CAPITULO 28

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NamJoon

No podía creer lo que me enseñó YoonGi. Bueno, sí podía. El maldito Bloom, Leo tramaba algo con el puñetero Bloom. Pero ¿no veía el estúpido que estaba jugando con una serpiente venenosa? O tal vez había sido un infiltrado desde el principio y nos engañó a todos. Creí que hice un buen trabajo al investigar su pasado, que una vida como la suya no podía falsificarse. Tampoco puede ser que una agente del gobierno se hubiese convertido en un prostituto con todas las palabras, porque era un maldito profesional haciendo felaciones y permitía que le follara duro ese trasero suyo.

Era un estúpido por haber metido en mi propia casa al enemigo, pero qué le iba a hacer, el daño ya estaba hecho. No podía seguir lamentándome por ello, tenía que afrontar las consecuencias y actuar. Ojalá hubiese seguido viviendo como antes de traerlo a mi vida. Como decía Bang: fóllalos y olvídalos, así nunca serán un problema, salvo que dejes algún embarazo.

Desde nuestros tiempos en la Universidad de Berkeley, los dos habíamos tenido el mismo credo y costumbres. Incluso habíamos estipulado una norma un poco depravada, lo sé. Follar con condón no era suficientemente seguro para nosotros, así que procurábamos terminar en la boca de todos o en el ano de las chicas, así no había la posibilidad de fecundar un óvulo por error. Asqueroso, lo sé, pero era una regla que había mantenido a los bebés a raya. Con Leo me había relajado, sobre todo desde que pagaba sus inyecciones anticonceptivas y me aseguraba de que se las ponía, sin olvidar el uso de preservativos. Pero con tantos secretos, tendría que asegurarme mejor. Mañana haría una visita a su ginecólogo, que yo pagaba, y le exigiría ver su historia clínica. Pero eso sería mañana, ahora solo quería relajarme y dormir. Me atusé el pelo, notando la humedad de la ducha aún en él. ¿Cuánto tiempo llevaba parado frente a la ventana mirando las luces de la ciudad, tan solo con una toalla tapando mis partes? ¿Quizás media hora? Ese era el motivo por el que no quería estar al frente de la familia, porque de vez en cuando me daban esos momentos en los que mi mente divagaba. A YoonGi no le pasaba, él actuaba casi por instinto donde yo me tomaba demasiado tiempo en pensar.

Noté una ligera presión en el hombro y giré la cabeza para encontrar los labios de Leo besando la piel allí expuesta.

—Pareces preocupado.

—Un mal día.

—Creo que puedo arreglarlo. —Cuando comenzó a descender hacia el suelo para quedar sobre sus rodillas, supe lo que venía. Sus dedos ágiles retiraron la toalla de mis caderas y su boca atrapó la carne que estaba empezando a despertar. Puede que yo no tuviese muchas ganas de sexo, pero mi cuerpo era un ente independiente con sus propias ideas.

Permití que hiciera su magia sobre mí y me dejé arrastrar por su maestría. Podía ser un mentiroso, un traidor, pero el hijo de puta tenía una boca increíble. Tuve que apoyar una mano sobre la pared a mi lado, para que mi cuerpo no se balanceara en exceso. Mis ojos se cerraron y me dejé reconfortar por su saber hacer. Sí, el maldito sabía cómo arreglar un mal día, tenía que reconocerlo, pero eso no haría que cambiara lo que era, ni que yo lo perdonara ni olvidara. Mi mente fría estaba centrada, no caería en sus engaños, pero eso no impedía que mi cuerpo siguiera disfrutando, al fin y al cabo, soy un hombre muy sexual con necesidades que cubrir.



YoonGi

—¿Qué tienes para mí, Bobby?

—Rocky Bellami salió para Miami en vuelo regular. Parece que solo vino a pasar el día. Por lo que parece, se ha metido en el mundo de las peleas ilegales de la costa este. Ha estado ejercitando y ha comprado varias sustancias para conseguir aumentar su volumen y fuerza.

—¿Sabes por qué se reunió con Bloom?

—No, eso no, pero puedo decirte que está buscando peleas aquí en Las Vegas y que ha ido a los sitios oportunos para hacerlo.

—Para alguien de la otra punta del país, eso solo puede significar que tiene ayuda de la zona.

—Estoy en ello, pero quizás necesitaría a un investigador de campo como refuerzo.

—Pondré a Sam en ello. ¿Qué más tienes?

—Esto no es un hipermercado, jefe. Las transcripciones se las di ayer, no tengo mucho más.

—Supongo que me has acostumbrado mal.

—Eso me pasa por ser tan bueno.

—¿Me estás pidiendo un aumento de sueldo?

—¿Qué tal unas vacaciones?

—Veré lo que puedo hacer, pero no antes de que solucionemos esto.

—Hecho. —Me alejé de la sala de control y saqué el teléfono. Iba siendo hora de convocar una reunión familiar y de empezar a mover algunas fichas.




Sam

Colgué el teléfono y miré el reloj, aún quedaban quince minutos para que HaeChan llegara a la cita. Esto de conseguirle un trabajo en el hotel de los Min había sido un regalo. Mi chico se encargaba de lidiar con las cuentas y los proveedores del restaurante, y se le daba bien, sobre todo desde que me pasé a «saludar» al chef y le dejé bien claro que, con mi pareja, tonterías las justas. Desde entonces había ido suave como la mantequilla.

Quedar para almorzar o cenar era algo que nos gustaba hacer, porque con nuestros trabajos, sobre todo el mío, casi teníamos poco tiempo para hacer cosas juntos. Aquello tenía solución, vivir juntos, pero HaeChan se aferraba a su independencia como a un clavo ardiendo. Me hubiese gustado que al final accediera a cambiar de opinión, y al menos lo intentáramos, pero esta noche agradecía que aún no hubiésemos dado ese paso. Él no era tonto. Aunque no preguntara, y yo no dijera tampoco mucho, sabía cuál era mi ocupación y lo aceptaba. Esa noche debía hacer mi trabajo, y el que él no supiera el por qué era un gran alivio. ¿Cómo iba a decirle: «mira, el jefe quiere que me pase por los bajos fondos para averiguar qué trama el ex de tu hijo, que por cierto se ha estado paseando por Las Vegas hace poco»? No, en ocasiones como esta prefería mantenerlo en la ignorancia. No soy una persona violenta, solo cuando la situación lo requiere, pero en el caso de Rocky... mataría a ese hijo de puta por lo que hizo a nuestro JiMin y porque estaba claro que seguía siendo dañino. Había personas que estaban mejor fuera de este mundo.

—Hola, ¿esperaste mucho?

—No, acabo de llegar. ¿Dónde quieres ir a almorzar?

—Sorpréndeme. —Le di un pequeño beso y sonreí con malicia.

—No me tientes, porque podríamos no comer.

—Malo. Tienes que alimentarme porque tengo un trasero que llenar. Palabras de mi novio.

—Así que tu novio te dice esas cosas, ¿eh?

—Sí, se preocupa por mí.

—Un tipo con suerte.

—Y guapo. —Me paré en seco y lo aferré fuerte para darle un beso mejor, con más consistencia, porque aquel chico juguetón lo estaba pidiendo a gritos.

—¿Cuánto tiempo tienes para almorzar?

—Una hora, como siempre.

—Tendrá que ser suficiente.

—¡Eh! —Lo agarré de la mano y lo arrastré de camino a la recepción del hotel. Iba a tomar una habitación, a pedir algo de comer al servicio de habitaciones para dentro de cuarenta y cinco minutos y a aprovechar el tiempo hasta que llegara la comida.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora