CAPITULO 50

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JungKook

Mientras llegaba a la habitación de TaeHyung, saludé con la cabeza al hombre que YoonGi había puesto para vigilar su puerta. No iba a permitir que un desconocido protegiera a mi chico. Abrí la puerta y lo vi dormido. Eso era bueno, porque los medicamentos para el dolor lo mantendrían sedado la mayor parte del tiempo y yo no quería que él estuviese preocupado, o con dolor. Dejé la chaqueta sobre la silla y caminé hacia la cama que había ordenado meter en la habitación. Iba a dormir a su lado y nadie iba a discutirlo. No sería lo mismo que tenerlo abrazado en nuestra cama, pero era lo mejor para él. Su cuerpo no estaba para que saciara mis arrebatos protectores con él. Porque era cierto, me picaba la piel por la necesidad de abrazarlo, de resguardarlo con mi cuerpo de cualquier daño que pudiera sufrir, sentirlo protegido, a salvo, y ser yo quien se lo ofreciera.

Me incliné sobre él y le besé la frente. Tenía miedo a tocarlo, por si al hacerlo le causaba dolor. Parecía tan frágil en aquella cama de hospital, con aquella aparatosa venda en la cabeza, la férula en su brazo, las vías en el otro... Dejé que mi trasero se acomodara en la cama contigua, sin apartar la vista de él y con cuidado empecé a quitarme los zapatos.

—Acércate. —Levanté la vista de nuevo hacia su rostro, pero sus ojos seguían cerrados.

—Duerme otra vez, necesitas descansar.

—Solo he cerrado los ojos un momento mientras te esperaba. —Me acerqué hacia él otra vez y le aparté un mechón de pelo que amenazaba con caer sobre su mejilla.

—Siento haberte hecho esperar.

—Yo dije que te fueras.

—Sí, lo sé.

—¿Hiciste lo que te pedí? —Se repasó con la lengua sus labios resecos y yo busqué el vaso de agua para acercárselo. Seguro que tendría sed.

—Hemos estado preparándolo todo. Él solo se va a meter en el agujero y, cuando lo haga, lamentará haberte hecho daño.

—Bien. No soy una persona que desee mal a nadie, pero hay veces que necesito ser malo, y ésta es una de ellas. —Le hice beber un par de sorbos y después acaricié su pálida mejilla mientras sus ojos luchaban por mantenerse abiertos para mí.

—¿Necesitas algo para el dolor?

—No, ahora que estás aquí vamos a dormir. —Deposité un beso en su frente y él cerró los ojos de nuevo, pero con una suave sonrisa en sus labios. Acomodé mi trasero en mi cama y levanté las piernas para recostarme.

—¿Qué haces ahí?

—Prepararme para dormir.

—No, échate aquí, conmigo.

—Tienes que descansar, Sweety, y meterme en esa diminuta cama contigo no va a ayudar.

—Necesito que me abraces.

—TaeHyung...

—Como decía mi novio, me he acostumbrado a no dormir solo. —Era un tramposo manipulador, veía la sonrisa que no trataba de ocultar, pero no iba a reprochárselo. Con cuidado alcé su cuerpo y lo desplacé unos centímetros para dejar un poquito de sitio extra para mí. Soy un chico grande, necesitaba un buen trozo para no caerme. Después, me recosté de lado a su costado y deslicé mi mano por encima de su vientre, donde ahora descansaba la mano en la que tenía la vía del suero y la medicación.

—Si te hago daño, me lo dices.

—Tengo tantas drogas en la sangre, que no notaría si me clavaras un cuchillo en el pecho. Bueno, eso sí lo notaría.

—Menos mal que no voy a hacerlo. —Su respiración empezó a ralentizarse y yo exhalé todo el aire de mis pulmones. Sentaba bien tenerlo entre mis brazos, respirar su aroma en cada bocanada de aire, aunque fuera mezclada con el olor de hospital.

—Lo perdí.

—¿El qué?

—El corazón que me regalaste.

—No, no lo perdiste. Lo tengo en mi chaqueta. Voy a traerlo. —Empecé a girarme para ir por él, pero sus dedos se aferraron a mi camisa.

—No. Ya lo cogerás mañana. Ahora quédate donde estabas. —Dejé que una tonta sonrisa apareciera en mi cara.

—Así que te gusta el calorcito que doy, ¿eh?

—Estoy machucado, se supone que tienes que darme mimos y besitos.

—Todos los que necesites. —Besé con cuidado su mejilla, y él sonrió.

—Cuando me ponga medianamente bien, voy a cobrarme todos los besos en condiciones que me debes.

—¿No beso bien?

—Esos besos son de abuela.

—Te vas a enterar. Tu céntrate en recuperarte, que ya me encargaré yo después de destrozarte a orgasmos.

—Promesas, promesas. —Estaba a punto de decir «¿Alguna vez no he cumplido una de las promesas que te he hecho?», pero la frase murió en mi boca, porque sí lo había hecho. Había prometido protegerlo, que impediría que alguien le hiciera daño, y no lo había hecho —. No fallaste, Kook. Esto no fue algo que pudieras...

—Debí haberlo hecho.

—¿Sabes? No voy a ponerme a discutir sobre eso, porque no llegaríamos a ninguna parte. Así que, mejor te doy la oportunidad de resarcirte.

—¿Resarcirme?

—Sí, tendrás de darme muuuchos mimos y atenciones, hasta que me ponga bien otra vez.

—Seguiré haciéndolo también después.

—Vale, compro eso. —Tenía los ojos cerrados mientras hablábamos, así que no podía ver mis intenciones en mi rostro.

—TaeHyung.

—¿Mmmm?

—Cásate conmigo.

—¡¿Eh?! —Sus párpados se abrieron de repente.

—Has oído bien. Di que te convertirás en mi esposo.

—Yo soy al que han atiborrado de drogas, Kook.

—No estoy bromeando, TaeHyung.

—Mmm, ¿te importaría que te conteste cuando esté en plenas facultades? Ahora mismo tengo la mitad del cerebro de vacaciones en Hawái.

—OK. Pero más te vale que sea un sí, porque no pienso rendirme hasta conseguirlo.

—Sí. ¿Ahora puedo dormir?

—¿Has dicho que sí?

—Acaba con la tortura, Kookie. Dame un beso en condiciones y firmaré lo que quieras.

—Has dicho que sí, TaeHyung. Ya no vas a poder escapar de mí.

—Eso lo he sabido hace tiempo. Ahora, ¿quieres besarme de una vez? Quiero dormir y empezar a tener bonitos sueños con el semental de mi novio. —Y lo besé. He llegado a algunos acuerdos de negocios antes, pero juro que esta era la mejor forma de cerrar un trato. Y no, no pensaba hacerlo con nadie más que con mi marido. Mi marido. 26 años y comprometido. Ahora entiendo esa maldita frase: «No es el cuándo, es el quién». Cuando encuentras a la persona que necesitas, simplemente la atrapas antes de que se te escape.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora