CAPÍTULO 58

193 36 0
                                    


JungKook

Una puñetera semana y las secuelas aún seguían llegando. Bien por nosotros. ¿He dicho que amo a mi hermano YoonGi? Es un puñetero estratega. Aníbal el cartaginés, muérete. Estábamos sentados en el despacho de Yuri, poniéndonos al día antes de ir a comer con nuestras parejas.

—Lo último que se sabe de Bloom, es que está en traslado de prisioneros peligrosos entre Estados Unidos y Canadá.

—Uuuu, eso tiene pinta de ser muy emocionante.

—Sí, mucha acción dando agua a los presos. Según tengo entendido, tiene una amonestación por abuso de poder y se dice que una mano negra le ha quitado todos sus privilegios y que lo de ascender... es historia.

—Me alegra saber que ya no va a molestarnos.

—Quizás se nos pongan las orejas algo rojas cuando piense en nosotros.

—¿Qué hiciste, YoonGi?

—Oh, ¿quizás hacerle saber que eso le pasa por meterse con nuestra familia? No sé, lo tengo confuso.

—Eres un cabrón.

—Pero me quieres, JK.

—No lo dudes.

—Bien, hijo. ¿Y qué tenemos de las otras piezas? —le instó a continuar papá.

—Rocky regresó a Miami con su familia y, por lo que he averiguado, las facturas de hospital son altas y la rehabilitación está siendo una mierda. ¿Sabías que si un boxeador lo sorprenden con sustancias ilegales en su organismo, el seguro no se hace cargo de sus gastos médicos?

—No creo que a su padre lo tenga muy contento.

—No, pero estoy por quitarle ese peso de encima en cuanto el chico esté medianamente aceptable.

—¿Qué tienes en mente?

—Si creía que se había librado de nosotros con una simple paliza, es que no conoce a los Min. La primera vez, golpeamos, la segunda, no le damos opción a levantarse. De momento tengo un viaje pendiente a Miami.

—Bien, esto se anima. Siguiente.

—Fredo sigue huyendo como el correcaminos. Ha empeñado su reloj, pero sigue conservando el teléfono y el coche. Por lo que seguimos teniéndolo cubierto. Uno de sus acreedores lo alcanzó y le dejó un imborrable recuerdo en sus huesos.

—¿Los dedos de la mano?

—Abrir una cerveza ya no será tan fácil.

—Bien.

—Tampoco he dicho que terminara con él. Casi mata a JK y TaeHyung, eso merece un mayor castigo. —Asentí. Que ese cabrón sufriera. Quizás me estaba impacientando, pero prefería cogerle y aplicarle nuestro castigo, antes de que el resto de los acreedores hiciera lo suyo, como teníamos en mente en un principio.

—¿Hay más?

—Leo está en uno de los clubs de striptease de Medina, el colombiano.

—Tenía pocas opciones desde el principio —intervino NamJoon por primera vez en la reunión.

—Ya, por lo que he oído, tiene las rodillas peladas y llagas en la boca. Aun así, sigue quitándose la ropa sobre el escenario.

—Pensé que sería más listo que eso.

—El morbo de tenerte como su ex no alcanza para quitarle la mancha negra de encima, NamJoon. La forma en que salió de tu casa y los rumores... no le han ayudado mucho.

—Él se lo buscó.

—En eso estamos de acuerdo.

—Bueno, Bloom, el boxeador loco y los dos traidores. ¿Nos queda alguien más?

—De momento no. He hablado con Sasha para lo de las nuevas incorporaciones y está impaciente por recibirlos.

—Ese cabrón depravado... Pero hay que hacer negocios con el diablo si quieres meter a alguien en el infierno.

—Bueno. Dejemos el trabajo aparcado. Es hora de ir a comer.

—¿Qué hay hoy?

—¿Y lo preguntas, YoonGi? Desde lo de la pelea, tu madre no hace más que cocinar las cosas que le gustan a Kook.

—Pero JiMin no puede tomar algunas de esas cosas.

—Parece mentira que no conozcas a tu madre. Tiene a tu marido más mimado que a su propio marido. Y antes de que lo digas, Kook, también está cuidando de TaeHyung para que esté cómodo. Nada que no pueda manejar con ese brazo suyo.



TaeHyung

Tenía a EunHa y Mina sentadas a mi derecha y a JiMin recostado, o más bien espatarrado sobre una tumbona a mi izquierda. Los dos hijos de EunHa chapoteando y haciendo el ganso en la piscina y un refrescante combinado sin alcohol a mano. Sí, lo sé, es un asco estar escayolado, es un asco tomar calmantes y es un asco que te obliguen a holgazanear todo el día, pero, ¡eh!, me encanta que se preocupen por mí y me cuiden y esta familia sabe cómo hacerlo.

—¿Y cuándo dices que te quitarán la escayola?

—En tres semanas si todo sigue bien.

—Ah, entonces todavía te queda un tiempo de baja para disfrutar.

—Eso dice Kook. Quiere que vayamos de viaje, pero ya le he dicho que con el brazo así...

—¡Tonterías! Precisamente por eso tienes que ir. En un hotel te libras de hacer camas, comidas y todas esas cosas. Además, tendrás a Kook para cuidarte.

—Sí, eso me da un poco de miedo.

—Pues no debería. Nunca había visto a mi hijo pequeño tan pendiente y servicial con nadie. Lo tienes comiendo de tu mano, TaeHyung, recuérdalo bien.

—Demasiado tentador para no aprovecharme de ello.

Giré la cabeza hacia las puertas francesas por las que llegaban nuestros hombres. Kook venía con uno de esos bañadores de pierna larga, que le hacían parecer todo un surfero. ¿He dicho alguna vez que mi prometido está para comérselo? Pues es así. Es verlo caminar hacia mí, con esa sonrisa y tan poca ropa, y me entran los calores, y eso que estoy tomando el sol en una tumbona junto a la piscina.

Su trasero se acomodó junto a mi cadera y se inclinó para darme un beso rapidito en los labios. ¿Está mal si me tiro a sus brazos y le obligo a tener sexo delante de su familia? Sí, una lástima. Pero siempre podemos regresar pronto a casa.

—Qué, ¿poniéndonos verdes?

—Todavía no, pero si nos das algo más de tiempo, llegaremos a ello. —Su mano se deslizó por mi muslo y noté la frescura de sus dedos, dejando un rastro de piel de gallina a su paso. ¿O era por otra cosa que no tiene nada que ver con el contraste de temperaturas?

—Estás muy caliente.

—Sí, necesito refrescarme. ¿Me ayudas a meterme en la piscina?

—Sí, pero voy a llevarte bien lejos de mis sobrinos. No quiero que se les vayan los ojos.

—¡Eh!

—Sweety, en cuanto te meta en el agua vas a quedar...

—No sigas, depravado.

—Necesito enfriarme. —Miré hacia el lugar que señalaban sus ojos y vi el pequeño bulto bajo su bañador. Gracias, señor, por hacer que mi chico tenga la delicadeza de decirme esas cosas al oído y gracias también por dejarme disfrutar de «eso» cuando lleguemos al agua. ¡¿Qué?! Me gusta comprobar cómo está la mercancía. Llamadme malo, o mejor, chico afortunado.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora