CAPITULO 19

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NamJoon

Cerré la línea y me quedé un momento mirando al vacío. Los viejos tiempos, cuando todos los hermanos solo nos preocupábamos por vivir el momento sin pensar en el mañana Ahora es el mañana y no es como creía que iba a ser. No sé, tal vez esperaba tener a alguien como hizo papá, como YoonGi... O tal vez yo no soy el indicado. La familia es todo lo que tengo y tampoco voy a hacerme cargo de ella, no, eso se lo dejo a YoonGi. Él será perfecto como sustituto de papá. Yo... A mí me sobra con el bufete de abogados, con ocuparme de todos los temas legales y fiscales, de mantener sus culos lejos de la cárcel. Cada uno es bueno en lo suyo, y lo mío son las leyes. Tengo todo lo que necesito, sin las responsabilidades de ser el heredero y, aun así, noto que me falta algo. Hay un hueco dentro de mí, que no tengo ni idea de cómo llenar, porque no sé qué es lo que me falta. Tengo un buen trabajo, que disfruto, una familia a la que quiero y que me ama, tanto dinero y poder como un hombre pueda desear sin volverse loco, un doncel sexy y precioso que me da todo lo que le pido, pero algo me falta. O tal vez es lo que me dijo una vez JungKook, que me estaba convirtiendo en un hombre de hielo.

—Nam, tesoro. Me estoy enfriando. —Levanté la mirada para ver a Leo apoyado en el marco de la puerta, su pelo rubio cayendo sobre sus hombros, sus labios de un rojo intenso, su piel blanca resaltada por aquella escasa lencería de color negro. Mi pene se levantó por instinto, anticipando lo que iba a venir, porque, aunque sea un hombre de hielo, sigo necesitando esas cosas. Sexo, intenso y agotador, lo que me recomendó el médico para el estrés; por eso no lo tengo, porque me medico con frecuencia. Caminé hacia Leo mientras me quitaba la chaqueta y la corbata. Me detuve delante de él, al tiempo que veía como se pasaba la lengua seductoramente por los labios. Sí, es un goloso que sabe apreciar el buen material y no soy modesto, un Min no puede serlo, porque la genética nos ha bendecido y hacemos nuestro trabajo para ayudarla. Mi chico empezó a arrodillarse, al tiempo que fue soltando el cinturón y el botón de mis pantalones. Ya estaba sobre sus rodillas cuando me bajó la cremallera. Sabía lo que quería, llevarme al límite lo antes posible para terminar conmigo y con su obligación de satisfacerme. Pero soy un Min y si algo hacemos es pelear hasta el final, incluso con el sexo. No se lo iba a poner fácil y cuando lo consiguiera, exigiría más, hasta que quedara tan exhausto que no pudiera moverme. Y después me dormiría.





TaeHyung

Después de ducharme y ponerme ese suave camisón de seda, me dirigí a la cama. JK estaba quieto mirando por el gran ventanal, abstraído en sus pensamientos, a mil millones de años luz.

—Ya puedes usar el baño. —Se giró hacia mí y me dedicó una pequeña sonrisa. Parecía tan diferente al JK de hace un momento... Había dos partes en él, la risueña y divertida y la seria que hacía su trabajo con eficiencia. Era difícil creer que convivían en armonía, pero él lo conseguía. Lo seguí con la mirada mientras desaparecía por la puerta del baño. Escuché el agua correr y lo sentí cuando entró de nuevo en la habitación. Llevaba uno de esos pantalones de pijama de seda de color gris oscuro. ¡Madre del amor hermoso! Ese cuerpo podía haber participado en la película de 300 y no haber necesitado retoque alguno. Lo seguí con la mirada hasta que se metió bajo las sábanas y se tapó con ellas. ¿En serio? Se tumba boca arriba, con las manos bajo la cabeza, marcando esos bíceps, ese torso, ese abdomen tableteado, ¿y el idiota no se aprovecha de ello? Si fuera una persona como las que andan por ahí afuera, habría saltado sobre él y me lo habría comido de postre. Lo malo es que no tengo ni idea de cómo comer algo así. Mi primera vez fue hace demasiado tiempo, y entonces fue con un chico, un proyecto de hombre, y esto... ¡Mierda! Era como comparar un triste petardo, con el puñetero 4 de julio. Demasiado para mí; tenía que reconocer que estaba amedrentado.

—Duerme, TaeHyung. Mañana va a ser un día duro, pero tendrás tu recompensa.

—Tres millones. Pero todavía no los he ganado.

—Confío en tus aptitudes, sé que vas a ganar.

—El Cowboy puede haber actualizado las fórmulas. Una competición no es lo mismo que una timba de póker entre amigos.

—Por eso no te preocupes, lo tenemos todo controlado. Confía en mí. Mañana vas a ser tú contra solo un puñado de hombres y los vas a destrozar. —Giró la cabeza hacia mí, bajó su brazo y me hizo señas para que me acercara. —Ven aquí. —Obedecí mansamente, pegándome a su costado y recostando mi cabeza sobre su bíceps. —Si confiaras en ti la mitad de lo que yo lo hago, no le dedicarías al torneo ni un solo pensamiento.

—Es difícil hacerlo.

—Siempre puedo intentar distraerte. —Alcé la vista para encontrar su sonrisa picarona y ambos sabíamos que sí que encontraría más de una manera de conseguir su objetivo, pero no podía permitirme caer, no con él. Es como un bombón de chocolate cuando estás a dieta, sabes que es delicioso, te tienta hasta llevarte al límite, te resistes. Si caes, todo tu esfuerzo será en vano, pero si resistes, te sientes más fuerte.




JungKook

No fue la luz de la mañana lo que me despertó, no fue el sonido del despertador. Fue esa suave caricia que recorría mi piel con delicadeza. No necesitaba abrir los ojos para saber lo que vería. TaeHyung estaba parcialmente sobre mí, sus piernas enredadas con las mías, su mejilla apoyada sobre mi pecho y su mano... Aquella traviesa mano iba trazando el contorno de mis músculos abdominales con efectiva decadencia. Estaba más duro que un tronco de bambú —es lo que tienen los amaneceres de los hombres—, pero aquella mano exploradora me ofrecía más que una caricia directa sobre la zona en cuestión. Sus dedos llegaron a la zona donde terminaba la piel y empezaba la tela del pijama, pero no se detuvieron. La punta de sus dedos se deslizó peligrosamente bajo el elástico y no pude callarme.

—No me provoques, porque muerdo. —Su cara se alzó sobresaltada. Sus ojos eran dos pozos oscuros y profundos, sus dientes mordían el labio inferior solo un segundo antes de que su lengua lo lamiera; y entonces perdí el sentido. Lo volteé con rapidez y me coloqué sobre él, dejando que mi cuerpo le dejara bien claro al suyo que no tenía escapatoria. No dijo nada. Su boca estaba entreabierta y, como si reaccionara instintivamente a su invitación, salté sobre ella para tomarla.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora