JungKook
Dije que me levantaría de aquella cama en cuanto TaeHyung se quedara dormido, tenía que dejarlo descansar, pero no pude. Me quedé dormido como una maldita piedra y cuando abrí los ojos, el sol ya entraba por la ventana.
Observé su rostro tranquilo y un poco magullado resplandeciendo por el sol y supe que no me había equivocado. Fue un impulso, joder, pero ahora estaba totalmente convencido de que era lo correcto. Casarme. Quería pasar el resto de mi vida despertando al lado de TaeHyung, abrazarlo contra mi cuerpo cuando necesitara robar esa fuerza que solo él podía darme. Me aparté con cuidado de no lastimarlo y caminé hacia la silla para tomar la chaqueta. Saqué el colgante, mi colgante, y me dispuse a ponerlo en el lugar en el que pertenecía, en el cuello de TaeHyung, donde todos podrían verlo y donde él podría tenerlo cerca, no como un recuerdo de que me pertenecía... Pero porque era algo que todos los miembros de la familia Min tenían.
Cuando eres importante para esta familia, pasas a ser un punto débil para el resto, por eso queríamos protegernos. Una manera de hacerlo era tener un localizador siempre encima. Un secuestro, una desaparición, una situación de emergencia como la del accidente... En cuanto la alarma se encendía, toda la familia se movilizaba para encontrarte, porque algo iba mal. Tenía que enseñarle a activar su alarma, porque ahora él era un Min, o lo sería pronto. Min TaeHyung, sonaba bien. Sobre todo, si le acompañaba un «esposo de Min JungKook». Sí, así sonaba mucho mejor.
Teníamos que encontrar una fecha, pero sabía que no sería pronto. Antes tenía que recuperarse de este maldito atentado contra nuestras vidas y yo tenía que mandar al agujero a dos indeseables. Pero después... Tendría que tomarme mi tiempo en una compensatoria luna de miel. Podía llevarlo a Italia. Decían que no había nada más romántico que la Toscana. También quería probar una auténtica pizza italiana, pues decían que no tenía nada que ver con la americana y eso había que comprobarlo, ¿verdad?
—¿Kook?
—Hola, tesoro.
—Tengo hambre.
—¿Qué te apetece comer?
—Chocolate.
—Te levantaste goloso.
—Oh, mierda. ¡Nick!
—¿Qué sucede?
—Necesito ir al baño, llama a un asistente.
—Yo te llevaré.
—Pero...
—Te he visto desnudo y hemos hecho cosas que...
—Vale, vale. Necesito mear. —Solté una carcajada victoriosa y empecé a cargar con él entre mis brazos, pero enseguida nos dimos cuenta de que estaba conectado a demasiadas cosas.
—Un asistente, sí. Lo he pillado. Lo traigo enseguida. —Él empezó a reír y yo salí disparado hacia el control de enfermeros. Casi empujé al pobre hacia la habitación y cuando estuvo dentro, grité por encima de su cabeza que iba a por el chocolate.
NamJoon
¡Maldita sea! Aún estaba duro como una maldita roca. ¿Por qué demonios no me había quedado en el apartamento? Tenía todo el equipo necesario para ejercitarme allí. Pero no, tenía que salir de allí como un maldito misil, era eso o encontrarme a solas con Leo. Ya era bastante malo fingir delante de él que no sabía nada, pero tener que aguantar sus continuos asaltos en busca de sexo... Sí, se había vuelto cada vez más insistente. Antes me encantaba esa parte suya. Sexo a todas horas ¡y maldita sea si no era bueno! Era todo un profesional, pero ahora... había perdido casi todo el aliciente. Ya no era placer, era una maldita caza del espermatozoide fecundador, era un puñetero semental con fecha de entrega y eso me cabreaba. Así que fui a uno de los gimnasios de nuestra empresa. ¿Y qué me encontré? Al maldito Kim dándole una buena paliza a uno de los chicos de YoonGi. Sí, podían estar entrenando, pero estaba más que claro que Kim le estaba haciendo morder el polvo.
Llevaba uno de esos conjuntos de ropa para entrenar, que marcaban perfectamente esos pectorales y caderas sin disminuir la fiereza de su mirada. ¡Joder! Mi pene se levantó como un maldito perro de caza en cuanto lo olió. ¿Duro? Casi reviento los pantalones. ¿Y qué hice yo? Decirle al pobre desgraciado que jadeaba a los pies de Kim que iba a enseñarle cómo se hacía. Pero me salió el tiro por la culata. ¿Dónde mierdas enseñan a los agentes del FBI ese tipo de maniobras? En un par de segundos, había pasado de tenerlo debajo de mí, en una postura totalmente dominante y mi pene contento por la cama que le encontré, a pedir desesperado que me soltara porque me estaba estrangulando. Pero ni así dejé de estar empalmado. Gracias, señor, por iluminar al inventor de los suspensorios deportivos, a prueba de inoportunas erecciones.
La voz de Leo resonó en el apartamento y al alzar la vista lo vi allí parado, con ese maldito conjunto de lencería, medio asomando por aquella pequeña bata de seda. Puede que aquella visión no me excitase, pero que me arrastrasen los demonios si no iba a aprovecharme. Al final el maldito Kim había sido capaz de conseguir lo que había tratado de evitar durante días, follarme a Leo. Y lo iba a hacer, pero ni iba a ser lento ni delicado, iba a meterme como un maldito caballo dentro de él, pero no sería hasta acabar.
Lo que más cabreado me tenía, o desconcertado, era que me había puesto así por un doncel que no era de mi tipo. Y no me refiero a un doncel rubio de ojos claros, a mí eso me da francamente igual. Lo que a mí siempre me ha gustado son los donceles muy delicados, sexy, de los que muestran su cuerpo como si fuera una caja de bombones, para que los hombres babeen. Pero Kim, con esos trajes pantalón, totalmente formales y masculinos, era lo contrario. Era sobrio, anodino, pero, maldita sea, debajo de todo aquello había unas curvas letales. Y encima sabía cómo defenderse.
Leo
Tenía puesta esa maldita canción otra vez. Como si la voz de Annie Lennox fuera parte del conjuro que quería hacer realidad.
I put a spell on you
Because you're mine
You'd better stop the things you do
I tell you, I ain't lyin'
I ain't lyin'
You know I can't stand it
You're runnin' around
You know better daddy
I can't stand it cause you put me down
Oh no
I put a spell on you
Because you're mine
You know I love you
I love you
I love you
I love you anyhow
And I don't care if you don't want me
I'm yours right now
I put a spell on you
Because you're mine
You know...
Y como dice esa maldita canción, yo he hechizado a NamJoon, porque él es mío, me pertenece. Aunque él se resista, aunque se aleje de mí, yo lo voy a retener conmigo, porque lo amo y voy a tenerlo. Lo ataré a mí con todo lo que pueda: mi cuerpo, su hijo... Y le daré todo lo que se merece, le daré el control de la familia, porque Bloom se encargará de apartar a YoonGi de su camino, y a JK también, y él será el único Min que pueda heredar el gran imperio de la familia... Y yo estaré allí, a su lado, durmiendo en su cama, el que caliente su alma, su cuerpo... El que le dé un heredero... Seré el único que importe en su vida, el único que lo tenga, porque lo amo y haré lo que sea para retenerlo. Lo que sea.
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Min's Family (KT) 2
FanfictionMafia, Rusia, JungKook, TaeHyung LEER PROLOGO Adaptación Esta historia le pertenece a "iris boo" todos los créditos a esa persona. Yo no soy dueñx, yo solo lo adapto al Kooktae. Cualquier problema que tenga, la eliminaré de inmediato.