CAPITULO 24

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JungKook

Tuve que contenerme, pero disfruté rompiéndole la nariz al pretencioso gusano de Benny. Para mí no era suficiente, pero verlo lleno de sangre, moretones y quejándose de dolor, tenía que serlo. Tener a TaeHyung a salvo de ese tipo tenía que serlo.

—¿Has terminado?

—No, pero tendrá que bastar. —YoonGi me tendió la toalla para que limpiara los restos de Benny de mis puños. En una hora había hecho un buen trabajo, pero ahora tenía que volver corriendo al casino, asearme un poco y ver qué tal le iba a mi chico con la partida. YoonGi me tenía al tanto de sus progresos, pero no era lo mismo que estar allí y verlo en acción. Era fascinante ver cómo su montoncito de fichas iba subiendo. Mientras salía hacia mi destino me crucé con Christopher. Le tendí la mano y él la estrechó con fuerza, como nos gustaba a los Min.

—Ha sido un placer volver a verte —le dije.

—Lo mismo digo.

—Tenemos que encontrarnos en circunstancias más agradables.

—Qué quieres que te diga, yo me lo he pasado bien —respondió Christopher.

—No era a tu chico al que querían secuestrar.

—No, tienes razón. —Asentí con la cabeza y me fui de allí.



TaeHyung

Sabía que no era el único que contaba cartas, ni el único que recurría a fórmulas matemáticas para hacer mis apuestas e intentar descubrir las cartas de los demás. Así que encontrarme con alguien como yo en la mesa no me sorprendió, pero tampoco me alegró mucho. El tipo era bueno, por eso estábamos sentados uno frente al otro decidiendo quién se llevaría el premio final. Los dos lo queríamos y los dos teníamos opciones, pero las posibilidades se ampliaban cuando solo quedaban dos jugadores en la mesa. Los dos lo sabíamos. Nos habíamos estudiado cada uno a su manera, pero aquello no era suficiente, ambos lo sabíamos. No se me daba bien pillar los tics de los jugadores, solo recurría a la lógica y él lo sabía.

Cuando repartieron las cartas, antes de levantarlas sopesé mis opciones. Había sido un jugador coherente, nada arriesgado, metódico y ambos lo sabíamos. Para ganar aquella mano tenía que hacer algo que no había hecho nunca. Levanté las cartas, vi lo que tenía y dejé que la felicidad me envolviera. Ambos realizamos nuestras apuestas y cuando llegó el momento decisivo, el tipo no continuó porque mis cartas decían que mi mano era mejor que la suya. Cuando levantó las suyas, vi que tenía un trío de jotas, algo con lo que habría ganado a mi pareja de ochos. Sí, me había tirado un farol, de los grandes, porque alguien que no usa faroles, un matemático como yo, no cambia los datos, solo los acomoda a la fórmula. Había ganado el maldito torneo, había conseguido mis tres millones de dólares.

Alcé la vista hacia JK y lo encontré allí, en su esquina, sonriendo. Se acercó y me felicitó como los demás, solo que él no se fue, se quedó a mi lado. Me hicieron entrega de las tres fichas de un millón de dólares que podría canjear en el casino en cualquier momento. Después JK me acompañó fuera de la sala.

—Supongo que quieres ver a tu madre.

—Sí.

—Creo que está dormida. El médico la revisó y le dio un calmante porque tenía la tensión por las nubes.

—Puedo entenderla.

—Podemos ir a cenar hasta que nos avisen de que ha despertado.

—Me parece bien. —Empezamos a caminar hacia el restaurante, como si fuésemos personas normales, como una pareja, nada más. Y eso me gustó.

—¿Ya has pensado qué vas a hacer con el dinero?

—Voy a buscar un sitio en el que mi madre y yo podamos vivir.

—Supongo que tendrán mucha vida familiar que recuperar.

—Mis padres estaban divorciados cuando mi padre y yo empezamos con el asunto del juego, así que siempre estuvo un poco al margen. Realmente no supo lo que pasaba hasta que desaparecí.

—Y lo hiciste para protegerla a ella también.

—Si no me encontraban no habría con quién negociar, no les serviría de nada retenerla y matarla como a mi padre sería como acabar con su única baza para extorsionarme.

—Tuvo que ser difícil para ti.

—Lo fue, pero me fui acostumbrando.

—Bueno, ahora todo eso ha terminado.

—No estoy tan seguro. —Llegamos a una mesa apartada del restaurante, donde un camarero nos tomó la comanda después de acomodarnos. Daba gusto ser el jefe, no esperabas para nada. Uno se podía acostumbrar a esto con demasiada facilidad.

—¿Por qué no estás seguro? Benny no va a ser un problema, nunca más.

—Pero no es el único.

—En esta ciudad nadie se atreverá a tocarte, no mientras yo siga en pie. Tienes mi palabra.

—Las palabras no sirven de nada, sé de lo que hablo.

—Te equivocas. La palabra de un Min es ley. Se cumple o se pagan las consecuencias.

—Das miedo cuando dices esas cosas.

—Los demás deben tener miedo, tú nunca. A estas alturas deberías saber que ni yo ni nadie de mi familia te hará daño.

—Prometiste protegerme, lo recuerdo.

—Cumpliré todas y cada una de las promesas que te haga, TaeHyung. Si no estuviese convencido de querer cumplirlas no las haría, eso tenlo por seguro.

—De acuerdo. —Cenamos y después JK comprobó el estado de mi madre.

—Sigue durmiendo y según el médico, podría no despertar hasta mañana. Parece ser que no había conciliado el sueño la noche anterior.

—Supongo que la situación también agotó sus energías.

—Será mejor que tú también descanses. Mañana puedes cobrar tu premio. Te aconsejaré cómo moverlo para que el estado no te investigue, ni los impuestos se coman parte del premio.

—¿Sabes de esas cosas?

—Soy contable, ¿recuerdas? Yo llevo las cuentas de la familia y gestiono la mayoría de los activos.

—Vaya, creí que lo decías en broma.

—Bromeo con las cosas que no son importantes, con el trabajo y la familia no.

—Vaya, eres una joya.

—Sin tallar, pero lo soy. No te quepa duda. Y ahora, será mejor que nos retiremos. —Me ayudó a levantarme de la mesa retirándome la silla y luego me tomó de la mano para caminar juntos. No es que me molestara, pero el torneo ya había terminado, podíamos dejar de fingir ante los demás. ¿O acaso esto ya no era parte del plan?

Repetimos el mismo camino que el día anterior, hacia la zona reservada para la familia Min.

—¿Otra vez vamos a dormir juntos?

—Hasta el momento que me digas que no quieres hacerlo más.

—Hoy no quiero dormir contigo.

—Entonces buscaré otra habitación. —Antes de que se diera la vuelta lo cogí por el antebrazo y lo obligué a mirarme a los ojos, mientras me acercaba a su cuerpo.

—He dicho dormir, porque prefiero hacer otras cosas. —Sus brazos me aprisionaron con fuerza, dándome una fuerte sacudida.

—No vuelvas a hacer eso.

—¿El qué?

—No juegues conmigo de esa manera, porque duele.

—Lo siento.

—Tendrás que compensarme si quieres que te perdone.

—¿Cómo quieres que lo haga? —Pasé mis uñas por su pecho, como había visto en alguna película.

—De momento bésame, es un buen comienzo.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora