Meraki

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Taylor Swift - Don't blame me.

- No vales nada Rainier, me avergüenza tener que llamarte hijo. ¿Cómo es posible que no puedas siquiera concretar el plan de la compra de los Teléfonos que quieren los norcoreanos!? - Dijo Dallas padre a su hijo totalmente intimidado. - Padre lo siento, apenas estoy empezando y estoy haciendo lo mejor que puedo. - Su padre le abofetea con fuerza nuevamente. - Lo mejor que puedes no es suficiente. ¡Tienes que entregar el alma! ¡Así tengas que morir en el intento, tu esfuerzo tiene que notarse día a día! No esas mierdas de "Estoy haciendo lo mejor que puedo" Vete de aquí unos días Rainier... A dónde quieras, donde sea. Solo no quiero verte, me das vergüenza solo de verte.

Con lágrimas en los ojos y sin tener a dónde ir por qué su padre ni siquiera le dio dinero fue a casa de Rocky. Con una maleta en mano tocó el timbre y era la abuela. - Hola Dallas. ¿Cómo estás niño? - Dallas abraza a la abuela sin pensarlo. - Ya mejor desde que llegué abuela. - La abuela le da unas palmaditas en la espalda al niño y el se reconforta. - Rocky está en su entrenamiento pesado, ese que hace con los ojos vendados y los oídos cubiertos. Me da miedo cuando hace ese entrenamiento. - Dallas entra a casa y deja su mochila en el recibidor. - Lo se abuela, es cuando más lastimado llega. Aún no se cómo es posible que resista tanto dolor... Disculpe abuela. ¿Sería posible que me pueda quedar aquí unos días? - La abuela sonríe. - Claro mi niño, ve a bañarte anda. En un momento prepararé la cena para que tú y Rocky coman. El sábado me iré a mi siguiente quimio. Así que tal vez llegue hasta el lunes, me lo cuidas mucho. Ha estado sobre esforzándose demasiado con esos entrenamientos, no se a que quiere llegar. Esta semana compró unos libros en la internet alguien llamado Dim Mak.

Después de algúnos minutos la puerta se abre y en ello entra Rocky fatigado y con algunos rasguños en el cuerpo. Dallas sale del cuarto de Rocky y lo recibe para sorpresa del chiquillo. - Dallas! ¿Que haces aquí? - reaccionó el pequeño alegremente al ver a su pareja en casa quien se estaba secando el cabello. - Que lindo recibimiento, no esperaba algo tan... cortante de tu parte. Pero si, aquí estoy. - Rocky se acerca y abraza a Dallas con mucha fuerza. - Que lindo que vinieras. Tenía muchas ganas de verte. - Dallas sonríe vivamente. - Pues que bien, por qué me quedaré aquí algunos días. Espero que esas ganas de verme no se te quiten con el tiempo.

La alegría de Rocky podía notarse, el resto del día lo pasaron juntos. Hablando y sonriendo. La noche llegó y Dallas ya había preparado su cama en el suelo. - ¿De verdad te quieres dormir en el suelo? Eres el invitado. Yo debería estar ahí abajo. - Dallas le contesta tiernamente. - Me gusta más estar aquí abajo. Siento que ahora el cachorro fiel soy yo... No te he agradecido. - Rocky voltea hacia Dallas y le pregunta. - ¿Que tienes que agradecer? - Dallas coloca su mano en la orilla de la cama siendo cubierto por la mano de Rocky. - Por esto, tu compañía. Tu cariño. La importancia que me das después que desde el primer día te traté como a una burla. Solo quería decirte que todo, desde que me levantaste ese día que me dejaste moribundo, hasta el día del fallecimiento del viejo Reggie, creo que... que no te merezco.

Rocky vio brotar las lágrimas de su amado. Bajó de la cama, le abrazó con fuerza y con sus dedos limpió sus lágrimas mientras le acariciaba el rostro. - Para mi eres lo más valioso que hay. Estoy feliz de tenerte conmigo. Imagina lo que siento cada que te veo. Cada que te tengo en mis brazos y veo que eres real. Sentir tu cuerpo tibio, besar tus labios que casi siempre saben a queso. - Dallas no paraba de llorar. - No valgo nada Rocky, no valgo nada. Soy una vergüenza para mi familia. ¿Por qué nadie me ama? - Rocky besa en los labios a Dallas quién sintió lo que el amor significaba. - Yo te amo Dallas. Solo no temas dejarte amar. - Dallas se aferró como nunca a Rocky, demostrando lo frágil que podía ser cuando amaba de verdad. - Te amo Rocky. Cómo nunca antes lo había hecho.

Durmieron juntos toda la noche abrazados, sin miedo a que los vieran, sin pensar que el mundo allá afuera los trataría diferente solo por verlos juntos. Que el padre de Dallas no lo amaba, y que la abuela de Rocky se había dado por vencida y engañaba a su nieto diciéndole que asistía a las quimioterapias que ni siquiera había pagado. A veces se miente cuando se ama.

Por la mañana Dallas escuchaba caer agua al suelo. No entendía la razón. Salió para ver lo que sucedía en el patio trasero y estaba lleno de globos de agua que Rocky solo rompía con una espada de madera. No se escuchaba el golpe de la espada contra el globo, lo cual inquietaba más a Dallas. Solo se escuchaba el cortar del viento y el caer del agua. Tal vez era su oído el que fallaba, o tal vez era la belleza del momento lo que le tenía cautivado. Quién fue su rival, dando cátedra de todo lo que puede realizar. Quedó encantado por el momento... por el chico.

Rocky voltea con su torso desnudo y su cabello mojado. Dallas se acerca al chico y le abraza por detrás susurrandole al oído. - Este es mi chico. - Besa su cuello y hombro derecho encantado por el momento. Toma la cinta que protege la caída del pantalón y lo deja completamente desnudo a la luz de la mañana. Lo carga fácilmente y entre besos y nalgadas. - Eres mío Rocky. - Le dice mirándole a los ojos antes de besarle el cuello y el pecho. Baja poco a poco hasta que algo indeciso llegó al abdomen del jovencito. Le miró a los ojos y suavemente continuó hasta llegar al miembro que pedía ser tocado. - Soy tuyo Dallas. - Recibe la contestación de su vida. Rocky toma a Dallas de la mano y van directo a la ducha.

- ¿Estás seguro que quieres hacerlo? - Pregunta Dallas mientras Rocky se sienta en su amado reposando las plantas de sus pies en sus rodillas e introduciendo el falo de su amado soltando un leve gemido que cautivó a Dallas por completo. - He soñado con esto. - El agua llenaba ambos cuerpos mientras se movían en una brutal sincronía. De vez en cuando Dallas ahorcaba a Rocky o metía sus dedos a la boca para ser mordido por este dejándose llevar por la intensidad del momento. Dallas ya había estado con chicas antes, pero nunca había sentido la rudeza de un hombre que pedía fuerza y virilidad. Caricias y manotazos duros que marcaban la piel pero motivaban al cuerpo. Extasiados uno con el otro que sin más dilación lograban el punto más álgido del amor.

Dormidos, desnudos y con el cuerpo adolorido estaban ambos juntos, tan cerca que sus labios parecían besarse cada que respiraban, como si a pesar de todas las horas en las que realizaron el acto sexual y el cansancio que significó no hubiera sido suficiente y el corazón de ambos, entrelazado uno al otro pidieran así seguir amando.

La Luz Al Final Del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora