Capítulo 1

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JungKook

    —Dime que lo han atrapado —El chasquido en el intercomunicador me devolvió al campo de juego.

    —Negativo. Se ha esfumado. Solo hemos encontrado el sombrero sobre una de las máquinas tragaperras. —No maldeciría, no maldeciría. ¡Mierda, joder!

    —Intenta tomarlo sin contaminarlo. Seguro que tiene alguna huella — ¿Sonaba muy C.S.I.? Sí, tal vez. Pero podíamos hacer esa mierda de encontrar huellas y cotejarlas, de manera clandestina, con las bases de datos a las que la policía tenía acceso.

    —Roger.

    —¿Y el doncel?

    —¿Qué doncel? —Fue curioso escuchar aquello desde dos lugares diferentes: el intercomunicador y la terminal a mi lado, donde tenía abierta una videoconferencia con Bobby. Sí, él estaba en su castillo en Crystals Mall, pero era como tenerlo sentado a mi lado en el centro de control del casino.

    —Pues qué doncel va a ser, Bobby, el que estaba con el tipo, el que levantó la liebre.

    —Yo no vi a ningún  doncel.

    —Mándame las imágenes de la grabación. —Unos segundos después, en el monitor de mi derecha, empezaron a reproducirse las imágenes captadas desde la cámara instalada sobre la mesa de Black Jack. Y, joder, no fue fácil dar con el chico. Salvo un vistazo poco definido de su pelo rubio, pasaba casi desapercibido, como si supiera dónde estaba la cámara y tratara de no ser captado por ella.

    —Ahí, Bobby, es el doncel que está detrás del vaquero, ¿lo ves?

    —Desde este ángulo es imposible, pero tal vez…. —Escuché cómo trasteaba con el teclado, centrando su atención en otro monitor.

    —Sí, creo que desde este otro ángulo se puede ver mejor. —Revisé nuevamente el monitor, donde vi otra perspectiva diferente. Era de otra cámara, más alejada, que mostraba una imagen de la zona en la que se encuentra una mesa de dados, y al fondo, la mesa de Black Jack número cinco. Y el veo, es él, ese culo es imposible pasar por alto—. Ese Boby, el del trasero estupendo, pelo rubio y gafas.

    —¿Estás seguro?

    —Amplía la imagen. ¿Puedes pasar al momento en que casi llego hasta ellos? —La imagen avanzó y me vi caer al suelo de forma patética. Menos mal que no había una gran definición en la imagen—. Ahí, ¿lo tienes? ¿Ves cuando le pasa la mano por la espalda? Esa es su señal.

    —¡Joder! ¿Cómo no lo habíamos visto antes?

    —¡Mierda, Bobby! Porque estábamos buscando al fantasma, no a sus compinches. ¿Cómo íbamos a saber que no trabaja solo?

    —Voy a trazar su perfil para rastrear sus movimientos en la sala de juegos.

    —Revisa también las viejas grabaciones. Busca al doncel y le encontraremos a él, estoy seguro.

    —Eso va a llevar muchísimo tiempo, JK.

    —Puedes hacerlo mañana, Bobby. Es que… lo hemos tenido tan cerca.

    —Lo sé, pero ahora tenemos una pista nueva. Buen trabajo, JK.

    —No, Bobby, lo tuyo es un buen trabajo, lo mío ha sido un buen tropezón.

    —Lo que tú digas.

    —Sí. —El teléfono sonó en mi bolsillo y miré el identificador antes de contestar—: Lo siento, Fredo. Se me han complicado las cosas.

    —Sí, bueno. ¿Te queda mucho? El chico de la barra empieza a mirarme como si fuera un patético perdedor.

    —No, dame un par de minutos y estoy contigo.

    —Justo lo que tardo en terminar esta cerveza. —Bueno, al menos Fredo me salía barato. No era de combinados y licores caros, él se contentaba con
cervezas, pero, eso sí, era una maldita esponja con una gran tolerancia.

    Salí de la zona de seguridad y caminé por los pasillos del personal del hotel hasta llegar a la zona pública. Me encaminé hacia el bar y lo encontré sentado de espaldas a la barra, con la mirada perdida en la gente del otro lado.

    —¿Me echaste de menos, cariño?

    —Pues la verdad es que no, tenía bonitas vistas. —Me giré para ver de lo que hablaba y encontré un par de chicas sonriéndonos. Sí, era jodidamente
rápido.

    —¿Quieres que las invitemos al club del hotel?

    —Seee, y vete avisando de que necesitaremos al menos una habitación.

    —Eres un puto presuntuoso —le acusé.

    —Mírame, Ruso Blanco, estoy muy bueno. —Sí, el cabrón se cuidaba, era lo que tenía entrenar conmigo. No es que pudiera competir en una jaula como yo (parecía tener alergia a que le golpeasen la cara), pero podía defenderse en una pelea.

    Ruso Blanco. Me gustaba ser ahora el encargado de mantener viva la leyenda del tío YoonGi, el primer Ruso Blanco. Antes le tocó a mi hyung YoonGi, pero se retiró de las peleas hace tres años. Justo cuando empecé yo. No es que seamos como dos gotas de agua, ni que tengamos el mismo estilo de lucha, pero somos rusos, tenemos el pelo negro y la piel clara. Y si unes eso a nuestro apellido… Sí, tienes de nuevo al Ruso Blanco.

    —Buenas noches, señoritas. ¿Podemos invitarlas a una copa? —Las chicas sonrieron mientras nos comían con la mirada. Sí, Fredo era un tipo con suerte, y yo también. Me acerqué a la barra del bar y alcé la mano para que nos atendieran. El camarero apareció a nuestro lado, con una radiante sonrisa y unos ojos hermosos. Podía ver el brillo en sus ojos; si lo de las chicas fallaba, no dormiría solo. Hicimos nuestro pedido y cuando se fue a por las bebidas miré su trasero. Era bonito, muy bonito, pero no era tan espectacular como el que había perdido antes. Incliné la cabeza para admirar la parte trasera de las dos chicas a mi lado y tampoco es que fueran tan perfectos. Sí, podían servir, pero… les faltaba… ser ese trasero. Pero, eh, soy de esos que a la hora de follar no hacen ascos a una chica bonita, aunque no tenga un trasero perfecto. Es mejor eso que tener que hacerme yo mismo el trabajo.

    Llevamos a las chicas al club, donde, por ser el hijo del jefe, nos dieron el reservado VIP de la familia. Yuri pocas veces lo usaba, solo en alguna reunión de negocios. NamJoon raramente lo hacía, a él le gustaba más bien otro tipo de ambiente, y YoonGi… creo que YoonGi iba a frecuentarlo mucho menos. Así que sacarle partido me iba a corresponder a mí. Ay, qué cruz tenía que soportar por ser el joven, guapo y SOLTERO de la familia.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora