CAPITULO 48

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JungKook

—Hola tío, ¿Cómo te encuentras? —Me mordí la lengua para no gritarle a ese cabrón. Podía decir que seguía sorprendido por mi llamada, e incluso un poco asustado e inseguro. Pero por eso lo hacía, porque debía hacerle confiar de nuevo, lo justo para llevarle de la mano hacia el agujero al que le quería tirar.

—Los médicos no querían dejarme ir, así que me cogí el alta yo mismo. — Eso no era totalmente mentira, los médicos querían mantenerme en observación unas horas más, pero decidí que podían vigilarme en la habitación de TaeHyung.

—Eres un tipo duro.

—Voy a ir a por ese cabrón, Fredo.

—¿Qué?

—Está claro que fue él, Fredo. ¿Quién si no iba a querer tirarme por una carretera abajo? El Demente ese no quería enfrentarse a mí, pero lo voy a hacer. Voy a destrozar a ese gilipollas.

—JK, tenemos que hablar —interrumpió YoonGi.

—Disculpa Fredo, tengo que discutir algo con mi hermano.

—Claro, tío, estaré por aquí. —YoonGi me llevó a una esquina, donde sabía que Fredo no solo podía vernos sino oírnos. Cosas de la acústica, ya saben. Y empezamos a tocar nuestra partitura.

—Tienes que recapacitar, JK, no estás en condiciones de pelear ahora. El hombro no se recuperará a tiempo y las costillas necesitan un descanso. Además, tu equilibrio...

—A la mierda con todo ello, YoonGi. Voy a subir ahí arriba y voy a terminar con él.

—Si subes a la jaula, será él quien termine contigo.

—Soy un Min, YoonGi. No voy a rendirme.

—Lo que eres es un cabezota. —Aparté la mano que YoonGi había posado en mi hombro izquierdo y fingí un gesto de dolor al hacerlo. Sí, no iban a darme un puñetero óscar por la actuación, pero tan solo necesitaba que Fredo la creyera, y, por su cara cuando regresé junto a él, lo había conseguido.

—Necesito que me consigas un par de cosas.

—Lo que necesites.

—Seguro que hay calmantes que pueden aliviar el dolor y que no necesiten receta médica, no como esta mierda que te dan en los hospitales.

—Eso dalo por hecho, amigo. —Asentí y lo vi alejarse por el pasillo, mientras apretaba los puños dentro de los bolsillos de mis pantalones. Voy a dejarte sin un puñetero dólar, Fredo, voy a dejarte más allá de la ruina y voy a hacer que seas tú mismo el que lo haga. Y después, cuando más desesperado estés, voy a echarte a los tiburones. Sonreí en mi interior y giré sobre mis talones para regresar con TaeHyung. Mientras estuviese en ese hospital me quedaría en una cama a su lado. Y cuando pudiera sacarlo de aquí, lo llevaría a casa donde lo mimaría como a un bebé la mitad del tiempo y la otra mitad trabajaría en mi recuperación y en ponerme en forma. Tenía una pelea que ganar, por JiMin y ahora por Taehyung.

Cuando le pregunté a TaeHyung por qué quería destrozar a Fredo, me dijo que estaba cansado de que lo vapulearan, de ser el débil al que todos atacan. Si yo no acababa con él, lo haría él mismo. Mi chico sacaba sus garras. No es que lo subestime, ni que piense que Fredo es demasiado para él, conozco de buena mano ese magnífico cerebro suyo, pero no pude evitar imaginarme a un pequeño gatito bufándole a un Gran Danés. Era realmente tierno, porque yo era más bien un Rottweiler y a mí no me amilanaba un Gran Danés, ni un gato, ni siquiera un caimán de los pantanos. Yo era de los que moría peleando. Y esta pelea la iba a librar yo, porque a mi pequeño gatito no dejaría que lo lastimaran, nunca más. Yo sería quien libraría sus batallas.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora