CAPITULO 20

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TaeHyung

Cuando desperté, lo primero que noté es que mi almohada respiraba y estaba caliente. Y después, que esa almohada era JK y que seguía dormido.

Con toda aquella carne prieta y perfecta bajo mi mano, ¿cómo iba a resistirme a tocarla? Así que lo hice. Pasé mis dedos sobre aquella superficie tentadora y me deleité con su tacto. Era suave, firme y tremendamente seductora. ¿Sería todo igual? Sí, ya no soy un adolescente y quizás ese sea el problema, que no me desfogué cuando era mi momento y ahora estaba muy necesitado de ello. Pero, si me arriesgaba a aquello ahora, ¿estaría preparado?. Reconozcámoslo, ya no era un niño, pero Min JungKook estaba mucho más lejos que yo de serlo.

Su forma de besar, su forma de tocar, incluso su forma de controlarse, decían que sabía mucho sobre el tema. Quizás demasiado. ¿Qué le pediría a un doncel? Fuese lo que fuese, era algo que yo no podría darle, pero me podía la curiosidad de saber qué era él capaz de darme.

—No me provoques, porque muerdo. —Sus palabras me sorprendieron, porque no me di cuenta de que estaba despierto. Pero más allá de la amenaza, supe que había estado quieto, no sé si disfrutando, pero sí dejando que yo explorara, que saciara mi curiosidad. Por un segundo, deseé que me mordiera, que perdiera ese control que mantenía la distancia del inocente flirteo, del control que utilizaba para asustarme y alejarme. Y como si mis deseos hubiesen sido escuchados, el depredador se lanzó sobre mí. Podía ser joven, ser inexperto y no saber lo que me depararía ese hombre, pero estaba dispuesto a aceptar el reto. Lo quería, necesitaba probarlo para decir después «lo hice y fue con él».

Cuando su mano empezó a ascender por mi pierna, retirando la suave tela del camisón a su paso, supe que iba a tomarse su tiempo. Sus labios jugaban con mi boca, como si darme y quitarme fuera algo más que una deliciosa tortura para ambos. Era un provocador. Sus dedos rozaban aquellas partes importantes, haciéndome desear que las alcanzara, pero no haciéndolo realmente. Era como llegar a casa y quedarse en la puerta, y lo odiaba por eso, pero no quería que dejara de hacerlo porque sabía que habría más.

—No voy a permitir que te arrepientas, TaeHyung. Pero éste es el momento en que dices que me detenga, porque no habrá opción después. ¿Sigues conmigo, TaeHyung? —Mi cabeza asintió porque yo no podía formar palabras, no podía. Él le había robado a mi boca la capacidad de hablar.

—No, TaeHyung, necesito oírtelo. Dime que quieres continuar TaeHyung, dímelo.

—Quiero. —Entonces, como si de un animal adiestrado por su amo se tratara, JK dejó el control fuera y se lanzó a tomar y dar tanto como ambos necesitábamos. Me alzó hasta que ambos quedamos de rodillas sobre la cama. Sus manos ascendieron por mis costados, hasta obligarme a alzar los brazos y retirar el camisón de mi cuerpo.

—Dios, eres precioso. —Y lo decía él, al que estaba dispuesto a morder como si fuera un trozo de pizza caliente. Mis dedos se deslizaron por su marcado abdomen, hasta llegar al lugar donde la tela ocultaba aquella parte que quería explorar. Ninguna palabra, ninguna mano, nada impidió que deslizara la tela para descubrir lo que había debajo. Y, ¡oh, dios mío!, era mejor de lo que me imaginaba. Era una única tabla que llegaba hasta un pequeño montón de rizos oscuros, de los que sobresalía un mástil listo para enarbolar la bandera.

Deslicé mis dedos por la cálida y dura superficie, recreando al condenado que iba a saltar de la plancha de aquel barco. Su respiración se entrecortó y sus manos entraron en acción. Me recostó con delicadeza sobre las sábanas, y volvió a explorar mi cuerpo con avidez, encendiendo cada parte, cada pequeño rincón que deseaba ser explorado. Estaba preparado, sus dedos exploraron y confirmaron que estaba listo, pero, aun así, siguió con la tortura.

Su lengua se recreó en mi piel, mis pechos, mis costillas, mi vientre... y siguió descendiendo hasta perderse en el valle entre mis piernas. Sentí cómo me saboreaba, cómo torturaba aquellos labios como antes hizo con mi boca, haciendo que algo dentro de mí creciera en forma de súplica. Alzó su cabeza cuando estaba casi a la puerta de llegar a lo que fuera que me esperase al final de aquello. Reptó por mi cuerpo, deshaciendo el camino que hizo al bajar, cuando ya casi estaba a punto de llegar a...

—¡Joder! —Saltó de la cama y empezó a buscar entre sus ropas del día anterior. Aunque agradecía la vista de aquel cuerpo tan perfecto, aquel trasero tan «mordible», no podía estar más frustrado. De un salto, volvió a la cama, me besó fugazmente y me mostró el objeto que nos había interrumpido. Un preservativo—. Casi haces que lo olvidara. —Rompió el pequeño paquete de aluminio con los dientes, se lo colocó con celeridad y se quedó suspendido contra mí, como esperando a que lo rechazara.

—¿Quieres hacerlo de una vez? Me estás... Mmm —No pude terminar porque su boca se fundió con la mía y su cuerpo empezó a abrirse camino dentro del mío, lenta y deliciosamente invasivo. Y no, no se parecía para nada a mi primera vez, ni a la segunda. Definitivamente, esta tercera era la mejor de todas.




JungKook

El cuerpo de TaeHyung era todo pureza, sencillez, sin artificios, perfecto. No había en él ningún olor que lo saturara, ningún sabor que lo adulterara. Era él en estado puro y sabía cómo debía saber el cuerpo de un doncel, a éxtasis, a placer y a deseo. Él lo tenía todo, ni grande ni pequeño, sino el punto perfecto. Todo natural, sin falsedades. Era TaeHyung, era mi Sweety, mi dulce.

No me costó llevarlo a la cima, llevarlo al orgasmo, porque con él tan solo se trataba de dejarse llevar, de sentir. Todo estaba en TaeHyung, solo tenía que tomarlo y pedir más. Fue increíble sentirlo convulsionar debajo de mí, sentir cómo sus paredes me aprisionaban y, mejor aún, sentir a mi propio cuerpo dejándose guiar al clímax supremo. Cuando mis ojos regresaron a él, a su dulce rostro, sentí que mi mundo había cambiado. Esto ya no sería lo mismo con cualquier otro, esto solo lo obtendría con TaeHyung.

Entonces supe que estaba perdido, que él había ganado esta partida y también ganaría todas las demás, jugara con quién las jugara. Comprendí a YoonGi. ¿Por qué seguir deambulando en otros prados? Él era lo que no quería perder.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora