CAPÍTULO 4

426 50 1
                                    

YoonGi

—Buenas tardes, joven Kim —Sé que entrenan a los agentes del FBI para que no muestren emociones, pero esa vez no le sirvió de nada. La sorpresa estaba grabada en todo su rostro y eso me encantó.

—Señor Min, es una sorpresa.

—¿Mi asistente no le avisó con quién era la entrevista?

—Parece ser que, convenientemente, omitió esa información. —Empezó a levantarse, incluso antes de que mi trasero estuviese bien asentado en el sillón.

—¿A dónde va?

—No estoy tan desesperado como para aguantar una farsa de entrevista, señor Min.

—Yo no suelo perder el tiempo, joven Kim. ¿Qué le hace pensar que esta entrevista no es algo serio?

—Oh, vamos. He trabajado en el equipo que lo ha estado persiguiendo los dos últimos años. Soy el enemigo, señor Min. Y usted, menos que nadie, no trabajaría con el enemigo.

—Una pregunta, joven Kim. En todo este tiempo, ¿ha encontrado algo con lo que acusarme de algún delito?

—No hay pruebas concluyentes.

—Le diré por qué, joven Kim. Sí, mi familia tuvo unos oscuros comienzos allá por los años cincuenta y sesenta. Tenemos una fama de la que reconozco nos hemos servido más de una vez y de la que nos conviene seguir disfrutando porque, joven Kim, el mundo de los negocios es más duro de lo que parece, y uno no triunfa siendo un blando. Pero a diferencia de muchas empresas con éxito y dividendos millonarios, que han llevado sus trapos sucios al extranjero para que nadie pueda verlos o esconden sus infracciones debajo de abogados y políticos corruptos, nosotros, joven Kim, acatamos la ley, pagamos nuestros impuestos y a cambio pedimos fidelidad y respeto. ¿Que a veces somos un poco duros? Sí, lo reconozco, pero en el mundo en que nos movemos hay que serlo. Si alguien amenaza a nuestra familia, les dejamos bien claro que pueden quemarse y hacemos todo lo posible por que eso ocurra.

—Lo que me está diciendo, ¿tiene alguna relación con el incidente del hotel?

—Es un chico rápido, joven Kim. Ya vio lo que ese cabrón intentó hacerle a mi esposo y, aun así, está libre.

—A mí tampoco me parece justo, señor Min.


—Justo o no, nosotros no andamos matando gente a diestro y siniestro, pero nadie me impide que ponga los medios para evitar que ese cabrón vuelva a llegar a mi esposo. Quiero que aquellos que amo estén protegidos, porque en este mundo hay muchos que quieren dañarnos, llámense Rocky Bellami, Bloom o simples desconocidos que quieren conseguir una manera fácil de obtener dinero con un secuestro. Hay muchas amenazas y quiero mantener a los míos lejos de ellas.

—¿Por eso me quiere a mí? ¿Para eliminar esas amenazas?

—Lo quiero a usted porque sé que puede evitar que esas amenazas lleguen a hacer daño a mi familia. Mi esposo le estará siempre agradecido, yo le estaré siempre agradecido, y me gustaría que, si algo parecido llegara a ocurrir de nuevo, fuera usted quien estuviese entre el peligro y mi esposo y mis hijos.

—¿Quiere que proteja a su esposo?

—Entiéndame, joven Kim, por garantizar la mejor protección de mi esposl, estoy dispuesto a trabajar con el enemigo, como usted ha dicho.

—Si usted puede aceptar que nunca haré nada ilegal y que si veo algo que lo sea lo denunciaré, entonces no tengo ningún problema en aceptar el trabajo.

Min's Family (KT) 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora