CAPITULO 30

339 54 2
                                    


JungKook

Guardé el teléfono en la bolsa de deporte y la metí en la taquilla del gimnasio. Necesitaba prepararme para esto y, para hacerlo, debía trabajar duro, pues no sabía de cuánto tiempo disponíamos. Empezaría por incrementar mi rutina diaria con cinco kilómetros más después del entrenamiento. Caminé hasta la cinta para correr y programé mi rutina de carrera. Tenía diez kilómetros por delante, como cada día de lunes a sábado a partir de ahora. Noté que alguien se ponía a trotar en la cinta a mi lado y sabía quién era antes de mirar, porque el olor de su desodorante era demasiado familiar para confundirlo con otro.

—Creí que te había perdido, amigo. Tres días sin venir a entrenar es mucho tiempo para ti.

—Lo hice por mi cuenta, Fredo. Sabes que no puedo vivir sin mi dosis de adrenalina.

—Sí, supongo que eso lo has tenido cubierto. ¿Problemas en el trabajo? — Podía haberle contestado, podía decirle lo del torneo de póker, pero, aparte de que nunca solía contarle todo a Fredo, recordé lo que Leo le estaba haciendo a NamJoon y a nuestra familia y me frené en seco.

—Ya sabes, problemas con proveedores, algún empleado que suplir a última hora... Nada que no se pueda solucionar con un poco de esfuerzo y muchas llamadas de teléfono.

—En eso sí que no te envidio, tío.

—Ya, porque tú no tienes un trabajo en el que responder.

—Tú eres mi fuente de ingresos. Sigue ganando y yo seguiré cobrando mis apuestas.

—Tendrás que encontrar un trabajo, Fredo. Un día de estos me retiraré de las peleas.

—Bueno, cuando eso ocurra, lo haré, pero de momento, pienso dejar las cosas como están. Me gustan así. —Sacudí la cabeza mientras sonreía, el cabrón no pensaba en el futuro. Tenía un año más que yo y no era capaz de pensar como un adulto. Puede que no quisiera crecer, pero ocurriría de todas maneras y era mejor estar preparado. Si esperaba que lo llevara en mi cola toda su vida, se llevaría una decepción, porque yo sí iba a crecer. Iba a formar una familia algún día, tendría mi pareja, mi casa, mis hijos... ¿Cuándo me había llegado la madurez? No, no era madurez, era saber que mis prioridades habían cambiado.

Ya no quería seguir viviendo una vida alocada y vacía, porque había encontrado a alguien interesante, con un culo perfecto, a que no quería ver alejarse de mí. Era joven, sí, pero no tanto. Formaría una familia, seguramente no mañana, pero algo me decía que ya había encontrado con quién.

Seguimos nuestra rutina de entrenamiento y cuando iba por la mitad del recorrido de mis últimos cinco kilómetros, Fredo cambió el tema de conversación de manera brusca. No es que me extrañara, Fredo era así, sobre todo cuando alguien que le parezca atractivo entraba en su radar, como era en este caso.

—¡Madre mía! Ese sí que es un trasero perfecto. —¡Ah, mierda! No podía ser otra persona.

Habíamos estado comparando traseros desde que lo conocía y nunca le había oído decir esas palabras. Casi perfecto, muchas veces, pero perfecto a secas, nunca. Así que solo podía ser una persona, TaeHyung. Por eso, y porque le había mandado un mensaje pidiéndole que se pasara a buscarme por el gimnasio cuando terminara su trabajo.

Me giré hacia la entrada y lo vi. Llevaba uno de esos pantalones ajustados que marcaban su perfecto culo, haciendo babear a todos los hombres del gimnasio. Cuando reconocí al hombre que se acercaba a él, no pude evitar enfadarme. Fredo, el puñetero cabrón no perdía el tiempo. Pero esta vez no ganaría, porque TaeHyung era mío. Salté de la máquina y caminé deprisa hasta ellos.

—Hola N.... —No lo dejé terminar, asalté su boca y marqué mi territorio para que todos aquellos tipos supieran que yo iba primero, que golpearía su cara si se atrevían a flirtear con él. Estaba dejando bien claro que él estaba conmigo. Señor, sabía tan bien... y su trasero encajaba tan bien en mis manos. Toda él había sido creado para mí.

—Eh, colega. Respira. —Cuando terminé el show, estaba demasiado recalentado como para frenar, así que cogí a TaeHyung de la mano y lo llevé a la sala de entrenamiento de la parte de detrás. Cerré la puerta con él, empujándolo sobre la madera y asaltando de nuevo su cuerpo. Y él me seguía, nada podía mejorar eso.

—¿Me has echado de menos? —me preguntó con aquellos ojos brillantes.

—Puedes jurarlo.

—¿Para esto querías que viniera? —¡Mierda! Casi olvidé el motivo de hacerle venir. Había discutido con YoonGi y NamJoon sobre implicarlo en esto, así que le diría una verdad a medias.

—Tu madre vuelve a Atlantic City en el avión de esta noche.

—Lo sé.

—No quiero que te quedes solo en tu apartamento, quiero que te traslades al mío.

—Dijiste que nadie me haría daño en esta ciudad, que estaba a salvo.

—No he dicho que sea por tu seguridad, es por la mía.

—¿La tuya?

—Me he acostumbrado a dormir contigo a mi lado.

—¿Y qué tiene que ver tu seguridad con el haberte acostumbrado a no dormir solo?

—Si no duermes conmigo, me convierto en un ser irascible y un Min irascible es un peligro para la ciudad y para sí mismo.

—Estás loco.

—Totalmente. —Sus brazos se enredaron en mi cuello y yo aproveché para levantar sus piernas y envolverlas en mi cintura. Adoraba esa postura.

—Así que quieres que duerma en tu apartamento.

—Quiero que te mudes a mi apartamento, es diferente.

—Eso suena...

—Es demasiado rápido, lo sé. Pero nosotros somos así, no nos tomamos demasiado tiempo en actuar, solo lo hacemos.

—Iba a decir que sonaba a demasiado serio para Min JungKook. Ya sabes, cambias de chica como de calzoncillos y he notado que en eso eres un chico muy limpio.

—Sí, bueno, probemos a ver qué tal me sienta el cambio.

TaeHyung

¿Sorprendido? Totalmente. ¡Eh!, pero no iba a quejarme. No, señor. Recogimos algunas de mis cosas de mi apartamento y las llevamos al apartamento-mansión de JungKook. Sí, dijo que había sido el apartamento de su hermano antes, pero eso no desmerecía el que fuera gigantesco para una persona sola.

Casi no me dejó terminar de acomodar mis cosas en su armario, cuando me arrastró hacia el baño. Esto de dejar que me sedujera en la ducha, se estaba convirtiendo en una costumbre que no me costaría adoptar como permanente.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora