismísimo Park Miles se había apoderado de mi esa misma tarde.

Na Hyeseong me escaneó de arriba abajo asintiendo con satisfacción, porque yo había logrado superar sus expectativas.

—De causalidad...¿Dónde has aprendido a vestirte?

Antes de regresar a Corea cuando era Miles, no fui un santo, tuve muchas novias, entre ellas una considerable lista de modelos que colaboraban con marcas de lujo, y de cada una de ellas aprendí algo diferente. Pero no diría esto enfrente de mi madre en ley.

Somebody else Donde viven las historias. Descúbrelo ahora