Min's Family (KT) 2

CAPITULO 47

JungKook

Es bueno ser un Min, porque lo que no consigue el dinero lo consiguen el miedo, el respeto y el poder. Por eso estaba en una habitación de hospital privada, recién duchado y sentado junto a mi chico, sosteniendo su mano. Aún no había despertado, pero era normal, eso me habían dicho. Él se llevó la peor parte del golpe por no estar asegurado, a mí me protegió el maldito cinturón de seguridad. ¿Y los airbags? Pues al estar el vehículo parado, no saltó ninguno.

Acaricié de nuevo su mano sana, la del brazo que estaba cargado de vías para la medicación. El otro, estaba sujeto a su costado con una de esas férulas para la inmovilización. El impacto le había fracturado el húmero del brazo izquierdo. También tenía una distensión en la rodilla del mismo lado y un buen golpe en su cabeza, en la misma parte. Eso era lo más grave y según los médicos, habíamos tenido suerte. Como si tener el cuerpo lleno de cortes y magulladuras no fuera nada, menos aún el seguir inconsciente trece horas después del golpe.

Rasqué mi pecho donde sabía que había un largo moretón, donde el cinturón había hecho su trabajo de fijación. Mi cabeza estaba bien, eso al menos dijo el TAC, aunque yo ya lo sabía. Soy un Min, tenemos la cabeza dura. La puerta de la habitación se abrió dando paso a YoonGi.

—¿Aún no ha despertado?

—No. Los médicos dicen que lo hará en cualquier momento.

—Bobby encontró algo. —La maldita policía no tenía gran cosa. Las imágenes de tráfico encontraron el vehículo que nos había estado siguiendo y resultó que había salido en la misma salida que nosotros. Era un vehículo robado, por ahí no llegaríamos muy lejos. Hasta que no encontraran el coche y tomaran huellas, no sabrían quién lo conducía. Si yo estuviese en el pellejo del tipo, el coche estaría quemándose en algún lugar del desierto media hora después del accidente. Así que no confiaba mucho en que la policía lo encontrara y mucho menos sacara algo de él. Pero si YoonGi decía que Bobby había encontrado algo...

—¿Qué tiene? ¿Alguna imagen de alguna cámara de seguridad?

—Antes prométeme que te lo tomarás con calma y actuarás con la cabeza fría. —¡Mierda! Eso ya era suficiente pista, pero necesitaba oírlo de su boca.

—Cuando revisó la alarma Min, Bobby activó los GPS para localizarlos.

—Es el procedimiento habitual, lo sé.

—Cuando vio que eran dos, activó todos los localizadores, ya sabes, es el protocolo estándar.

—¿Y?

—Uno de los localizadores de Fredo estaba a pocos metros del vuestro en el momento del accidente. Boby lo rastreó y comprobó que los estuvo siguiendo todo el camino.

—¡Hijo de puta! Yo lo mato. —Me puse en pie dispuesto a salir por aquella puerta, encontrar a Fredo y arrancarle partes del cuerpo una a una, hasta que no quedara nada que arrancar. Pero antes de dar un paso lejos de TaeHyung, me detuve en seco y me pasé la mano por el pelo. No, no iba a dejar a TaeHyung, me necesitaba a su lado. Fredo podía vivir un poco más. Que le agradeciera a él esos minutos, horas, lo que fuera que necesitara mi chico para regresar a mí y comprobar que estaba bien.

—No. —La voz débil y rasposa nos hizo girar a ambos hacia la cama. TaeHyung luchaba por abrir sus ojos e intentaba humedecer un poco sus labios resecos. Me tiré sobre mis rodillas para estar junto a él.

—TaeHyung.

—Kook... no lo mates...

—No merece otra cosa, cariño.

—No... morir es el final de todo. Dale algo... que le haga lamentar vivir.

—Tiene razón, hermano. Fredo merece algo peor que la muerte, merece que le des donde más le duela, algo que le haga sufrir de verdad. —Medité solo unos segundos, porque ya sabía qué era lo que más le dolía a Fredo.

Había hecho esto porque su gallina de los huevos de oro se le escapaba de las manos. Dinero, el cabrón había hecho esto por dinero y yo le iba a hacer pagar por ello con todo lo que tenía. Y cuando no le quedara nada, le quitaría aún más.

—Voy a acabar con él, TaeHyung.

—Lo sé. —Me incliné sobre la cama y lo besé, como había hecho cada media hora desde que lo pusieron en aquella cama, pero esta vez sus labios me acompañaron. Estaba bien y eso era lo más importante.

TaeHyung estaba de nuevo conmigo, yo me recuperaba de mis heridas y tenía a

todo el equipo Min en pie de guerra. Era hora de la venganza.

Yuri

Observé por la ventana del salón a mis girasoles tomando el sol. Mi esposa, mi hija y mi yerno. Todos ellos relajados, aunque sin olvidar lo que había ocurrido, bueno, solo uno era totalmente ajeno a todo, JiMin. ¿Cómo le decías algo así a un embarazado con problemas de tensión? Fácil, no se lo decías. EunHa y su madre sí lo sabían, por eso se habían ofrecido para mantenerlo alejado de todo. Con YoonGi metido en todo el asunto, era difícil justificar su ausencia por mucho tiempo. Lo bueno de nuestra familia es que el peso no recae sobre los hombros de uno solo, somos muchas espaldas las que podemos cargar con ese peso.

No me gustaría estar en la piel de mi hijo pequeño en ese momento, porque yo sí que no tendría la sangre fría para hacer lo que me dijeron que iban a hacer. Había que tener hielo en las venas para no coger a ese cabrón por el cuello y arrojarlo desde alguna azotea. Pero JungKook estaba decidido a hacerlo. ¿No había dicho que fue idea de TaeHyung el hacerlo sufrir donde más le dolía? ¿Que matarlo era demasiado poco? Me gustaba ese chico. Después de un accidente así tenía unas pelotas como las de un caballo para ponerse siquiera a pensar en ello. Y Kookie no solo estaba dispuesto a hacerlo, sino a pasar por todo ese maldito plan sin asesinarlo antes. Un mensaje de YoonGi me sacó de mis cavilaciones.

—¿Cómo está JiMin?

—Tranquilo.

—Regresaré pronto para recogerlo.

—No tengas prisa, tómate el tiempo que necesites. Hoy es un buen día para una cena familiar.

—Gracias.

Guardé el teléfono y observé a mi mujer mientras le ofrecía un poco más de limonada a JiMin. No es que pensara que YoonGi fuese blando, o no fuese capaz, pero se iba a enterar de lo que costaba tener una hija. Yo pasé mi momento con EunHa y juro que todavía me preocupo por ella, aunque haya encontrado a un hombre que mataría por mi pequeña y que la cuida igual que yo lo haría. Otra chica Min. Eso era bueno, porque realmente aquella familia tenía hombres Min para cubrir unas cuantas décadas.